Cada vez hay más leoneses que me aseguran un déficit creciente en cuanto a opciones para comer en su ciudad. Al principio no les hacía mucho caso porque pasaba sólo unos días y me ponía gocho a tapas. En los últimos tiempos he pasado temporadas más largas en León y es cierto que cada vez cuesta más encontrar una buena casa de comidas, con cocina tradicional y a un precio razonable. Algo que me resulta chocante porque la gastronomía leonesa es excelente, tiene productos de aúpa y digo yo que cocer un simple botillo no lleva tanto trabajo.
La razón puede encontrarse en que la tapa es menos laboriosa y tiene su público. En algunos de estos bares de tapas es difícil encontrar raciones y platos destacables. En Manolo de Blas comí las peores croquetas de León y reinos circundantes. Con el aceite que soltaban se podrían haber engrasado todas las puertas del Castillo del Conde Drácula. Tan aceitosas que la foto me salió emborronada. Merecedor de un capítulo doble de Pesadilla en la Cocina. Dicen que lo mejor del establecimiento son las patatas. No lo sé, la verdad es que me quedé sin ganas de probar nada más. Tendré que seguir buscando.
Calle Capitán Cortés, 5
24001 León
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