viernes, 4 de diciembre de 2020

Mazapanes Peces (Consuegra)


Descubrí Consuegra hace una década acompañado de una amiga en un gélido día de invierno. En el autobús desde la capital de las tres ces (curas, cadetes y cuestas) hasta Consuegra fuimos los dos completamente solos: todo un preludio. Una vez en la villa apenas nos cruzamos con gente en nuestra bella ruta entre casas nobles, conventos, iglesias y corredores. En el cerro Calderico ni rastro de turistas al encuentro de sus espectaculares molinos de viento. El  restaurante en el que comimos tenía tan poco ambiente que sustituyendo al camarero por un bedel podría haber pasado por una Comisión de Reglamento del Congreso. ¿Qué estaba pasando? ¿Dónde estaba la gente? ¿Era eso la España vaciada?

Debatimos en una solitaria Plaza de España que fenómeno produjo la desbandada. Ella apostó por una romería, la recolección de la aceituna o una feria en algún pueblo cercano; mi teoría menos refinada es que todo el pueblo estaba en “El Grand Prix”. En esas estábamos cuando detectamos a varios vecinos cruzando la plaza y decidimos seguirles. Su destino una pastelería próxima donde se agolpaba una gran cola esperando su turno. Pregunté a una señora que salía cargada con bolsas qué había comprado: dulces navideños. Misterio resuelto. Como donde fueres haz lo que vieres y a los españoles lo de las colas lo llevamos en la sangre, nos incorporarnos a la fila. Ese día no sólo descubrí una hermosa localidad manchega sino también me hice con una auténtico botín de surtido navideño con el que atrincherarme hasta el día de Reyes como mínimo.

Como este invierno no saldré de “los Madriles” y la familia amenazaba con abastecerse de mazapanes en el súper decidí hacer un pedido en la web de Peces. Lo que más venden en estas fechasen su tienda online son sus famosos surtidos seguidos de marquesas, figuritas,  empanadas, pastas de almendra, polvorones y rocas de almendra. Voy a lo seguro con los conocidos polvorones de almendra (5 euros el kilo más barato que donde los compro en Madrid), figuritas de mazapán y marquesas añadiendo esta vez mancheguitos (bocados de mazapán con capas de yema y cabello de ángel) y mantecados de yema (una pasta castellana de toda la vida) y que en casa tuvieron gran éxito. Gracias a soluciones como estas, estas extrañas fiestas en este año extraño serán, como mínimo, algo más dulces.

Mantecados de yema
  
Tradición desde 1915
 
Mi pedido Peces

  

Pastelería Peces
Calle San Juan Bautista de la Salle, 6
45700 Consuegra (Toledo)

Mazapanes Peces - Tienda y fábrica
Avenida de la Constitución de 1978, 16
45700 Consuegra (Toledo)

martes, 24 de noviembre de 2020

La Rosa de Jericó (Valencia)

Déjame entrar (V)

A diferencia de otras personas que caen en una profunda depresión, para mí el último día de vacaciones no es un momento de bajón sino una experiencia excitante. Es la jornada elegida para comprar esas viandas de las que disfrutaré a mi regreso dejándome un buen recuerdo, no tan perdurable como el de las fotografías, pero sí mucho más delicioso. De esta selección de productos de la tierra también resultan beneficiados mis más allegados, entre ellos, mi señora madre que fue quien me inculcó el principio de que el mejor souvenir que puede traerse de un viaje es el que se guarda en nevera.

Si el destino es la conocida Valencia tengo para ese día una ruta preestablecida: los productos de temporada del Mercado Central, el chocolate en Trufas Martínez y, por supuesto, la repostería de La Rosa de Jericó. Estas exquisiteces permiten que durante los siguientes días tenga la sensación de no haberme ido del todo de la ciudad.

Como este año parece difícil repetir viaje a Valencia, o a cualquier otro sitio, no queda otra que recibir algunas de esas delicias en casa. Recurro a esa opción para disfrutar de mi pastelería valenciana de referencia. La ya mencionada La Rosa de Jericó. Los Jericó llevan en la profesión desde finales del siglo XIX y su coqueta tienda de L'Eixample es parada obligada antes de subir al tren. Encargo un panquemado, un bollo que me pirra, muy apreciado por su laboriosidad y cuyo secreto pasa por una buena fermentación, que seguramente dure más tiempo del que tardo yo en zampármelo.

Recibirás tu pedido en 24-48 horas de lunes a viernes con la posibilidad de elegir el día. Como los gastos de envío son 15,73 euros recomiendo aprovechar el pedido con otras delicias de la pastelería. En esta ocasión dulce de membrillo (que puedes acompañar de un queso Idiazábal ahumado para disfrutar del postre perfecto) y sus pasteles de batata (unas empanadillas dulces con un perfecto equilibrio entre masa y relleno). Dejo para otra ocasión su pastel milhojas (finísimo hojaldre con nata y crema que se deshace en la boca).

Solo falta una buena horchatita y unas fallas y como si estuviera merendando en Valencia.

Corte del panquemado
 
Panquemado de La Rosa de Jericó
 
Su elegante fachada
 
Carrer d´Hernán Cortés, 14
46004 Valencia

jueves, 19 de noviembre de 2020

Rosquillas Cristaleiro (Gondomar)

 Déjame entrar (IV)

No soy amigo de las ferias populares pero menos aún de comer en ellas. Un trauma no resuelto de cuando siendo joven colaboraba todos los veranos en una caseta de comidas en un distrito madrileño. Lo hacía en el turno diurno porque yo era uno de los pocos valientes que se ofrecían para trabajar a pleno sol. Una vez montada la caseta la noche anterior, la primera mañana había que recibir el material y el género. El orden de entrega era el contrario que establece cualquier norma de seguridad alimentaria: a primerísima hora los alimentos frescos, hacia el mediodía las neveras y al final de la tarde el Ayuntamiento enganchaba la luz. Para cuando comenzaban a enfriar las neveras, en su interior las salchichas habían tenido tiempo para elegir portavoz. El resultado de estas atrocidades es que en aquellas casetas de comidas había más posibilidades de premio que en la del “perrito piloto”. Para nuestra fortuna los síntomas de gastroenteritis agudas eran encubiertos por los excesos con el alcohol y la creencia popular de que en estos eventos se sirve garrafón (un mito urbano, por supuesto).

Recientemente una amiga me informó de que en ferias, verbenas y otras celebraciones de Galicia se venden unas rosquillas típicas llamadas Cristaleiro y que ahora podía adquirirlas online. Para salvar mi recelo a los artículos que se ofrecen en este tipo de celebraciones me aseguró que, a diferencia de las que sirven en la mayor parte de la capital por San Isidro, las gallegas son artesanas, especiales y únicas. Unas grandes desconocidas fuera de Galicia ya que hasta ahora sólo era posible comprarlas en fiestas, en el obrador donde las elaboran o en un puesto del mercado de Travesas. Ha tenido que llegar la nueva normalidad para que por pura supervivencia este dulce centenario, que los más viejos del lugar recuerdan en tenderetes asidos en alambres, haya dado el salto online. Desde este anómalo verano se pueden comprar en toda España y por lo que me cuentan estudian incluso la posibilidad de saltar a Europa. Aprovecho la coyuntura para hacer un pedido de un producto que en condiciones normales nunca hubiera llegado a mis manos.

El paquete me llegó por Correos y sin gastos de envío por superar el pedido la cantidad de nueve euros. En el interior encontré los tres productos que en estos momento ofertan para este servicio: las rosquillas blancas (las de siempre, también conocidas por las del “desayuno” o “para mojar en vino tinto”) están cubiertas por un baño de azúcar, anís y agua, son secas y poco dulces, muy del gusto castellano, con ese puntito a anís que me recuerda a los dulces que de pequeño compraban mis padres en nuestras salidas domingueras a Chinchón; las rosquillas de hojaldre (con un baño de azúcar, miel y agua) son extremadamente jugosas y las favoritas de los paladares más golosos, muy parecidas a los hojaldres de Astorga que compraba de niño cuando hacíamos parada en la maragatería camino al pueblo y finalmente, los trocitos de hojaldre, que vienen a ser como los recortes de masa de las anteriores, perfectas para añadir al tazón del café.

Cualquiera de las tres opciones permite saborear las fiestas gallegas sin salir de casa. La próxima vez buscaré a ver si consigo acompañarlo de una buena queimada.

Rosquillas y trocitos de hojaldre
 
Una de las blancas
 
Mi pedido de rosquillas

Pedidos Rosquillas Cristaleiro
Rúa Párroco Carlos Fernández, 2
36380 Gondomar (Pontevedra)

miércoles, 11 de noviembre de 2020

Gran Lechería - Casa Lucas

Madrid, Madrid, MadRIP... (VII)

No corren buenos tiempos para El Rastro. Los domingos no son lo mismo sin la vida del tradicional mercado. Algunos comerciantes temen maniobras del Ayuntamiento para sustituir el actual por otro más sofisticado, mucho más atractivo para el turista y que podría dejar atrás el castizo ambiente del actual, como sucedió con el Mercado de San Miguel y con tantos otros mercados en esta ciudad. El pretexto para el cambio es tan tramposo como confundir deliberadamente castizo con cutre, tradición con privilegios y carácter con obstinación. El día que especuladores y modernitos consigan esta transformación no sólo perderemos a chamarileros, ropavejeros, cacharreros y vendedores de cintas de los grandes éxitos del Tijeritas sino una parte irremplazable de la identidad de Madrid.

Hoy me fijo en un local que durante tantos años acompañó la vida de este mercado. Se trata del comercio la “Gran Lechería” en la tortuosa calle Carlos Arniches. Este local destaca por una bella fachada de Eduardo Casabellas, ceramista de la escuela sevillana que trabajó en un taller de Puente de Vallecas y del que había otra magnífica obra sita en el número treinta de la calle Ponzano, la “Huevería y Frutería Casa Moreno”, desaparecida en 1992 por culpa de una obra ilegal y con la anuencia del Ayuntamiento, tantas veces negligente a la hora de proteger nuestro patrimonio comercial. La composición de la “Gran Lechería” que, aunque mal conservada aún podemos disfrutar, representa escenas pastoriles acompañadas del rotundo rotulo “leche pura para niños y enfermos”, una afirmación nutricional incuestionable en aquella época. Los azulejos fueron restaurados hace cuatro años por un artesano de Oropesa pero su estado sigue siendo delicado.

Sabemos que la lechería estaba abierta en los años treinta por la posible datación de los azulejos pintados. El primer recuerdo fechado es de los años cincuenta cuando al frente había una robusta señora que vivía en la calle Carnero. Posteriormente, una pareja procedente de un pueblo se hizo cargo del local, aunque quien llevaba la lechería era ella porque el marido tenía otro oficio. Finalmente, en los sesenta llegó desde un pueblo de Ávila la familia que la regentó durante décadas. Compraban la leche en una vaquería de la calle Carnero con Carlos Arniches (hoy Restaurante AlliOlli). Vendían además huevos y conservas. A partir del mediodía el local se trasformaba en bar. Los hijos repartían leche (de vaca, claro está), vino, gaseosas y refrescos a domicilio en un carro cuadrado. Los domingos de mercado delante del local colocaban una tabla sobre cajas de bebidas y empapelaban la fachada cerámica con carteles que anunciaban litronas y bocatas que se podían consumir en el interior. En lo que coinciden todos los consultados es que los inquilinos nunca mostraron interés en proteger los azulejos. Con la jubilación del último miembro de la familia se cerró la historia de esta lechería, pero no la de su decoración a la que deseamos larga vida como reflejo de una época y de una forma de vida que forma parte de este barrio y de esta ciudad.

Las fuentes son los testimonios orales de vecinos del barrio. Un conglomerado de recuerdos, vivencias y rumores. Mi agradecimiento a todos ellos y en especial a Rosa y su madre, sin las cuales este artículo hubiera sido imposible.

Detalle
  
Vista general
  
Firma del autor

Gran Lechería - Casa Lucas
Calle de Carlos Arniches, 25
Barrio de Embajadores (Madrid)
28005 Madrid

jueves, 10 de septiembre de 2020

Horchatería Dolz (Valencia)

Déjame entrar (III)    ESPECIAL HORCHATA: Me chifla la chufa (LVI)

Todas las crisis económicas se llevan por delante comercios tradicionales. Muchos de ellos son sustituidos por otros que se adaptan como un guante a la desgracia ajena (como  los todo a cien, los “compro oro” o las tiendas de segunda mano).  A este triste desenlace no son ajenas nuestras horchaterías. No corren buenos tiempos para la horchata artesana que, en tiempo de escasez deben competir con  los refrescos industriales  con largas fechas de caducidad  y que son publicitados por caras conocidas.

Sólo en un caso de cada mil una crisis ve nacer un comercio que dura  toda la vida. Es el caso de la Horchatería Dolz. Corrían los años setenta y la crisis del petróleo agrietaba los cimientos de la economía mundial.  Juan Dolz,  que por aquel entonces regentaba una tienda textil, decidió transformar su negocio en una  horchatería. Puede que su futuro no fuera a ser más rentable, pero sí, más dulce. Gracias a su inspiración, y por qué no decirlo, a la OPEP, contamos hoy con una gran horchatería.

Con gran visión empresarial y adaptándose a los nuevos tiempos Horchatería Dolz envía desde 2012 su  horchata natural fuera de Valencia. Como este difícil año la precaución me recomienda no acudir a mi cita con el Turia (ni a ninguna otra) decidí hacerles un pedido siguiendo la máxima de la montaña y Mahoma que no reproduzco porque siempre lo resuelvo al revés para disgusto de la Comisión Islámica, Vox y los amantes de los aforismos. Recibes el pedido al día siguiente o cuando elijas (excepto los lunes porque el domingo no se recoge género). Yo  elegí un sábado porque ese es siempre un buen día para hacerse un regalo. 

La horchata llegó a mi domicilio granizada y en perfectas condiciones.  Recomiendo beberla en el día por la insuficiente conservación de las neveras caseras. Acompañé el pedido con deliciosos fartons, “bizcochufas” (magdalenas de harina de chufa) y “chufacookies” (galletas de mantequilla con harina de chufa). Las magdalenas son esponjosas  y con un sabor intenso y sorprendente y las galletas todo un descubrimiento, de textura poco compacta tienen un intensísimo sabor a chufa y un punto final a caramelo que las hacen realmente adictivas. Pero zamparme todo ello con fruición no es, por supuesto, una concesión a la gula sino mi pequeña aportación al mantenimiento de las horchaterías valencianas. 

 
Bizcochufa y chufacookies
 
Mi pedido de Horchatería Dolz

Horchata de Valencia a Madrid
      
Avenida de Blasco Ibánez, 84
46021 Valencia


Localización en mapa de las horchaterías y otros establecimientos que elaboran horchata natural incluidas en la sección ESPECIAL HORCHATA: Me chifla la chufa


viernes, 4 de septiembre de 2020

Restaurante Manolín (Valladolid)

Déjame entrar (II)

Parece que el mundo ha entrado en la nueva anormalidad. La gente vuelve con cara de cobaya de unas extrañas vacaciones limitadas al turismo nacional; los niños se afanan por entender cómo caben treinta pupitres separados 2 metros en un aula de 40 metros cuadrados y los trabajadores se reincorporan a sus trabajos en un saturado transporte público mientras buscan aire bajándose la mascarilla no reutilizable que usan por tercer día consecutivo. ¡Todo controlado!
En un vano intento de responsabilidad individual y en un claro ejemplo de absurda esperanza yo afronté este verano dejando  los viajes para más adelante. Eso suponía también, una renuncia a una de las cosas que más me llenan: visitar restaurantes. Particularmente a esos destinos que visito todos los años donde tengo mi listado de favoritos. Una de esas ciudades es Valladolid,  uno de esos restaurantes es el Manolín y uno de esos manjares su lacón asado cortado en lonchas y tacos.
El Restaurante Manolín sirve desde 1969 el que para muchos es el mejor lacón del país. Los más viejos del lugar todavía recuerdan esa barra con grandes bandejas de ensaladilla y salpicón en la que Manuel cortaba el lacón a la vista del público. Puedes disfrutar su especialidad en restaurante o encargarlo para llevar. También para mi suerte sirve a domicilio. Una vez en casa sácalo de la bolsa de vacío una hora antes, precalienta el horno, y caliéntalo. El próximo confinamiento me pillará con una buena provisión de este manjar en la nevera para que se me haga más llevadero.
El lacón del Manolín en mi mesa
        
El lacón envasado
     
El viejo rincón del lacón (foto de archivo)

Pedidos Restaurante Manolín 
Camino de la Esperanza, 34
47007 Valladolid 

lunes, 15 de junio de 2020

Pastelería La Marina (Villanueva del Pardillo)

 
Soy un defensor del comercio presencial respecto al electrónico. Primero porque no quiero perder el sugestivo contacto directo con los tenderos y el producto; segundo, porque sin nuestras tiendas los barrios serían menos prósperos, diversos y vitales; tercero porque según está montado el comercio electrónico perdemos derechos todos: empleados, consumidores y servicios públicos; y cuarto porque las pelis de Béla Lugosi me enseñaron que no debo invitar nunca a entrar en mi casa a desconocidos por lo que pueda pasar. Y de ahí el nombre de esta nueva sección.
 
Mi habitual y pedestre rutina comercial en la que tan seguro me movía fue trastocada por el Covid-19. Durante esta pesadilla las razonables limitaciones a la actividad y al desplazamiento han paralizado mis hábitos de consumo, experiencias y el propio blog. El cambio más significativo es mi necesaria aproximación al comercio electrónico, una experiencia que no cambia mis preferencias pero que me ha permitido descubrir o reencontrarme con empresas que ofrecen a domicilio productos artesanos de primera que por su lejanía o por carecer de tienda física no me son accesibles de otro modo.
 
Estrena la sección “Déjame entrar” un viejo conocido del distrito de Chamberí. La Marina es una confitería abierta en abril de 1933 por Justo Arranz Arranz. Su local de la calle Alberto Aguilera era un referente de la tradicional bollería de mantequilla. Su producto estrella el ROSCÓN (así, con mayúsculas) que servían todo el año. También me chiflaban sus cruasanes, suizos y brioches, todos con sus masas características y que tanto se diferencia de la monótona bollería de franquicia en la que todo está hecho con la misma masa precongelada.
 
Compré el último roscón en La Marina este enero y me dieron la fatal noticia de su traslado fuera de Madrid. Creí que aquello no era una buena señal para empezar 2020 y a fe mía que no me equivoqué.  El motivo del cierre de la tienda de la calle Alberto Aguilera era la jubilación de algunos hermanos y una oferta por el local. Había asumido que no volvería a probar su roscón hasta que haciendo limpieza durante la pandemia me reencontré con la tarjeta que me ofrecieron en mi última visita (chúpate esa Mary Kondo). Quizás había llegado el momento de comprar de otra forma.
 
La experiencia no pudo ser más satisfactoria. El roscón llega recién hecho con el sabor de siempre.  El tamaño mínimo es de medio kilo y como todo buen roscón que se precie aguanta en perfecto estado una semana. Recomiendan encargarlo al menos con 48 horas de antelación, trabajan sin pedido mínimo y hacen portes a toda la Comunidad de Madrid. También puedes recogerlo en el obrador de Villanueva del Pardillo recordando llevar tu mascarilla que aprovecho para recordar NO se usa para cubrir la barbilla sino la nariz y la boca, porque visto lo visto parece haber una gran confusión con este asunto. Si la nueva normalidad es que la calle esté abarrotada de idiotas que creen que distancia social es el nombre de un nuevo grupo musical creo que pasaré el resto de la desescalada en casa con mis roscones de La Marina.
 
 El roscón de La Marina
 
 Disponible todo el año
  
 Antigua sede de La Marina
   
Calle Enebro, 1, portal 5, local 6
28229 Villanueva del Pardillo