jueves, 29 de diciembre de 2016

El silencio de los corderos


En una granja una niña se despierta en plena noche por un ruido extraño semejante al chillido de un bebé. Se acerca al establo y sorprende a su tío sacrificando corderos. Abre la puerta del redil para liberarlos pero se quedan inmóviles. Desesperada coge uno y huye con él pero hace frío y el animal es demasiado pesado. La historia acaba con la niña en un orfanato y el cordero en El Asador de Aranda. Esta niña con el tiempo se convertirá en la agente Clarice y confesará a Hannibal Lecter que todavía se despierta por las noches y oye chillar a los corderos… en la película la química entre los actores en esta escena funcionó tan bien que el director no creyó conveniente filmar la huída de una joven Clarice cordero al hombro.
 
Este lechazo encontrado en un asador madrileño en el Paseo de Extremadura es aún más turbador que la historia arriba relatada porque te invita a comértelo a él, a sus hermanitos o a otros de sus congéneres con un aterrador y humanizado balido: “veeeen”. De haber dirigido David Lynch “El silencio de los corderos” a buen seguro que a diferencia de Jonathan Demme sí hubiera filmado la huida de la pequeña Clarice añadiendo paisajes oníricos, fetichismo lanar y a este cordero parlanchín en brazos. El resultado más probable de esa noche es que la agente Clarice hubiera acabado con un trauma infantil de no te menees reduciendo a sospechosos con jersey de lana y encañonando al conductor de reparto de Norit. Aterrador.

 


"Beeeeeben y beeeeeben
 y vuelven a beeeeeber
 los peces en el río..."

La Albahaca
Paseo de Extremadura, 102
28011 Madrid

miércoles, 28 de diciembre de 2016

Límite 24 horas en Oviedo

Con esta entrada inauguramos una sección con recomendaciones gastronómicas para sacar el máximo provecho a la visita de una ciudad si sólo dispones de 24 horas. Son establecimientos testados por nosotros, muchos ya tradicionales en nuestras visitas a la ciudad y otros agradables descubrimientos que esperamos repetir tan pronto nos sea posible. Una gran opción tanto si eres turista "low cost" como recluso con permiso penitenciario.

Comenzamos este apartado con la "Vetusta" de Clarín.

Desayuno

CONFITERÍA RIALTO

Oviedo tiene una muy reputada tradición repostera y cuenta con numerosas y muy buenas confiterías que acreditan esta afirmación. Rialto es una de las paradas imprescindibles para el goloso impenitente que visita la capital asturiana. Fundada en 1926 este bastión de la repostería ovetense fue reformada hace ya unos años pero conserva aún ese punto de salón de té decimonónico del que parece que no ha querido desprenderse y que dota de cierto aire decadente a la experiencia de sentarse en sus mesas de mantelería de paño. Lo mejor de desayunar en este rincón no es solo degustar su magnífica bollería (sus caracolas y sus cruasán especialmente) y sus riquísimos pasteles (¡esos milhojas!) sino observar cómo sacan bandejas y bandejas de productos recién elaborados de su obrador situado al fondo del salón hacia el exterior del local sometiendo al comensal a un esfuerzo sobrehumano para no lanzarse sobre el mostrador y señalar con dedo culpable: “Y uno de ésos, y de ésos y ya que estás ….”

Rialto es conocida sobre todo por una de sus especialidades: las moscovitas, unas pastas tipo florentinas realmente deliciosas pero yo sugiero hincarle el diente a unas pastas menos atractivas pero suculentas: sus almendrados. Morder uno de estos manjares y paladearlo suavemente hacen que la palabra almendra adquiera un significado hasta entonces desconocido para cualquier paladar humano.

 Algunas especialidades de Confitería Rialto
 
Cruasán de mantequilla XL 
 
Calle San Francisco, 12
33003 Oviedo

Almuerzo

RESTAURANTE EL FARTUQUÍN

El “trasgu” es un duende muy popular en Asturias. Su afición es cambiarte las cosas de sitio, es decir como una madre pero con las orejas puntiagudas. Este pequeño ser habita sobre todo en las cocinas donde puede trastear a gusto y llevarse tus viandas al estómago, en especial, cuenta la leyenda, le chifla el arroz con leche. A muchos asturianos el personaje les parecerá muy simpático pero yo no remuevo el puchero una hora para que se lo ventile un okupa mitológico... Hay otra versión más agresiva llamado “simiciu”, mucho menos popular y que hace desaparecer niños, pero por mi experiencia con los hijos de los vecinos éstos seres deben de ser pocos o no están nunca cuando se les necesita.

Uno de estos duendes puñeteros y “amigos de lo ajeno” es el símbolo del restaurante El Fartuquín. Esta sidrería familiar abrió sus puertas el 6 de octubre de 2000. Su decoración es rústica: las lámparas de minero, herraduras, llaves, armas de fuego o sartenes comparten escenario con la representación en sus muros de los tres grandes edificios prerrománicos de Oviedo. Pero como podéis imaginar no lo recomiendo por su decoración sino por su económico menú del día con platos superabundantes (raciones asturianas, lo llaman allí), su buena cocina casera y ese amable trato familiar sello de la casa que lo ha hecho un indispensable en los almuerzos de muchos ovetenses.

El menú consta de primero y segundo (a elegir cada uno entre cuatro opciones), postre (entre una gran variedad todos ellos caseros), pan y bebida. El precio del menú normal es de 10 euros (de lunes a viernes) y el especial de 15 euros (de lunes a sábado). Dispones de medio menú por 7,50 euros (que incluye todo menos un plato). Puedes pedirlos para llevar y si eres perezoso o poco ducho entre los pucheros te recomiendo el menú completo y como hacen muchos vecinos que te preparen el otro plato para llevar. Ésta última opción permitirá que sorprendas a tu pareja con una cena casera, sólo tienes que poner la mesa y si decides dejar para la noche la fabada, asegúrate que las velas sean aromáticas.
 
 Sancho I no pudo con estas raciones
 
 Exterior de El Fartuquín
 
Calle Carpio, 19
33009 Oviedo

Cena

SIDRERÍA EL OVETENSE

El Ovetense es una magnífica opción para una cena en la capital asturiana. Este restaurante abierto en 1959 suele estar muy concurrido y cuenta con una terracita a pie de calle aprovechando que la misma está peatonalizada. En manos de la familia de Serafín García desde su apertura sus generosas raciones tamaño astur hacen difícil al forastero de pequeño estómago degustar en una cena más de una ración en una sentada así que me decido por el jamón asado del que había oído maravillas. Y así fue: jugoso, sabroso, acompañado de unas patatinas fritas y una generosa cantidad de su propia salsa que hacen del bollo de pan un compañero imprescindible para no dejar ni una gota en su plato. Ambiente ruidoso y animado las raciones corren por las mesas a la misma velocidad con que se escancia su sidra. La próxima vez caerán además del jamón, el pollo el ajillo, otra de sus especialidades, aunque para eso tenga que haber tomado a la hora de comer un mísero yogur desnatado.

 Jamón asado de la casa
 
Terraza de El Ovetense
 
Calle San Juan, 6
33003 Oviedo

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Bar Santurce (Madrid)

Uno podría pensar que un establecimiento llamado “Santurce” está dirigido por oriundos de esa localidad sita en la margen izquierda de la Ría de Bilbao. Madrid es ciudad de emigrantes procedentes de toda España y muchos abrieron negocios con el nombre del municipio de origen cargados de recuerdos entre los que se destaca la tan trillada foto aérea que en algún caso anima a la visita y en la mayoría de las ocasiones más bien conduce a bloquear ese punto de la geografía nacional del navegador de tu coche.

El origen de la familia que regenta esta tasca desde 1977 no es santurzana, vizcaína ni vasca sino mucho más interior, de la comarca de la Ribera del Duero, en concreto del pueblecito de Adrada de Haza. En el Bar Santurce no se piden “zuritos”, ni se brinda con “txakoli” y a la salida del bar no hay “sirimiri”, en todo caso la puñetera vecina de arriba regando las plantas… pero su especialidad si tiene mucho que ver con la tradición marinera de la localidad: las sardinas.

El fundador pensó que el mejor nombre para un establecimiento dedicado a estos clupeidos era precisamente Santurce, protagonista de la popular canción “Desde Santurce a Bilbao” y puerto marítimo más importante del norte de España. No iba desencaminado, en esta localidad se celebra el viernes anterior al 16 de julio una fiesta donde se asan miles de kilos de sardinas y el primer fin de semana de octubre se realiza el tradicional homenaje a las sardineras. 

A punto de cumplir cuarenta años nada a cambiado en este bar desde su fundación: las sardinas, el mobiliario y la decoración se mantienen tan inalterables como el eterno debate entre sus clientes sobre que hacer con la suciedad acumulada en el local. Mientras algunos sueñan con ver entrar al Sr.Lobo al frente de una cuadrilla de limpieza otros defienden que esa mugre es parte de su encanto… el viejo debate madrileño de dónde situar la espinosa frontera entre lo castizo y lo cutre.

Además de sus sardinas, calamares y pimientos lo mejor de este bar son de largo sus clientes. ¡Y ahí sí que hay casticismo a raudales! Aunque el grueso del negocio lo hace los abarrotados días del Rastro elijo disfrutar este bar entre semana cuando se contagia del pausado ritmo de sus calles y es frecuentado sólo por vecinos que te ofrecen gratis un curso de madrileñismo, una forma de ser y vivir que desaparecerá con ellos y que después no podrá encontrarse ni tan siquiera en las laberínticas almonedas del barrio.

Las míticas sardinas a la plancha del Santurce
 
En Madrid no pueden faltar los calamares
 
¿Vintage? ¿Retro? Viejo... y a mucha honra
 
Plaza General Vara del Rey, 14
28005 Madrid