martes, 22 de enero de 2019

Restaurante Nino (Alcalá de Henares)

A finales de los ochenta acudía con mis padres a una peña madridista de mi barrio donde se comía bien. Al dueño del restaurante no parecía importarle que mi familia fuera blaugrana. Todos eran bien recibidos mientras pagaran la cuenta, no robaran el papel higiénico del baño y evitaran la expresión “y tal y tal”. Recuerdo en una ocasión un privado improvisado en el comedor del que los camareros no paraban de entrar y salir. Le preguntamos a uno de ellos para quién era semejante ágape y nos cuchicheó que para algunas primeras espadas del Real Madrid de entonces, pidiéndonos a continuación que no trascendiera para no ser molestados.

A pesar de la jarana detrás del biombo, la identidad de los participantes pasó totalmente desapercibida para el resto de comensales. Imagino que para no ser descubiertos en lugar de entonar durante el brindis final el “Hala Madrid” éste fue oportunamente sustituido por un sentido “Asturias, patria querida”. Un himno tan perfectamente ejecutado por los merengues que logró emocionar incluso a mi padre que era culé. Desconozco si la emoción de mi progenitor fue producto de sus amadas raíces asturianas, porque intuyó un inminente fin del ciclo ganador madridista (como realmente sucedió) o simplemente porque también habia tomado unas cuantas copas de más.

En la actualidad el único restaurante futbolero que frecuento es el alcalaíno Nino. Cada vez que visito Alcalá de Henares me dejo caer por su local de la calle Mayor no porque me interese en demasía el innoble y mercantilizado deporte del balompié sino por su especialidad: los champiñones a la plancha. Lo que me atrae de esta casa de comidas del año 1953 no son sus paredes repletas de fotografías de futbolistas madridistas sino esa plancha humeante de la entrada rebosante de unos champiñones de primera división. Si los pruebas por muy poco aficionado que seas al futbol entrarás a formar parte de los fanáticos de la Liga de Champiñones.

 Champiñones a la plancha
 
 Interior de Restaurante Nino
 
Mural futbolero
   
Calle Mayor, 70
28801 Alcalá de Henares

martes, 8 de enero de 2019

Bar Sacramento (Sevilla)

Recomendar en Sevilla un bar de huevos fritos puede chocarle a muchos. El lector podría esperar una mención a algún establecimiento con una especialidad relacionada con alguno de los tópicos gastronómicos sevillanos en vez de dedicarle espacio a un plato tan generalista. En mi defensa puedo decir que un ilustre sevillano como Velázquez nunca pintó a una vieja preparando gazpacho, soldaditos de Pavía o pringá sino friendo unos estupendos huevos. Esta es mi pequeña reivindicación hacia el desdeñado huevo frito, ese plato tan popular, tan consumido y, puede que por ello escasamente valorado, que nadie reclama como propio y que a diferencia de otros no provoca disputas regionales para apropiárselo.

El huevo frito cuenta con un escaso reconocimiento público a pesar de que se puedan contar con los dedos de una mano aquellos a quienes no les gusten. El motivo suele ser que muchos consideran que un plato tan “elemental” no justifica pagar por ello cuando uno puede freírse los huevos en su propia casa. Me gustaría saber cuántos de estos “cocinillas” que piden el sushi en Deliveroo y pueden enumerar diez marcas de cerveza artesana son capaces de hacer un buen huevo frito con su yema liquidita y sus puntillitas bien atusadas. Cuánto más si han usado para ello los huevos baratos del súper y un aceite más sucio que la factura de un taller mecánico.

Si lo tuyo también es mojar en la yema, en el barrio sevillano de Feria tienes el Bar Sacramento. Este bar de decoración friki-sesentera abierto en 2013 apostó por el huevo frito en tiempos en los que nuevos establecimientos del tipo gastrotecas, taperías y franquicias surgían como setas. Su secreto, ofrecer un gran producto elaborado con huevos camperos procedentes de la carmonense Granja Solís, aceite de oliva virgen extra, ajos enteros, sal gorda y unas buenas manos. Puedes pedirlos en tapa o en ración acompañado de papas fritas, arrugás o pimientos y en un triple salto mortal, sólo con un informe médico favorable, con chorizo ibérico de Azuaga o morcilla de arroz de Burgos.

Tras esta experiencia entenderás porqué Velázquez pintó una vieja friendo huevos  y no abriendo una sopa Campbell.

 Los huevos fritos del Sacramento
 
 Interior del bar
 
 El "Made in Japan" de Raphael

Calle Feria, 141
41002 Sevilla