miércoles, 9 de octubre de 2019

Ruta de horchatas por Valladolid


Si visitas Valladolid en verano debes saber que durante el día puede hacer mucho calor. En tierra de vinos podrías optar por tirar de riberas, cigales y ruedas para apaciguar la deshidratación pero mi obligación es informarte que en el pasado se han documentado situaciones bochornosas por el consumo en exceso de alcohol: señores en la playa urbana del Pisuerga ataviados solo con corbata, intentado reservar habitación en el palomar del Campo Grande o colocando los pies sobre la mesa delante de otros mandatarios internaciones. Si tú tampoco controlas mi alternativa es una refrescante ruta de horchatas. Quién te iba a decir que la capital de la meseta norte cuenta con varios establecimientos donde elaboran buena horchata natural de chufa.

El barrio obrero de Las Delicias era mi primera parada de la ruta. Frente al paso subterráneo Labradores-Segovia estaba la Heladería El Carrito. Tenía una producción de solo cuatro litros diarios así que tocaba madrugar para asegurarte tu vaso de horchata. Se servía espolvoreada con canela y era de una estupenda calidad. En mi primera visita pude hablar distendidamente con uno de los socios sorprendiéndome gratamente su pasión por la horchata: elaboración, conservación y todos esos detalles que solo sabemos los frikis de la chufa. El resultado una horchata que según me cuenta había logrado la aprobación hasta de un valenciano que desconfiaba poder encontrarla buena en Valladolid. Por desgracia ha cerrado pero pervive en mí su dulce recuerdo.

 
Descanse en paz


Belaria 

Comenzamos la ruta en los altos del Paseo de Zorrilla para descubrir Belaria. Esta pastelería forma parte de la buena pastelería pucelana con locales tan destacados como Maro Valles, Cubero, Bravo o El Sayagués. En verano a los pasteles, bombones y demás dulces les acompañan buenos helados donde destaca uno de queso tan logrado que es capaz de entusiasmar a cualquier aficionado al queso incluso si no le gusta el dulce.

La horchata de Belaria está muy buena pero tiene una pega: una producción irregular. Valoré no incluirla en la ruta porque probarla es más difícil que intentar acabar con John McClane y conseguir audiencia con el Papa el mismo día. La temporada pasada no logré hacerlo incluso los días que confirmó la tienda que sí la despacharían. Acércate, cruza los dedos y si al entrar encuentras la jarra con la horchata dirígete a la administración de lotería más próxima para echar una Bonoloto porque es tu día de suerte.

Horchata de Belaria
 
Exterior


Heladería La Toscana 

Seguimos por el Paseo de Zorrilla en dirección al centro hasta el Campo Grande. Una extraña marquesina amarilla que parece inspirada en una pieza de Lego gigante señala nuestra tercera parada. La Heladería Toscana abierta en Valladolid en 1985 es heredera de otra antiquísima con el mismo nombre que cerró hace unos meses en Zamora. Es probablemente la horchata menos dulce de la ruta. Puedes tomarla en su interior que todavía conserva el encanto de las heladerías “viejunas” y también en su agradable terraza. Mi consejo es pedirla para llevar, entrar al colindante parque y disfrutarla a la sombra de algún árbol con su copa libre de pavos reales a menos que no te importe acompañarla por los “toppings” descargados desde sus regios culos.

 Horchata de La Toscana
 
Su extraordinario panel (ahora oculto)


Helados y Turrones Manuel Iborra 

La historia de este negocio se remonta a finales del XIX cuando el jijonenco Manuel Iborra García llegó a la ciudad con su tío para vender turrones. Desde entonces no faltó a su cita salvo durante la guerra civil. Su hijo Manuel Iborra Planelles fija el negocio comprando en 1957 el actual local en la calle Lencería añadiendo helados para abrir también en verano. Heredó la empresa en 1969 el actual patriarca, Manuel Iborra Sánchez, que recientemente fue homenajeado por el Ayuntamiento por sus cincuenta años al frente del negocio.

No es difícil encontrar una cola de clientes que nos indiquen el camino ya que Helados y turrones Manuel Iborra no es solo la heladería más antigua de Valladolid sino también  toda una institución. Acabar en Iborra tras cenar por el centro es una tradición local que se remonta a los primeros debates sobre el soterramiento de las vías del tren. Siempre que visito la ciudad procuro comprar su turrón que como hace más de un siglo sigue llegando de Jijona y en verano no dejo de degustar su horchata que, al igual que los helados, son elaborados  en el obrador situado en el mismo local. 


 Horchata de Iborra
Interior de heladería de toda la vida

Belaria
Paseo de Zorrilla, 90
47006 Valladolid

Otro local en:
Paseo de Zorrilla, 336
47008 Valladolid 

Heladería La Toscana
Paseo de Zorrilla, 30
47006 Valladolid

Helados y Turrones Manuel Iborra
Calle Lencería, 2
47001 Valladolid

Localización en mapa de las horchaterías y otros establecimientos que elaboran horchata natural incluidas en la sección ESPECIAL HORCHATA: Me chifla la chufa


martes, 8 de octubre de 2019

Pastelería Auseva (Oviedo)

Todos tenemos en la familia alguien que borda un plato. En el caso de mi abuela paterna eran las casadielles. Para el que no sea asturiano las casadielles son unas empanadillas dulces rellenas de nuez y un toque de anís, y que usadas como vitualla permiten subir el Angliru con la bicicleta a la espalda. Como no me preocupé en su día por pedir a mi abuela la receta, tras su fallecimiento no volví a disfrutar de casadielles caseras. He buscado por internet y pedido recetas a conocidos pero la pereza me ha impedido comprobar si alguna de ellas se parece a aquellas deliciosas que preparaba mi abuelita. Así que ahora no me queda más opción que comprarlas.

Mi espíritu goloso y mi naturaleza glotona me han hecho probar unas cuantas casadielles en tierras asturianas (y en ocasiones fuera de ella). De entre todas mis favoritas son las de la pastelería Auseva. Este comercio ovetense fundado por una familia gallega y que después pasó a manos de un pastelero ya hace trece años. En ocasiones muchas casadielles pecan de tener un exceso de masa (sobre todo en los bordes), cuesta encontrar el relleno y a veces resultan algo pesadas. Las de Auseva tienen una fina capa de hojaldre de mantequilla, un relleno delicioso y resultan ligeras. Además de estas delicias cuentan con pastelería variada, comidas preparadas y unas deliciosas empanadas elaboradas tanto con hojaldre como con masa de pan y entre las que yo destacaría la de carne guisada.

 Casadielles de Auseva
 
 Empanada de carne guisada
 
 Fachada exterior
   
Avenida de Galicia, 11
33005 Oviedo

lunes, 7 de octubre de 2019

Ruta de horchatas por Bilbao

ESPECIAL HORCHATA: Me chifla la chufa (LIV)

La horchata, como todo el mundo sabe, es del mismo Bilbao. Las “txufas” con las que se elabora este preciado trago proceden de la huerta de Alboraya que se localiza una vez pasado Basauri. Tras permitirme esta “bilbainada” os informo de que además de otros muchos encantos, Bilbao cuenta con cuatro establecimientos que venden este manjar, un número que la sitúa como la ciudad horchatera de referencia del Norte. Si comparamos Bilbao con su rival San Sebastián al menos en este punto los primeros ganan por un contundente cuatro a uno. Un resultado que no se ve en un derby en San Mamés desde tiempos de Iribar. Paso a descubrir los locales que en Bilbao venden horchata de elaboración propia antes de sentir el aliento de los cachorros del Athetic detrás de mi nuca.

La horchata de la familia Iváñez

Una canción conocida entre las cuadrillas cuenta la historia de un inglés que vino a Bilbao y “ya no se quiso marchar”. En el improbable caso que un día los chiquiteros sustituyan el vino por la horchata podrían dedicársela a los Iváñez. Su vinculación con la ciudad comienza hacia 1850 cuando Miguel Galiana llegó desde Jijona con su carro cargado de turrones por Navidad (cuándo sí no). El producto se vendía en los portales de las calles Correo y Bidebarrieta. Al precursor le sucedió su yerno Eladio Iváñez y así hasta hoy.

Gracias a esa familia para mí Bilbao es sinónimo de buen turrón. Descubrí su increíble Jijona en mi primera visita a la capital vizcaína hace un porrón de años cuando el ariete Aritz Aduriz todavía era alevín. Desde entonces no puedo irme de la ciudad sin hacerme con un buen botín. Es tal mi habilidad para aprovechar hasta el último resquicio de mi maleta para llenarla de tabletas que podría asesorar a la Ertzaintza para descubrir los fajos de los “muleros” en el Aeropuerto de Sondica.

Con el paso de los años el portal ha sido sustituido por sendas tiendas a pie de calle y la estacionalidad navideña por una venta durante todo el año. Los dos establecimientos se sitúan en diferentes números de la emblemática calle Correo. A los turrones y otras especialidades jijonencas se le ha añadido helados y, por supuesto, horchatas que se elaboran en los obradores independientes que tienen en Alicante.

 Horchata de Adelia Iváñez
   
Helados

Calle Correo, 12
48005 Bilbao (Vizcaya)

Horchata de Turronería Iváñez

Fachada exterior

Calle Correo, 23
48005 Bilbao (Vizcaya)

Heladería Nossi-bé

Si tu única referencia cultural vasca es La Oreja de Van Gogh es probable que pienses que “nossi-bé” se trate de algún deporte rural de la tierra para cuya práctica es necesario doparse con chuletones de a kilo. La realidad es que cuando se fundó esta tienda como tostadero allá por 1911, la vainilla y el cacao con el que trabajaban procedía de esta isla de Madagascar y de ahí su nombre. Hoy en aquel paraíso del canal de Mozambique poblado de hoteles no queda espacio ni para cultivar  “Cacao Maravillao”. No le faltan tampoco turistas a esta heladería famosa por helados con sabores de lo más atrevidos como de chirriones, bacalao, uvas con alga espirulina, kalimotxo o cerveza que puede que no atraigan a mucho gourmet pero sí que a los suficientes curiosos como para que merezca seguir elaborándolos. Gracias a Dios, la horchata que producen es simplemente horchata, sin sabores osados ni otras estridencias.


 Horchata de Nossi-bé

Fachada exterior

Heladería Nossi-bé
Calle Navarra, 1
48001 Bilbao (Vizcaya)

Heladería Alaska

De Bilbao de toda la vida. Esta heladería abierta desde 1952 es la última que he tenido la fortuna de conocer quizás porque su público son fundamentalmente vecinos. Al no contar con los helados a la vista, mi primera impresión fue la de entrar en una cafetería. Pero allí no solo descubrí la que es en mi opinión la mejor horchata de Bilbao sino que además pude conversar con ellos. Me comentaron que la tenían todo el año y que en verano se vendía muy bien. Mientras disfrutaba de mi horchata entre el animado servicio de meriendas y helados tuve ese pálpito cada vez menos frecuente de encontrarme en uno de esos negocios a los que apetece siempre volver.


 Horchata de Alaska

Terraza

Calle Marqués del Puerto, 10
48008 Bilbao (Vizcaya)

Localización en mapa de las horchaterías y otros establecimientos que elaboran horchata natural incluidas en la sección ESPECIAL HORCHATA: Me chifla la chufa


domingo, 6 de octubre de 2019

Obradores de chocolate que no son un marrón

Hace décadas no había ciudad en España sin uno o varios obradores de chocolate artesano. Hoy, a falta de bosques, una ardilla podría atravesar la Península Ibérica saltando sobre las ruinas de estos negocios. Los pocos obradores que han llegado a nuestros días deben competir en desigualdad con las onzas de grasas vegetales aderezadas con cacao que pueblan los supermercados, los productos gourmet avalados por el “chef” de moda metido a chocolatero después de su buena experiencia promocionando sartenes de teflón y el imparable avance de los despachos de franquicias del chocolate industrial. Este artículo es un homenaje a los obradores que tantos bocados de felicidad me han dado y tanta endorfinas me han hecho segregar. El listado está abierto a nuevas incorporaciones de nuestros lectores para entre todos los amantes del chocolate confeccionar un listado de obradores tradicionales.


Chocolates Subiza (Pamplona)

En la desquiciada ruleta informativa donde un mismo producto pasa de superalimento a enemigo de la civilización, el chocolate está en su mejor momento. En la actualidad se le atribuyen infinitas propiedades entre las que destacan su poder antioxidante, la reducción del colesterol, la protección de la piel del sol y beneficios para quien práctica deporte. En mi casa se ha comido chocolate siempre, al igual que nunca ha faltado el aceite de oliva y el pescado azul, incluso cuando consumir estos productos estaba peor visto que descorchar en público una botella de cava por la muerte de Chanquete.

No sé si el chocolate es tan bueno como ahora se dice pero descarto que sea malo si nos fijamos en el chocolatero Jesús Subiza que a sus 98 años todavía visita a diario su obrador y está pendiente de todo el proceso. Si tienes la fortuna de charlar con él podrás comprobar cómo lo hace con una envidiable lucidez. Los orígenes del negocio familiar se remontan a 1841 y Jesús comenzó en el negocio familiar con 17 años tras movilizar el ejército a sus hermanos en la guerra. En 1958 se trasladó de Erro a Pamplona con su hermano mayor Gerardo. Su obrador-tienda de la calle Amaya es una visita imprescindible en Pamplona. Si no se tiene posibilidad de acercarse a Pamplona se pueden encontrar sus chocolates en alguna tienda de Madrid.

Tienda y obrador de Subiza

Calle Amaya

Calle de Amaya, 30
31004 Pamplona

Bombonería Pons (Barcelona)

Me chifla lo industrial. Y no me refiero a pasear por un polígono de extrarradio plagado de insulsas naves cuadradas hasta más de allá de donde alcanza la vista sino a la arquitectura industrial del siglo pasado, hoy casi arqueología, con sus viejas fábricas de metal y ladrillo, sus imponentes chimeneas y su adusta y a la vez elegante estética utilitarista. Si eres de los míos en tu próxima visita a Barcelona no olvides visitar Sants.

El barrio de la “La España Industrial”, “Can Batlló” y el “Vapor Vell” conserva orgulloso numerosos restos de su pasado obrero. Además de por todo esto, la visita merece la pena para conocer otra Barcelona y sus gentes, un vecindario con fuerte sentimiento de pertenencia al barrio, con una fama de reivindicativo que viene de lejos y que ahora se resiste a ser devorado por cafeterías cuquis con paredes blancas, sillas estudiadamente desparejadas y camareros barbudos y tatuados.

Entre todas las fábricas que puedes visitar no olvides hacerlo a una muy especial. Pons es una fábrica de “bombones, chocolates y turrones” como indica su fachada. Abierta por Urzisina Serrano en 1960 este negocio es cien por cien Sants: sus propietarios son en parte hijos de la emigración (extremeña y aragonesa). Dentro se trabaja duro porque dispone de obrador propio y muchos de sus clientes son vecinos. Por origen, compromiso y calidad Pons es de esos negocios que tanto necesitan y dignifican nuestros barrios.

 Obrador en Sants

Tableta de chocolate negro de Pons

Calle Orzinelles, 78
08014 Barcelona

Genescà Xocolates (Sabadell)

Si el barrio de Sants tiene pasado industrial qué decir del “Manchester catalán”. Sabadell es cuna de “Vapor Buxeda”, “Vapor Codina” y “Vapor Badia”. La palabra vapor que ahora se identifica solo con el fugaz negocio del cigarrillo electrónico entonces estaba unida a innovación, progreso y riqueza. Las fábricas del Vallés fueron tan prosperas que los padres de entonces aspiraban desposar a su hija con un “rico industrial del textil catalán”, algo que yo jamás exigiría a un hijo si puedo colocarlo antes en una familia de maestros chocolateros, horchateros o pasteleros y logro por esa gestión acceso ilimitado a sus productos.

En Sabadell el chocolate lleva el apellido Genescà. Joaquim Genescà abrió el negocio como pastelería en la Rambla de Sabadell en 1928. Fue el creador de las “belgues”, láminas elaboradas con harina, nata, mantequilla y azúcar por la que son famosos y que hoy es el dulce típico de la ciudad. En 1992 el negocio pasa a especializarse en el chocolate. Genescà produce en el obrador “belgues”, pasteles, “panellets”, cocas y roscones en temporada. Entre los productos de chocolate destacan bombones, tabletas, tejas y rocas, entre otros muchos productos, que puedes elegir en su tienda. Llaman la atención sus números y letras de chocolate para celebraciones.

 Interior de Genescà

Mi "chuche" por Sabadell

Rambla, 152
08201 Sabadell

Chocolate San Lázaro (Rascafría)

Cuando salgo de ruta por la sierra de Madrid la tradición es hacerlo con un bocata de aceitunas con anchoa, una tartera con queso y membrillo y un buen puñado de frutos secos. La dieta no está aprobada por la Federación Madrileña de Montañismo pero tampoco la típica combinación de paella y sangría parece lo más conveniente para un día en la playa y veo los chiringuitos repletos de bañistas. Si por el camino necesito un extra de energía sustituyo las sobrevaloradas e insulsas barritas energéticas por la alternativa natural del turrón de Alicante o el chocolate negro.

Si el destino es el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama hago parada en Rascafría para comprar vituallas en “Chocolate San Lázaro”. Esta chocolatería comienza su historia cuando Carlos San Lázaro se introduce en el mundo del chocolate en los años ochenta. Más tarde se le uniría su mujer Feli incorporando la bombonería. En la actualidad son los sus tres hijos los que llevan el negocio. Este obrador trabaja con cooperativas de productores, el proceso de elaboración es artesanal y no incorporan grasas vegetales ni animales. El resultado es una producción limitada que sólo puede adquirirse en la propia fábrica.

 Sede de Chocolate San Lázaro

Su obrador

Chocolate San Lázaro
Avenida del Paular, 35
28740 Rascafría (Comunidad de Madrid)

Bombones Peñalba (Oviedo)

En la película de Woody Allen “El dormilón” su protagonista, tras ser congelado por un error médico despierta en el año 2174 en un mundo donde descubre que toda la comida que en los setenta evitaba por ser perjudicial en realidad era de lo más saludable. El chocolate era uno de los alimentos indultados por la ciencia en ese futuro distópico.

Puede que, además de por ser un genio cinematográfico, Oviedo tenga una escultura del cineasta justo frente a una bombonería. Bombones Peñalba endulza el buen paladar ovetense mucho antes de que a Woody Allen le pisotearan las gafas en Brooklyn por vez primera. La descubrí gracias a la Teniente Transaminasa que tiene contactos en Vetusta y que por ello cuenta con un suministro de dulces de esta maravillosa ciudad. Gracias a la generosidad de mi amiga conozco maravillas como las “nuglass” de Camilo de Blas o las “canelas” de Diego Verdú Monerris. Ella siempre se refería con pasión a los bombones de Peñalba pero yo siempre llegaba tarde para catarlos porque caían más deprisa que un Playboy a la salida de un instituto. En el último paquete fui mucho más rápido y pude finalmente catarlos. Y sí, como ella misma afirmaba, son definitivamente los mejores bombones que he probado.

 Fachada de Peñalba

Causa de más placer que el "orgamastrón"

Calle Milicias Nacionales, 4
33003 Oviedo

Chocolatier Peñín (La Bañeza)

Los veranos de mi infancia transcurrieron en casa de mis abuelos en un pueblo minero leonés. Cuando bajaba a la despensa además de botillo, empanada y queso de cabra no faltaban onzas de chocolate de la tierra. Cuando evoco los sabores de aquellos años uno de ellos es el del chocolate a la taza elaborado en aquella vieja cocina de carbón. En la actualidad en León se sigue fabricando buen chocolate y aunque mi familia conserva la casa y con ella su antigua cocina, la reconversión minera impide que tenga con qué encenderla como no sea el carbón dulce que reciben los niños por Reyes.

Una de las fábricas de chocolate de la provincia es la de “Chocolatier Peñín”. Los defensores del dialecto leonés hubieran preferido que se hubiera llamado “Chiculareru Peñín” pero las cosas como son, en francés suena mucho mejor y tampoco es que engañen ya que su fundador, Jacinto Peñín, natural de Herreros de Jamuz, se formó y trabajó en París donde obtuvo el título oficial de Maestro Pastelero Chocolatero. En 1984 abrió tienda en La Bañeza y cuatro años después otra en Astorga. El obrador de la marca está situado desde 2003 en Valderrey.

 Despacho en La Bañeza

Algunas marcas de chocolate leonés

Si quieres saber más sobre el chocolate leonés visita el siguiente enlace.

Chocolatier Peñín
Calle el Reloj, 5
24750 La Bañeza (León)

Trufas Martínez (Valencia)

En mi etapa en el instituto yo no solía quedar con los compañeros fuera de clase. La relación con ellos era cordial pero no teníamos nada en común. Justo lo contrario que le ocurre a Ciudadanos y Vox. Recuerdo un viernes en el que me propusieron otro plan para el “finde” que yo ya iba a rechazar hasta que oí algo que me obligó a pasar a escucha activa: “Amigo, no digas sábado, di Chocolate ¿te vienes a Valencia?” Sonaba fenómeno y tenía sentido: Sueca, Torrent o la misma Valencia eran famosas por sus obradores de chocolate. Mi espíritu misántropo se vio superado por mi naturaleza golosa. Era mi oportunidad para conectar haciendo algo que me gustaba con esa pandilla de adolescentes con los que, salvo por la edad, no compartía nada. Estaba a punto de aceptar la oferta cuando puntualizaron que “Chocolate” era en realidad el nombre de una famosa discoteca de la Ruta del Bakalao. No pudo ser. Tuvimos que esperar un año más para por fin hacer todos algo juntos: examinarnos de la Selectividad.

Hoy la discoteca “Chocolate” es un centro de desintoxicación y algunos de aquellos obradores de chocolate están cerrados. Por fortuna la valenciana Trufas Martínez sigue en pie. A diferencia de los nuevos locales pijos que se anuncian como “obrador” sólo por fundir gotas de chocolate Valrhona o Cacao Barry, en este establecimiento elaboran su propio chocolate con recetas de antaño. Esta casa fundada en 1931 es conocida por su “cubanitos”, tabletas y láminas de chocolate, pero por encima de todo por las trufas, que elaboran desde los años cincuenta y que hoy les da nombre. Destaco el delicioso relleno de sus trufas clásicas que resulta adictivo para un amante como yo de la almendra y la avellana. Le pregunto a Teresa cuántas trufas elaboran y su respuesta es que su número es variable porque se elaboran a diario y bajo demanda. Una apuesta por la frescura del producto que marca la diferencia. ¡Para chuparse los dedos!


 Interior de Trufas Martínez
   
Mini tabletas de chocolate

Trufas Martínez

Calle Ruzafa, 12
46004 Valencia

Calle San Ignacio de Loyola, 20
46008 Valencia

sábado, 5 de octubre de 2019

Bodegas J. Cuesta

Madrid, Madrid, MadRIP... (VI)

Ha cerrado un símbolo comercial del barrio de Pacífico. La Bodega J. Cuesta llevaba abierta desde 1936. El establecimiento que sobrevivió a la guerra civil a pesar de estar en una localización caliente por su proximidad a los cuarteles de Pacífico capitula ahora sin necesidad de haber recibido un solo proyectil. Su último responsable no pertenecía a la familia fundadora pero, además de la actividad, mantenía el nombre, la estética de antaño y su característica caja registradora “National”. El precio de venta del pequeño local es de 350000 euros. Muchos vinos tendrá que vender el que pueda estar interesado en dar continuidad a la bodega. Por ese precio y en esa zona mucho me temo que lo único rentable será un negocio de uñas chinas con “final feliz” en la planta de abajo.

 

Bodegas J. Cuesta
Avenida de Menézdez Pelayo, 105
Barrio de Pacífico (Retiro) 
28007 Madrid