viernes, 23 de junio de 2017

Pastelería Casa Hidalgo (Cádiz)

No soy hombre temeroso de Dios y doy fe que mi profesora de religión del colegio lo intentó por todos los medios. La recuerdo enfebrecida leyéndonos en clase las horribles descripciones sobre el infierno de Dante, Wetti o Tundal. No le faltaba interés, esfuerzo y pasión pero tenía un público difícil: los niños criados en el Villaverde de entonces éramos poco impresionables. 

Sabedora del poder persuasivo de la imagen un día apareció con el retroproyector del director para las grandes ocasiones. Sobre el gotelé blanco de la pared nos mostró escenas del Averno de El Bosco concluyendo que era el destino deparado al pecador; pero a nuestros ojos ya era una mejora comparado con el parque de los Pinos de San Cristóbal donde entre otros seres espeluznantes moraba el “camello” bípedo sin joroba.

Pasaron muchos años hasta que encontré una iconografía religiosa aterradora. Fue en tierra de buenas viandas, en Santiago de Compostela y concretamente en la escena del juicio final del Pórtico de la Gloria. 


Cuando contemplé a ese pobre pecador eternamente condenado a tener una soga en el cuello que le impide comerse una empanada, me recorrió un escalofrío por la espina dorsal. Sí, ahí estaba el infierno y en verdad era tan aterrador como había descrito la sita Charo. Desde que tuve esa terrible visión como todas las empanadas gallegas que puedo, para saciar en esta vida terrena las carencias que tendré en la otra vida.

En mi último viaje a Cádiz no pude resistirme a saciar mi apetito, y mi curiosidad, por las empanadas gaditanas de Casa Hidalgo. La responsable de introducir este producto ahí abajo es una gallega, Maruja Louro, pionera de la empanada en Cádiz. Si hoy es un producto común en la ciudad es gracias a ella. Comenzó a elaborarlas en los años sesenta y son el emblema de la pastelería.

Están elaboradas con masa de pan (a mi entender las mejores) y son de diversos tamaños y rellenos: carne, bacalao, caballa o pollo. La empanada de la casa, que no debes dejar de probar, es la individual de bonito elaborada con tronco de atún, pimiento, tomate y cebolla. Te hará sentir como si estuvieras en la misma Plaza del Obradoiro con una banda de gaiteros de música ambiente. Yo si viviera en Cádiz comería las empanadas de Casa Hidalgo todos los días sin medida no sea que el Maestro Mateo tuviera una visión acertada del Averno: un lugar de sufrimiento eterno sin empanadas.

Fachada de la gaditana Casa Hidalgo

Ésto sí que es entrar en el Paraíso...

Las empanadas gallegas de Casa Hidalgo

Plaza de la Catedral, 8
11005 Cádiz

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