viernes, 14 de agosto de 2015

"Making of" de un vaso de horchata


La moderna pedagogía hace que a los niños hoy en día se les lleve a excursiones a granjas escuela o a visitar campamentos urbanos que los acerquen a los valores del reciclaje, la interculturalidad y el buen rollito. En mi época las cosas eran distintas. Las excursiones escolares solían ser a cementeras, salas de despiece y plantas de reciclaje industrial que hacían que en esas jornadas sin clases añorase incluso al implacable profesor de gimnasia que había llegado al colegio desde la RDA acusado de mala praxis por los padres de los alumnos. Obviamente, no guardo buen recuerdo de aquellas actividades. Las visitas a las plantas industriales se organizaban con la mejor intención para mostrarnos qué le esperaba a un niño de Villaverde si no continuaba con los estudios y ¡ya creo que surtía efecto! Al menos conmigo. Las inhalaciones de metales pesados por el humo de soldaduras, las altas temperaturas frente a hornos de vagoneta y la nunca aclarada desaparición de ese compañero de cuarto curso en la planta trituradora de madera fueron decisivas para descubrir que mi verdadera vocación era ser funcionario. Así que cuando Heladería Los Alpes se puso en contacto conmigo para invitarme a conocer el proceso de elaboración de la horchata en su obrador pensé que era una buena oportunidad para quitarme ese mal sabor de boca y que lo más peligroso que me podía pasar era caer por mi propia imprudencia en la cuba de la horchata cual Obélix talludito en la marmita de poción mágica.

El obrador de Heladería Los Alpes se encuentra desde hace una década en un local de cien metros cuadrados en el barrio madrileño de Alto Extremadura. Con anterioridad la producción se realizaba en el obrador de la heladería en el distrito de Moncloa, primero en su sótano y más tarde en planta calle a la vista de los clientes y de la que ya hablamos recientemente en este artículo. Guillermo hijo, tercera generación de una familia de heladeros me recibe en el obrador de la heladería a las once de la mañana. Me invita a entrar a la zona de trabajo pero antes hay que ponerse una mascarilla por higiene (pude comprobar que el obrador a pesar del trasiego del trabajo está limpio y ordenado). Lo primero que me muestra es la cámara de frío con una capacidad de 5000 litros de helado y con una temperatura constante de -33º. A continuación pasamos a la sala de producción donde se encuentra la maquinaria y el personal que elaboran los helados y la horchata.

Me muestra primero las máquinas donde se elaboran 800 litros de helado diarios. En ese momento preparan uno de crema catalana. Para este helado en concreto emplea huevos ecológicos extremeños (pequeños porque son los mejores). Todos los productos que usan para sus cremas son de primerísima calidad: nata irlandesa, yogurt artesano catalán, pistacho siciliano, avellanas del Piamonte, limón murciano, naranjas valencianas, aceite de oliva de la Sierra de Cazorla, etc. Por ejemplo, para el helado de fresa que en ese momento está en el proceso final de elaboración han usado fresas ecológicas y como colorante natural remolacha porque no usan ningún producto químico y todo es totalmente natural. Las frutas más perecederas las compra en fruterías del barrio, hoy ha encontrado buen plátano canario (con bananas no salen buenos helados). A los buenos productos que utilizan hay que añadir que no inyectan aire al helado, así si una tarrina de litro de helado industrial tiene un peso de neto de 475 gr. aproximadamente, aquí no baja de 750. Me da a probar ricos helados de varios sabores hechos en el obrador durante esa misma mañana: mantecado (una de las especialidades de la casa), el ya comentado de fresa y el de… ¡horchata!

Ya superado mi trauma infantil con las fábricas y los obradores y con el excitante sabor de la horchata en mis papilas gustativas llega el momento más esperado (y la causa de tantos sueños frescos y húmedos las noches previas a la cita) Guillermo me muestra el proceso por el que se convierte el néctar de chufa en auténtica horchata:

-Comenzamos, como no podía ser de otra manera, por la materia prima: la chufa. Heladería Los Alpes compra sacos de chufa con el sello de la D.O. Chufa de Valencia de la casa Panach (mítica horchatería de Alboraya y también cosecheros). Trabajar con chufa valenciana marca la diferencia. La chufa del sur de África muy introducida en el mercado español es más barata pero menos dulce que la valenciana por lo que precisa incorporar más azúcar durante el proceso de elaboración transformando el resultado final. Se puede apreciar la diferencia entre una chufa valenciana de otra africana con un simple corte longitudinal. Mientras la nuestra tiene en el interior un color tostado y un corazón más claro en el centro; la africana es pálida, uniforme y sin ninguna marca. No nos debería extrañar esta intromisión cuando las baldas de nuestros supermercados están inundadas de réplicas que tienen siempre como denominador común que son más baratas y no saben a nada: pimientos del Padrón que no son gallegos (Almería, Marruecos…), pimientos del piquillo de Lodosa que no son navarros (Extremadura, Perú…) y un largo etcétera.

Saco de chufas con D.O. Panach
 
-El siguiente paso es lavar y desinfectar las chufas. Primero se lavan con agua en arrastre para eliminar tierra y otras impurezas que acompañan a las chufas secas. A continuación pasan a un depósito con agua al que se le añade sal gorda (4,5 litros por cada 40 litros de agua) para eliminar las chufas deficientes (huecas o malas) que al resultar menos densas que el resto se delatarán al aparecer flotando en la superficie. Una vez eliminadas las chufas defectuosas se retira el agua y se aclara abundantemente con agua para eliminar los restos de salmuera. A continuación se pasa al desinfectado de la chufa añadiendo lejía alimentaria (6,5 litros por cada 40 litros de agua) durante una hora (el tiempo mínimo recomendable es de cuarenta minutos) para eliminar gérmenes y bacterias. Para terminar esta etapa se realizan continuos cambios de agua hasta que se eliminan los restos del germicida. Al finalizar este proceso de lavado y desinfectado se habrán gastado nada menos que 500 litros de agua para sólo 25 kilos de horchata. Como curiosidad subrayar que Guillermo me comenta que el secreto para que la horchata no se corte durante las tormentas de verano (no es una leyenda rural) es un buen lavado.

 Obrador donde se elabora la horchata
 
-A continuación hay que triturar y batir el producto. Las chufas ya lavadas y desinfectadas desfilan por el molino y de ahí directamente a la batidora. Durante todo el proceso se añade agua con manguera en el molino y en forma de ducha en el depósito de batido. En el caso de Madrid no es necesario que ésta sea destilada ni embotellada por la reconocida calidad del agua del Canal de Isabel II (en su día ya me comentaron el Horchatería Cullera la buena horchata que salía en Madrid gracias a su agua). Es importante que el añadido de agua sea poco a poco para que la chufa no quede aguada y saque perfectamente el sabor que contiene además del almidón (sustancia muy beneficiosa para nuestra salud). El resultado es una horchata con sabor y con todas sus propiedades.
 
Triturado de la chufa en el molino

La batidora en acción
 
-El jugo resultante del proceso de triturado y batido anterior que se encuentra en el depósito pasa por un grifo hasta un cubo al que se le incorpora en su parte superior un colador metálico con el objeto de filtrar los restos del tubérculo.

Filtrado con un simple colador
 
-Cuando se ha completado el batido se pasa a prensar el contenido del depósito de manera manual para aprovechar el jugo restante.

Restos de chufa para prensado manual
 
-Todo el jugo recogido en el cubo se pasa a una granizadora para enfriar el jugo resultante. Está maquina bate el producto a una temperatura entre 2 y 3 grados. En este momento es cuando se debe añadir azúcar. Es el fin del proceso de elaboración de la horchata en el que los iniciales 15 kg. de chufa se convierten 3 cubos (80 litros) de horchata natural lista para consumir. 

Granizadora trabajando a pleno rendimiento
 
Las dos tandas diarias de horchata que se producen de lunes a sábado entre marzo-abril (dependiendo del tiempo) y octubre son distribuidas a dos establecimientos de Heladería Los Alpes, uno en Madrid y otro en Torrelodones. Allí se conservan a una temperatura constante de 2º (entre -2º/-4º cuando es granizada) lista para consumir.

El resultado final tras un largo proceso
 
Mi agradecimiento a Guillermo por enseñarme su obrador, por sus magníficas explicaciones y por su generosidad. Que un adicto a la chufa como yo haya podido presenciar este proceso en directo no ha sido sólo un sueño ¡ha sido la rechufa!


También puede interesarte:


Localización en mapa de las horchaterías y otros establecimientos que elaboran horchata natural incluidas en la sección ESPECIAL HORCHATA: Me chifla la chufa 


2 comentarios:

Unknown dijo...

Fantástica reproducción.

Teniente Transaminasa dijo...

Gracias Mila. Pero si bueno es leerlo mejor fue presenciarlo. El empirismo es un gran invento. Un saludo.