miércoles, 13 de mayo de 2015

Rosquillas de San Homer

Muerto, rematado y emplatado (VIII)

En estas fechas todas las pastelerías de Madrid ofrecen las rosquillas de San Isidro. Dulce de irrefutable origen madrileño su consumo se extiende desde el primero de mayo hasta el final de las fiestas de San Isidro Labrador. Hay cuatro variedades: tontas (sin cobertura), listas (cobertura de limón), Santa Clara (cobertura blanca de merengue) y francesas (cobertura de almendra picada). Además de las pastelerías de toda la vida a esta tradición se suman franquicias de pastelería, tiendas de alimentación y supermercados para satisfacer a paladares poco exigentes.

En el escaparate de una conocida franquicia de pastelerías conocida por sus cruasanes parcialmente hidrogenados y cuyas tiendas en Madrid proliferan como las sonrisas de los políticos en campaña electoral encontramos esta versión de las rosquillas de San Isidro. Este fotomontaje de un grupo de rosquillas sobre castizos cuadros de Vichy sería rechazado hasta por el diseñador de las portadas de La Razón. Bañadas con colorantes sacados de la paleta de un pintor de brocha gorda y con aspecto de haber sido horneadas con una base de plutonio en el reactor de la Central Nuclear de Springfield harían las delicias del mismísimo Homer Simpson. Si después de ver este cartel aún tienes ganas de comerlas es que valoras tanto la tradición como tu bolsillo.


 "Mosquis, mi creación rosa refulgente para San Isidro..."

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