domingo, 6 de octubre de 2019

Obradores de chocolate que no son un marrón

Hace décadas no había ciudad en España sin uno o varios obradores de chocolate artesano. Hoy, a falta de bosques, una ardilla podría atravesar la Península Ibérica saltando sobre las ruinas de estos negocios. Los pocos obradores que han llegado a nuestros días deben competir en desigualdad con las onzas de grasas vegetales aderezadas con cacao que pueblan los supermercados, los productos gourmet avalados por el “chef” de moda metido a chocolatero después de su buena experiencia promocionando sartenes de teflón y el imparable avance de los despachos de franquicias del chocolate industrial. Este artículo es un homenaje a los obradores que tantos bocados de felicidad me han dado y tanta endorfinas me han hecho segregar. El listado está abierto a nuevas incorporaciones de nuestros lectores para entre todos los amantes del chocolate confeccionar un listado de obradores tradicionales.


Chocolates Subiza (Pamplona)

En la desquiciada ruleta informativa donde un mismo producto pasa de superalimento a enemigo de la civilización, el chocolate está en su mejor momento. En la actualidad se le atribuyen infinitas propiedades entre las que destacan su poder antioxidante, la reducción del colesterol, la protección de la piel del sol y beneficios para quien práctica deporte. En mi casa se ha comido chocolate siempre, al igual que nunca ha faltado el aceite de oliva y el pescado azul, incluso cuando consumir estos productos estaba peor visto que descorchar en público una botella de cava por la muerte de Chanquete.

No sé si el chocolate es tan bueno como ahora se dice pero descarto que sea malo si nos fijamos en el chocolatero Jesús Subiza que a sus 98 años todavía visita a diario su obrador y está pendiente de todo el proceso. Si tienes la fortuna de charlar con él podrás comprobar cómo lo hace con una envidiable lucidez. Los orígenes del negocio familiar se remontan a 1841 y Jesús comenzó en el negocio familiar con 17 años tras movilizar el ejército a sus hermanos en la guerra. En 1958 se trasladó de Erro a Pamplona con su hermano mayor Gerardo. Su obrador-tienda de la calle Amaya es una visita imprescindible en Pamplona. Si no se tiene posibilidad de acercarse a Pamplona se pueden encontrar sus chocolates en alguna tienda de Madrid.

Tienda y obrador de Subiza

Calle Amaya

Calle de Amaya, 30
31004 Pamplona

Bombonería Pons (Barcelona)

Me chifla lo industrial. Y no me refiero a pasear por un polígono de extrarradio plagado de insulsas naves cuadradas hasta más de allá de donde alcanza la vista sino a la arquitectura industrial del siglo pasado, hoy casi arqueología, con sus viejas fábricas de metal y ladrillo, sus imponentes chimeneas y su adusta y a la vez elegante estética utilitarista. Si eres de los míos en tu próxima visita a Barcelona no olvides visitar Sants.

El barrio de la “La España Industrial”, “Can Batlló” y el “Vapor Vell” conserva orgulloso numerosos restos de su pasado obrero. Además de por todo esto, la visita merece la pena para conocer otra Barcelona y sus gentes, un vecindario con fuerte sentimiento de pertenencia al barrio, con una fama de reivindicativo que viene de lejos y que ahora se resiste a ser devorado por cafeterías cuquis con paredes blancas, sillas estudiadamente desparejadas y camareros barbudos y tatuados.

Entre todas las fábricas que puedes visitar no olvides hacerlo a una muy especial. Pons es una fábrica de “bombones, chocolates y turrones” como indica su fachada. Abierta por Urzisina Serrano en 1960 este negocio es cien por cien Sants: sus propietarios son en parte hijos de la emigración (extremeña y aragonesa). Dentro se trabaja duro porque dispone de obrador propio y muchos de sus clientes son vecinos. Por origen, compromiso y calidad Pons es de esos negocios que tanto necesitan y dignifican nuestros barrios.

 Obrador en Sants

Tableta de chocolate negro de Pons

Calle Orzinelles, 78
08014 Barcelona

Genescà Xocolates (Sabadell)

Si el barrio de Sants tiene pasado industrial qué decir del “Manchester catalán”. Sabadell es cuna de “Vapor Buxeda”, “Vapor Codina” y “Vapor Badia”. La palabra vapor que ahora se identifica solo con el fugaz negocio del cigarrillo electrónico entonces estaba unida a innovación, progreso y riqueza. Las fábricas del Vallés fueron tan prosperas que los padres de entonces aspiraban desposar a su hija con un “rico industrial del textil catalán”, algo que yo jamás exigiría a un hijo si puedo colocarlo antes en una familia de maestros chocolateros, horchateros o pasteleros y logro por esa gestión acceso ilimitado a sus productos.

En Sabadell el chocolate lleva el apellido Genescà. Joaquim Genescà abrió el negocio como pastelería en la Rambla de Sabadell en 1928. Fue el creador de las “belgues”, láminas elaboradas con harina, nata, mantequilla y azúcar por la que son famosos y que hoy es el dulce típico de la ciudad. En 1992 el negocio pasa a especializarse en el chocolate. Genescà produce en el obrador “belgues”, pasteles, “panellets”, cocas y roscones en temporada. Entre los productos de chocolate destacan bombones, tabletas, tejas y rocas, entre otros muchos productos, que puedes elegir en su tienda. Llaman la atención sus números y letras de chocolate para celebraciones.

 Interior de Genescà

Mi "chuche" por Sabadell

Rambla, 152
08201 Sabadell

Chocolate San Lázaro (Rascafría)

Cuando salgo de ruta por la sierra de Madrid la tradición es hacerlo con un bocata de aceitunas con anchoa, una tartera con queso y membrillo y un buen puñado de frutos secos. La dieta no está aprobada por la Federación Madrileña de Montañismo pero tampoco la típica combinación de paella y sangría parece lo más conveniente para un día en la playa y veo los chiringuitos repletos de bañistas. Si por el camino necesito un extra de energía sustituyo las sobrevaloradas e insulsas barritas energéticas por la alternativa natural del turrón de Alicante o el chocolate negro.

Si el destino es el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama hago parada en Rascafría para comprar vituallas en “Chocolate San Lázaro”. Esta chocolatería comienza su historia cuando Carlos San Lázaro se introduce en el mundo del chocolate en los años ochenta. Más tarde se le uniría su mujer Feli incorporando la bombonería. En la actualidad son los sus tres hijos los que llevan el negocio. Este obrador trabaja con cooperativas de productores, el proceso de elaboración es artesanal y no incorporan grasas vegetales ni animales. El resultado es una producción limitada que sólo puede adquirirse en la propia fábrica.

 Sede de Chocolate San Lázaro

Su obrador

Chocolate San Lázaro
Avenida del Paular, 35
28740 Rascafría (Comunidad de Madrid)

Bombones Peñalba (Oviedo)

En la película de Woody Allen “El dormilón” su protagonista, tras ser congelado por un error médico despierta en el año 2174 en un mundo donde descubre que toda la comida que en los setenta evitaba por ser perjudicial en realidad era de lo más saludable. El chocolate era uno de los alimentos indultados por la ciencia en ese futuro distópico.

Puede que, además de por ser un genio cinematográfico, Oviedo tenga una escultura del cineasta justo frente a una bombonería. Bombones Peñalba endulza el buen paladar ovetense mucho antes de que a Woody Allen le pisotearan las gafas en Brooklyn por vez primera. La descubrí gracias a la Teniente Transaminasa que tiene contactos en Vetusta y que por ello cuenta con un suministro de dulces de esta maravillosa ciudad. Gracias a la generosidad de mi amiga conozco maravillas como las “nuglass” de Camilo de Blas o las “canelas” de Diego Verdú Monerris. Ella siempre se refería con pasión a los bombones de Peñalba pero yo siempre llegaba tarde para catarlos porque caían más deprisa que un Playboy a la salida de un instituto. En el último paquete fui mucho más rápido y pude finalmente catarlos. Y sí, como ella misma afirmaba, son definitivamente los mejores bombones que he probado.

 Fachada de Peñalba

Causa de más placer que el "orgamastrón"

Calle Milicias Nacionales, 4
33003 Oviedo

Chocolatier Peñín (La Bañeza)

Los veranos de mi infancia transcurrieron en casa de mis abuelos en un pueblo minero leonés. Cuando bajaba a la despensa además de botillo, empanada y queso de cabra no faltaban onzas de chocolate de la tierra. Cuando evoco los sabores de aquellos años uno de ellos es el del chocolate a la taza elaborado en aquella vieja cocina de carbón. En la actualidad en León se sigue fabricando buen chocolate y aunque mi familia conserva la casa y con ella su antigua cocina, la reconversión minera impide que tenga con qué encenderla como no sea el carbón dulce que reciben los niños por Reyes.

Una de las fábricas de chocolate de la provincia es la de “Chocolatier Peñín”. Los defensores del dialecto leonés hubieran preferido que se hubiera llamado “Chiculareru Peñín” pero las cosas como son, en francés suena mucho mejor y tampoco es que engañen ya que su fundador, Jacinto Peñín, natural de Herreros de Jamuz, se formó y trabajó en París donde obtuvo el título oficial de Maestro Pastelero Chocolatero. En 1984 abrió tienda en La Bañeza y cuatro años después otra en Astorga. El obrador de la marca está situado desde 2003 en Valderrey.

 Despacho en La Bañeza

Algunas marcas de chocolate leonés

Si quieres saber más sobre el chocolate leonés visita el siguiente enlace.

Chocolatier Peñín
Calle el Reloj, 5
24750 La Bañeza (León)

Trufas Martínez (Valencia)

En mi etapa en el instituto yo no solía quedar con los compañeros fuera de clase. La relación con ellos era cordial pero no teníamos nada en común. Justo lo contrario que le ocurre a Ciudadanos y Vox. Recuerdo un viernes en el que me propusieron otro plan para el “finde” que yo ya iba a rechazar hasta que oí algo que me obligó a pasar a escucha activa: “Amigo, no digas sábado, di Chocolate ¿te vienes a Valencia?” Sonaba fenómeno y tenía sentido: Sueca, Torrent o la misma Valencia eran famosas por sus obradores de chocolate. Mi espíritu misántropo se vio superado por mi naturaleza golosa. Era mi oportunidad para conectar haciendo algo que me gustaba con esa pandilla de adolescentes con los que, salvo por la edad, no compartía nada. Estaba a punto de aceptar la oferta cuando puntualizaron que “Chocolate” era en realidad el nombre de una famosa discoteca de la Ruta del Bakalao. No pudo ser. Tuvimos que esperar un año más para por fin hacer todos algo juntos: examinarnos de la Selectividad.

Hoy la discoteca “Chocolate” es un centro de desintoxicación y algunos de aquellos obradores de chocolate están cerrados. Por fortuna la valenciana Trufas Martínez sigue en pie. A diferencia de los nuevos locales pijos que se anuncian como “obrador” sólo por fundir gotas de chocolate Valrhona o Cacao Barry, en este establecimiento elaboran su propio chocolate con recetas de antaño. Esta casa fundada en 1931 es conocida por su “cubanitos”, tabletas y láminas de chocolate, pero por encima de todo por las trufas, que elaboran desde los años cincuenta y que hoy les da nombre. Destaco el delicioso relleno de sus trufas clásicas que resulta adictivo para un amante como yo de la almendra y la avellana. Le pregunto a Teresa cuántas trufas elaboran y su respuesta es que su número es variable porque se elaboran a diario y bajo demanda. Una apuesta por la frescura del producto que marca la diferencia. ¡Para chuparse los dedos!


 Interior de Trufas Martínez
   
Mini tabletas de chocolate

Trufas Martínez

Calle Ruzafa, 12
46004 Valencia

Calle San Ignacio de Loyola, 20
46008 Valencia

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