jueves, 29 de diciembre de 2016

El silencio de los corderos


En una granja una niña se despierta en plena noche por un ruido extraño semejante al chillido de un bebé. Se acerca al establo y sorprende a su tío sacrificando corderos. Abre la puerta del redil para liberarlos pero se quedan inmóviles. Desesperada coge uno y huye con él pero hace frío y el animal es demasiado pesado. La historia acaba con la niña en un orfanato y el cordero en El Asador de Aranda. Esta niña con el tiempo se convertirá en la agente Clarice y confesará a Hannibal Lecter que todavía se despierta por las noches y oye chillar a los corderos… en la película la química entre los actores en esta escena funcionó tan bien que el director no creyó conveniente filmar la huída de una joven Clarice cordero al hombro.
 
Este lechazo encontrado en un asador madrileño en el Paseo de Extremadura es aún más turbador que la historia arriba relatada porque te invita a comértelo a él, a sus hermanitos o a otros de sus congéneres con un aterrador y humanizado balido: “veeeen”. De haber dirigido David Lynch “El silencio de los corderos” a buen seguro que a diferencia de Jonathan Demme sí hubiera filmado la huida de la pequeña Clarice añadiendo paisajes oníricos, fetichismo lanar y a este cordero parlanchín en brazos. El resultado más probable de esa noche es que la agente Clarice hubiera acabado con un trauma infantil de no te menees reduciendo a sospechosos con jersey de lana y encañonando al conductor de reparto de Norit. Aterrador.

 


"Beeeeeben y beeeeeben
 y vuelven a beeeeeber
 los peces en el río..."

La Albahaca
Paseo de Extremadura, 102
28011 Madrid

No hay comentarios: