Desde que soy
cliente de la crepería “Ma Bretagne” no gano para sustos. Primero fue la
rehabilitación de la inestable finca centenaria, después una obra que se alargó
más que El Escorial por problemas de papeleo y ahora un incendio ocasionado por
la reactivación de una vela. Por lo visto este local ha sufrido todas las
catástrofes posibles salvo la organización de una cena de confraternización de UPyD... Recientemente reabierta, escribo esta entrada antes de que otro desastre me obligue a incluirla en
la sección de negocios desaparecidos.
La que podría ser la
crepería más antigua del país fue inaugurada hace cuatro décadas por oriundos
franceses. En los noventa éstos decidieron probar suerte en la soleada
Benalmádena donde montaron un negocio con el mismo nombre y decoración muy
similar, con las características vigas de madera bretonas, aunque bastante más
amplio, y que cerró por jubilación el pasado mes de septiembre. Por su parte,
el local madrileño, que es el que nos ocupa, pasó a otros propietarios que lo han
llevado desde entonces, se ha convertido en un referente del barrio de
Maravillas.
El local pequeño e
íntimo invita a tomártelo con tranquilidad. La única pega: su acústica. Un solo
grupo cenando hará que te sientas en medio de una recreación histórica de
amigos de la Toma de la Bastilla. Las crepes son de harina blanca, ligeras y
bien elaboradas, las hay tanto saladas como dulces, pudiendo elegir entre
multitud de rellenos. Las raciones son generosas, así que si dos crepes son
mucho para ti recomiendo sustituir la crepe dulce del postre por su riquísima
crema de limón con nata. A pesar de su fama y estar siempre lleno mantiene
precios económicos.
¡Au revoir!
Calle de San Vicente Ferrer, 9
28004 Madrid
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