jueves, 19 de diciembre de 2019

Haciendo bueno a Calamardo

Muerto, rematado y emplatado (XIX)

Como todo buen “gato” soy aficionado a la fritanga. ¿A qué madrileño esta alternativa castiza a la comida rápida no le habrá sacado alguna vez de un buen apuro? Frente a la opción hamburguesa, si el hambre aprieta, dirígete a la freiduría más próxima, pide un bocadillo de calamares y en un plis sales comido y por el mismo precio perfumado si más tarde quedas con la parienta.

Y aunque creo interesante fomentar las bondades de tan tradicional manjar considero totalmente innecesario, por no decir contraproducente, la forma de publicitarlo que encontré en una freiduría cercana a la Plaza Mayor.
En la puerta de este establecimiento se erige un cefalópodo gigante con cabeza de bocadillo de cuya boca sobresalen aros de calamar rebozado, en una especie de orgía antropofágica en tres dimensiones tan inquietante como esos ojos saltones que coronan el conjunto y que te siguen amenazadores por toda la calle.
¿A qué mente perturbada se le ha podido ocurrir esta criatura marina híbrido del Cthulhu  de Lovecraft y un kraken?  No sé  cómo estarán esos bocadillos pero lo único que a mí me apetece cuando paso por esa calle huir despavorido de esta versión macabra de Bob Esponja pasado de anfetaminas.

2 comentarios:

Casette dijo...

Es la cosa más espantosa que he visto anunciando las excelencias de un comercio. No motiva precisamente a entrar en el hogar de semejante criatura.-

Capitán Triglicérido dijo...

Lo peor que le ha sucedido a los cefalópodos desde los bocatas de calamares.