jueves, 22 de agosto de 2024

Solo en tu pueblo

Este artículo es un homenaje a los pueblos que conservan una gastronomía propia y a sus platos más emblemáticos; esos pequeños municipios que por su aislamiento, singularidad y defensa de la tradición custodian recetas únicas que solo conocen ellos y que no se ha exportado a otros lugares más grandes y poblados en los que hay de todo y al final todo es lo mismo.

En este artículo encontrarás algunas propuestas que sorprenden por lo extraño de su denominación, su aspecto o por la combinación de sus ingredientes, también otras mucho más familiares pero con una marca de la casa que las distingue de cualquier otra. En cualquier caso, sabores que trasladan a un pasado y una tradición ligadas al paisaje, la economía, las gentes, sus costumbres y oficios. Un patrimonio gastronómico en muchos casos amenazado por la despoblación, el olvido y la homogeneidad que acarrea un mundo globalizado.

Si conoces un plato que solo se elabora en tu pueblo no dudes en compartirlo con nosotros.

¡Vamos a ello!

Limón serrano.

El Balcón de la Plaza (La Alberca)

La Alberca es pueblo de excelente turrón, un producto que por su personalidad, tradición y calidad ya se le dedicó un artículo en el pasado.  Pero esta localidad de La Sierra de Francia tiene en su haber un plato un tanto peculiar, una especia de ornitorrinco llevado al universo gastronómico. ¿Imaginas una ensalada compuesta por chorizo, cerdo ibérico, naranja, limón y huevo con vinagreta de aceite de oliva, vino tinto, ajo y yema? Yo no hasta llegar a La Alberca.

El limón serrano es un plato popular, que con ligeras modificaciones se hace en casa y también se consume fuera, como en el Restaurante El Balcón de la Plaza. La propietaria de este local abierto hace veintiséis años me comenta que su padre lo hacía escabechado, que lo piden muchos vecinos y algunos turistas, asegurándose primero que estos últimos saben a lo que se enfrentan. Lo amas o lo odias, como todo en estos tiempos tan polarizados. Yo lo amé.


Limón serrano
  
Plato típico
  
La Alberca

Almendras de Villafrechós.

Confitería Cubero (Medina de Rioseco)

Silverio Cubero Marqués comenzó a elaborar almendras garrapiñadas en la pequeña Villafrechós a finales del siglo XIX. Almendra, azúcar, agua, un buen perol y mucha maña dieron lugar a las “almendras de Villafrechós” que pronto recibieron premios y distinciones, entre ellas, una medalla de plata de la Exposición Universal de Barcelona de 1888. Este dulce de Villafrechós traspasó sus confines paseándose por las ferias más prestigiosas y deleitando a los paladares más selectos.

No duró mucho la alegría en Villafrechós porque en el siglo XX los Cubero emigraron y con ellos sus almendras; unos a Valladolid, donde mantuvieron la tradición por todo lo alto 65 años hasta que cerraron en 2023, otros a Medina de Rioseco, donde desde 1944 las elaboran de la misma forma solo que sustituyendo el viejo perol de cobre por uno eléctrico lo que desde el punto de vista sanitario es de agradecer. En la actualidad estas almendras se elaboran en un obrador a 17 kilómetros del pueblo que les dio nombre ¿No es triste?

Tarjeta de almendras de Cubero (Medina de Rioseco)
  
Tejas y almendras de Cubero (Valladolid)
  
Medina de Rioseco
  

Fisuelos.

La Bolera (Robles de Laciana)

Soy hijo de inmigrantes lacianiegos que fijaron su vida en Madrid. Cuando era pequeño observaba con asombro cómo mi madre con la ayuda de un cacillo dibujaba en la sartén espirales perfectas con “batudu”. Estaba haciendo fisuelos, que una vez fritos apilaba en un plato hasta levantar una Torre de Babel capaz de despertar la ira de cualquier nutricionista infantil.

Una merienda para mi yo del pasado tan reconocible como los churros y las rosquillas, pero no para mis compañeros del cole. Cuando les comunicaba que esta tarde en casa tocaba “fisuelada” la sorpresa era mutua, la de mis compañeros porque no sabían de qué diantres estaba hablando y la mía porque pensaba que era imposible que nunca los hubieran probado. ¡Tristes infancias las suyas!

Viajo hasta Laciana para comer fisuelos en su contexto. En su capital, Villablino, es fácil encontrarlos en las cafeterías, acompañados con chocolate caliente o incluso ofrecidos como tapa. Mi prima me recomienda los de una casa rural en Robles. En su terraza familias al completo se solazan comiendo torres de fisuelos. Vuelvo a Madrid convencido de que no son solo una receta sino también parte de mi propia identidad.

Fisuelos de La Bolera
  
Fisuelos de tapa en Villablino
 
San Miguel de Laciana

Pulpo a la sanabresa.

Mesón Abelardo (Puebla de Sanabria)

Sanabria es la primera comarca de esta sección a la que llego en tren de alta velocidad. No sé si el hecho poder llegar ahora de esta forma a la localidad supondrá para ella el fin del aislamiento sufrido en su historia reciente, una historia marcada por el olvido, la despoblación y en algunos casos el silencio, en ocasiones impuesto desde las altas esferas (como sucedió con en el caso de la catástrofe de Ribadelago, una tragedia que arrasó un pueblo entero, y que ocultaron los libros de historia de España).

En el Mesón Abelardo de Puebla de Sanabria encuentro un pulpo “a feira” más antiguo que el gallego. Cuentan las crónicas que al Reino de León llegaba en fiestas pulpo seco gallego que se mejoraba con aceite de oliva y pimentón extremeño. Más tarde esta receta se extendió también a ferias gallegas, de ahí su nombre. La diferencia respecto al gallego es que el pulpo a la sanabresa contiene ajo picado. Lo degusto con deleite y llego a la conclusión de si el bacalao es el pescado de las poblaciones del interior peninsular, el pulpo puede erigirse en el molusco del secano.

Pulpo a la sanabresa de Mesón Abelardo
  
Pulpo a la sanabresa en San Martín de Castañeda
 
Ribadelago

Leche helá.

Heladería Ismael´s (Madrigal de la Vera)

Este postre nos traslada a la cara sur del la Sierra de Gredos. En el pasado durante el verano los pastores ascendían a sus cumbres en busca de pastos para sus cabras. Como hasta esos parajes no llegaba el carrito del helado ni “La Hieloneta” el cabrero mezclaba y removía en un cántaro nieve, leche y azúcar. La leche helá hoy se elabora en casa y en algunos locales de La Vera. No confundir con otro producto local, la leche helada de Tordesillas, con la que comparte nombre pero difiere en elaboración, ingredientes y origen.

La pruebo en la Heladería Ismael´s en Madrigal de la Vera. La producen solo en verano y es elaborada de la siguiente manera: mezclan leche de cabra con azúcar, la congelan, luego la tuestan y, por último, la vuelven a congelar. Intensa, refrescante y con un punto tostado. Se puede encontrar en otros pueblos de La Vera y la he visto en El Raso, al otro lado del Alardos. Date prisa porque el proyecto Slow Food advierte del riesgo de desaparición en el lugar tanto de este dulce como de la propias cabritas que proporcionan la leche.

Leche helá
 
Heladería Ismael´s
 
Madrigal de la Vera

Pincho de lechazo.

Mesón Molinero (Traspinedo)

Otro producto con origen pastoril, en esta ocasión en el Traspinedo del siglo XIX, consistía en asar sobre brasas tajadas de cordero ensartadas en varas de madera. La carne para el trabajador y el hueso para su perro que así liberaba endorfinas. Hoy es la principal atracción de Traspinedo. Dispone de marca registrada, una feria a finales del mes septiembre y se ofrece en seis mesones autorizados.

Acudo al mesón que adaptó este manjar a la hostelería hace más de medio siglo. Lechazo de raza churra castellana, cortado, salado, ensartado en pinchos metálicos con empuñadura de madera y cocinado sobre brasas de sarmiento. Una carta reducida como marca la tradición de Traspinedo: ensalada, embutido y poco más, se va a lo que se va. Si quieres se puede rematar con una tarta de piñones en Tierra de Pinares porque para un buen dulce, siempre queda sitio.

Pincho de lechazo
  
Cocina
 
Traspinedo
     

viernes, 9 de agosto de 2024

Casa Miranda (Betanzos)

En los años treinta Angélica Rivera y su marido se hacen cargo del restaurante La Casilla en Betanzos. La especialidad de Angélica era la tortilla de patata, un plato cuya fama traspasó fronteras y que recibió clientes de todas partes solo para probarla. Cuando ella se retiró y el  negocio cambió de dueño en 1990 la tortilla de patatas como la hacía Angélica era a Betanzos como el pulpo a Carballiño, el cocido a Lalín o Cañita Brava a La Coruña. Hoy en Madrid a cualquier  tortilla con mucho huevo y poca patata, finísima por fuera y líquida por dentro se la conoce y publicita como “de Betanzos”.

Lo primero que debes saber es que los principales templos de la tortilla de Betanzos solo la sirven entera y se recomienda reservar. Si tu idea es pedir pinchos en varios bares como el que va de tapas o raciones te equivocas de lugar. En 2024 probé tres tortillas excelentes, la  de Casa Miranda, O Pote y O Progreso, todos en la Travesía del Progreso, la Milla de Oro de la tortilla, la Quinta Avenida de Betanzos. Mi favorita, la de Casa Miranda, una tasca tradicional en la que Pepa hace la tortilla más premiada de esta localidad, digna continuadora de las míticas tortillas de Angélica.

Recuerdos en Casa Miranda
 
Tortilla de Betanzos
 
La foto que debería aparecer en Google si buscas tortilla de Betanzos

Casa Miranda
Travesía del Progreso, 5
15300 Betanzos (A Coruña)