jueves, 22 de septiembre de 2016

Heladería Isabelo (Aranjuez)


Hay una leyenda muy extendida que relaciona la horchata con la realeza. Al parecer una aldeana ofrece horchata a Jaime I de Aragón, el rey la pregunta “¿Qué es aixo?” (¿Qué es esto?). Contesta la mujer a su majestad que leche de chufa y éste tras probarla exclama ¡Aixo no es llet, aixo es OR, XATA! (¡esto no es leche, es oro, chata!) y de ahí el origen del nombre del refresco. Una historia apócrifa y digna de un insigne valenciano (de dónde si no) como Berlanga y que éste podría haber llevado al cine  con Arturo Fernández en el papel del rey. Aunque hay que reconocer que la leyenda resulta aún menos verosímil que aquel mito urbano que aseguraba que Isabel II había llegado virgen al matrimonio.

La realidad es que muy probablemente la horchata no llegara a la Corona hasta el siglo XVIII coincidiendo con su popularización. El primer “horchatero” de “sangre azul” documentado del que tengo constancia, ya metidos en el XIX, fue la infanta Isabel de Borbón y Borbón, hija de Isabel II y conocida como “la Chata” infanta muy querida en la ciudad de Madrid. La bebía en el segoviano café La Suiza y una placa en la Horchatería Santa Catalina de Valencia conmemora una visita suya. Su afición a la horchata se recoge incluso en una poesía de Rafael Duyos que pone de manifiesto que el trato directo con el pueblo, el carácter campechano y salir de Palacio sin dinero eran ya costumbre entre los Borbones:

En Glorieta de Bilbao, al pasar piden horchata
en un puesto en que se le antoja beber ¡No pueden pagarlo!
No llevan ni un perro chico. ¡Apuros de la Azafata!
La Infanta y el Horchatero, ¡ríen de muy buena gana!
—”Ya te pagaré otro día “— ¿Pagarme? ¡Esta convidada!
Yo estoy “pagao” con solo verla a Vd. en mi casa
y con poner un letrero ”Proveedor de la Infanta”—
Palmoteos, sombrerazos, el coche sigue su marcha.
¡Fijaos, la Infanta Isabel, mirad, mirad, si es “la Chata”!

Así que cuando descubrí una heladería en la actualidad que elaboraba horchata en el Real Sitio de Aranjuez con el nombre de “Isabelo” pensé si podría tener alguna relación con nuestra “infanta horchatera”, pero no. Los fundadores de esta heladería, Isabelo y Pepita, nada tenían que ver con la monarquía, eran lo que hoy llamaríamos dos emprendedores, una pareja de curritos que trabajaron duro para sobrevivir en los difíciles años de la posguerra y que instalaron en 1944 un quiosco para vender helado, leche helada, mantecado y horchata en la Plaza de la Constitución de Aranjuez.

Hoy Helados Isabelo sigue abierto, tanto en el renovado quiosco como en su tienda y obrador de la calle Moreras, donde se elabora de forma artesanal la horchata y los granizados. El origen de la heladería no será regio pero puedo asegurarte que si te sientas en su agradable, tranquila y sombreada terraza de la Plaza de la Constitución con una rica horchata en la mano nadie te impedirá sentirte como todo un rey. Ahora bien, no te metas demasiado en el papel y no olvides la cartera porque probablemente no salgas lo suficiente en el ¡Hola! (medio monárquico en "papel cuché") como para permitirte un “simpa” sin sufrir las consecuencias.

Horchata digna de una princesa alemana

Kiosco y terraza en la Plaza de la Constitución
 
Obrador y tienda en la calle Moreras

Heladería Isabelo
Calle Moreras, 8 (tienda y obrador)
Plaza de la Constitución, s/n (kiosco)

Localización en mapa de las horchaterías y otros establecimientos que elaboran horchata natural incluidas en la sección ESPECIAL HORCHATA: Me chifla la chufa
 

lunes, 12 de septiembre de 2016

Mercado O Calvario (Vigo)

Muchos barrios populares nacieron en nuestras ciudades el pasado siglo a rebufo de la industrialización. Hoy la economía productiva ha sido felizmente superada y nuestros concejales de urbanismo pueden acceder a su tres por ciento inaugurando museos de arte contemporáneo vacíos en lugar de esas antiestéticas fábricas que empleaban con contratos estables a media ciudad. Cuando visito una ciudad intento conocer uno de aquellos barrios industriales porque a pesar de no aparecer en las guías de viaje creo que no conoces una ciudad hasta no visitar al menos uno. Es fácil encontrarlos, se esconden bajo una o varias de estas definiciones: barrios bajos, obreros, humildes, pobres, periféricos...
 
Aplíquese cualquiera de las definiciones anteriores al barrio vigués que nos ocupa salvo el de “barrio bajo”. O Calvario es una animada barriada multicultural con treinta mil habitantes situado al oeste del centro de Vigo. Para llegar a él desde La Alameda subo por las calles Colón y Urzaiz. A mitad de la ascensión la falta de oxígeno me hace confundir la Plaza de la Estación con el primer campamento base del Annapurna. Tras hacer cima y recibir asistencia pregunto a un vecino si O Calvario hace referencia a la cuesta para llegar hasta allí pero éste se pone grave y asegura que el nombre “podría tener su origen en un calvario con tres cruces que había en lo que hoy es el barrio”, para mí que esas cruces debieron pertenecer a otros tantos montañeros que perecieron en el intento.
 
O Calvario tiene mercado y se parece mucho a él: modesto, dinámico y familiar. Fue proyectado en los años veinte por el vigués Jacobo Esténs, autor de las Casas de Manuel Bárcena Franco o del Hospital Nicolás Peña. En 1994 el Ayuntamiento cede su explotación a los comerciantes que constituidos en asociación sin ánimo de lucro toman como primer objetivo una renovación del mercado que no todos los comerciantes quisieron sufragar provocando la salida de algunos de ellos. La obra se inicia en 1995 y dura cuatro meses: electricidad, agua, montacargas, nuevas vitrinas expositoras refrigeradas, las actuales bancadas de pescado de acero que sustituyeron a las de ladrillo, un bar ahora desaparecido y el súper fueron algunas de sus reformas y novedades.
 
El Mercado O Calvario está dividido en dos plantas en las que podemos encontrar puestos con carne, chacina, queso, bacalao, fruta, verdura, etc., básicamente de todo, con una oferta dirigida y adaptada a los vecinos del barrio; de martes a sábado por las mañanas en las bancadas centrales de la planta baja las “pescantinas” ofrecen además de alegre tipismo pescados y mariscos de la ría de Vigo. Hazme caso, si aterrizas en Vigo con “Ryanair” sustituye el equipaje de mano con ropa, artículos de higiene y otras sucias imposiciones acomodaticias burguesas por una práctica nevera portátil con hielo y regresa a casa con mejillones de la ría. Eso sí, comprueba bien las medidas de la maleta no vayan las azafatas irlandesas a darse un festín a tu costa…

 Fachada de Mercado O Calvario

 
Bancadas de las "pescantinas" por la tarde

 
Especies autóctonas de la ría de Vigo 
 
Rúa Urzaiz, 183
36205 Vigo

jueves, 1 de septiembre de 2016

La Turronería (Pamplona/Iruña)


La Plaza del Castillo es la “plaza mayor” de Pamplona. Es conocida por los más mayores como el “cuarto de estar” de la ciudad. La definición es perfecta para la plaza por ser un espacio de encuentro, paseo y reunión donde hacer vida tanto si es tu destino como si estás sólo de paso. Durante los Sanfermines la plaza, como por desgracia otros puntos de la ciudad, pasa a ser también “baño público”.
 
Fue en esta Plaza del Castillo donde Primitivo Rovira e Hijos abrieron “La Turronería” como despacho de turrón en 2002 pero la historia de esta familia es muy anterior y se remonta a una fábrica de Jijona en 1850, es decir, ya son seis generaciones elaborando turrones y dulces artesanos. Sus actuales propietarios son los hermanos Primitivo y Beatriz. Los dos nacieron, se criaron y estudiaron en Pamplona porque su madre, pamplonesa echó el lazo a un jijonenco y fue en la tierra de ella donde fijaron su residencia y abrieron la tienda pero trasladándose a la fabrica de Jijona para la campaña de turrón como manda la tradición y el consejo regulador de turrones... Al comienzo sólo abrían en temporada turronera pero desde hace siete años lo hacen todo el año, alternando helado en verano y turrón en invierno. Hace tres años abrieron una segunda tienda en la Plaza de la Cruz en el Segundo Ensanche.

“La Turronería”, además, dispone de obrador propio donde se elaboran buenos crepes, granizados y por supuesto horchata, producto que justifica la presencia de este establecimiento en nuestra sección chufera. La horchata la elaboran desde hace cuatro años con chufa con D.O. Alboraya y se produce sólo en temporada, desde mediados de marzo hasta aproximadamente finales de octubre. Primitivo me comenta que al principio no se vendía mucho pero que poco a poco se está haciendo un hueco en el paladar pamplonés y comienza a tener sus fieles porque la horchata cuando es natural si la pruebas engancha. Lo que habría que hacer es proponer a la autoridad sustituir el consumo masivo de alcohol que convierte a esta plaza en un orinal en determinadas fechas por la más saludable ingesta de jugo de chufa. A mí, personalmente, me parece un planazo sentarme en la animada Plaza del Castillo con una horchata de “La Turronería” viendo pasar a vecinos, turistas, toros o lo que se ponga por delante, que cuando se hacen las prácticas del CAP en Orcasitas ni un Miura hace temblar tu pajita.

La Turronería de la Plaza del Castillo
 
Horchata natural recién hecha
 
A San Fermín pedimos...¡hip!


Plaza del Castillo, esquina escaleras San Nicolás
31001 Pamplona/Iruña

Plaza de la Cruz, esquina Navarro Villoslada
31003 Pamplona/Iruña 


Localización en mapa de las horchaterías y otros establecimientos que elaboran horchata natural incluidas en la sección ESPECIAL HORCHATA: Me chifla la chufa

 

martes, 9 de agosto de 2016

Mercado Central de Abastos (Cádiz)

El gaditano Mercado Central de Abastos se inauguró en 1838 en los terrenos desamortizados del huerto del Convento de los Franciscanos Descalzos. De esa fecha es la plaza rectangular porticada de estilo dórico que aún se conserva. El encargo lo realizó el arquitecto municipal Torcuato Benjumeda, que ya tenía experiencia en construcciones similares pues había construido un mercado de abastos en la vecina Puerto Real, el más antiguo de Andalucía. En 1929 se añadió en el interior de la plaza un pabellón cubierto de dos naves que hoy está fundamentalmente ocupado por pescaderías. La última remodelación de 2009, que obligó a los comerciantes a trasladarse una larga temporada a una carpa, respetó el diseño del conjunto.

El mercado cuenta hoy con 175 puestos con un alto nivel de ocupación. Destacan los 56 puestos de frutas y verduras con fresas de Conil, tagarninas, cabrillas y otros productos del campo gaditano; también puedes encontrar pijotas, pargos, urtas, tapaculos, acedías, brecas, galeras o bailas de la Bahía, Barbate o Sanlúcar en cualquiera de los 53 puestos de pescados y mariscos; sin olvidar los 42 puestos de carnes y recovas en la que destaca el número 19 con su exposición de kilométricas ristras morcillas de piñones, butifarras y longanizas que someterían hasta el feroz apetito de Carpanta.

Otra atracción más reciente es el Rincón Gastronómico, una veintena de puestos en los que puedes seguir llenando el carrito y hacer lo propio con el buche con tortillas, arroces, montaditos y platos de la gastronomía local, entre otros. Me cuentan responsables del mercado que este proyecto tiene su origen tras la última remodelación cuando muchos detallistas se jubilaron y el Ayuntamiento, propietario de los puestos a través de
Asodemer, ofreció los puestos vacantes a bajo precio a todos aquellos interesados en presentar proyectos originales relacionados con la gastronomía. La iniciativa funciona porque en la actualidad sólo hay un local vacante.

Desconfío de estas iniciativas tras el desmantelamiento del madrileño Mercado de San Miguel y todos aquellos que siguieron su estela en aras de la modernización, el “turisteo” y “hipsterización” y en detrimento del cliente de barrio pero este caso es diferente: el pequeño espacio gastronómico no expulsa a los detallistas y clientes de siempre y se integra respetando el modelo de mercado tradicional. Los sábados está especialmente animado aunque cabe advertir al cliente que sobre sus cabezas hay
un ejército de gaviotas apostadas en las cornisas a la espera de arrebatarles cualquier atisbo de comida sin hacer distinción de edad o sexo. Una forma un tanto peculiar de revivir a Hitchcock en versión gaditana y gastronómica. Así que si estás hasta los mismísimos del hijo energúmeno de tu vecina invítale a un montadito y a que corretee un rato sin control paterno mientras se lo zampa, que el sedentarismo es malísimo para la infancia...


El Oso Yogui tiene una orden de alejamiento
 
Pescaderías de una nave del pabellón central
 
El Mercado Central de Abastos desde una torre-mirador

Mercado Central de Abastos
Plaza Libertad s/n
11005 Cádiz

viernes, 5 de agosto de 2016

Heladería Chambi (Murcia)


En el sudeste de la península un chambi es  un helado. El “Diccionario del español actual” de Manuel Seco lo define como “helado entre dos barquillos rectangulares”, vamos, el “helado de corte” de toda la vida y tiene su origen en los puestos de helados de Nueva York de finales del siglo XIX. Lingüistas murcianos sostienen que el acento murciano mudó de “sándwich” a chambi y ahí su origen pero “El Mundo Today” pone en duda esta afirmación porque a ellos no les consta que haya licenciados universitarios en Murcia. Hoy la palabra se aplica a cualquier helado y ha traspasado fronteras, en el Levante también toman chambi o “chámbit”.
 
Cuando el italiano Roberto Cais, heredero de una estirpe de heladeros, abrió en 1986 su heladería artesana en la Glorieta de España de Murcia decidió llamarla Chambi para rendir homenaje a todos esos “chambileros” que carrito en ristre vendieron antes que él helados en la ciudad. En 1991 el local se trasladó a su actual ubicación en el Paseo de Alfonso X El Sabio donde cuenta con una agradable y económica terraza. Además de helados Roberto ofrece batidos y granizados, entre otros refrescantes refrigerios como la horchata de almendra, producto popular en Murcia que yo desconocía y que me sorprendió muy gratamente.
 
Chambi también vende horchata artesana. Como no hay chufa en su italiana natal Roberto se entrevistó con horchateros y agricultores con conocimientos en el tema para elaborar un producto con garantías. Para elaborarla usa chufa procedente de Alboraya, la tiene a la venta durante toda la temporada, desde que abre la heladería en marzo hasta que cierra a finales de octubre y está disponible en infinidad de tamaños, que van desde el vaso pequeño hasta el litro. Me comentan que la horchata de chufa se vende bien, aunque menos que el granizado de limón, el favorito de los clientes locales. Además allí gusta muy granizada, algo comprensible teniendo en cuenta la tórrida canícula murciana.

Horchata de chufas en Murcia
 
 
Camarero, otra horchata, de almedras... ¡hip!
Toldos diseñados para asentamiento humano en Venus
Avenida Alfonso X el Sabio, 2
30160 Murcia

Localización en mapa de las horchaterías y otros establecimientos que elaboran horchata natural incluidas en la sección ESPECIAL HORCHATA: Me chifla la chufa
 

viernes, 22 de julio de 2016

¡Qué pequeño es el mundo, y España ni te cuento!

Ocurrencias fuera de carta (XII) 

Entre Cádiz y Barcelona hay 1284 kilómetros. O lo que es lo mismo, diez horas en coche que agotarían a cualquiera no habituado a veranear en la Estación Espacial Internacional. El trayecto se reduce a unos pocos segundos sin necesidad de usar el colisionador de hadrones simplemente atravesando esta taberna del centro de Madrid, con una puerta en la calle Cádiz y otra por la calle de Barcelona.

Debido a esta singularidad del callejero madrileño el lema de este local es: “El más grande del mundo, si entras por Cádiz sales por Barcelona” que lo acompaña desde su fundación en 1943 y por el que es conocido entre los vecinos, mucho más que por su nombre propio: La Piconera. Impreso en sus primeros tiempos en un cartel exento, desde la última renovación hace dieciséis años el eslogan se encuentra visible en el chaflán del establecimiento.




Taberna La Piconera
Calle de Cádiz, 9 (esquina con Calle Barcelona)
28012 Madrid

-------------------------------------
Actualización 14/08/2018


La taberna ha sido sustituida por otro local modernillo pero mantiendo el lema.



lunes, 18 de julio de 2016

Mercado de San Martín (San Sebastián/Donostia)

San Sebastián, Donostia o Easo está vinculada al número tres. Puede que la Real Sociedad no disponga de un tridente de delanteros como Madrid o Barça pero quien los quiere cuando tienes tres playas (Ondarreta, La Concha y Zurriola), tres montes (Igueldo, Urgull y Ulia) y tres puentes históricos (Zurriola, Santa Catalina y María Cristina) que podrían ser la envidia de cualquier ciudad. Y tres eran tres sus mercados tradicionales (La Bretxa, San Martín y Gros) pero por desgracia al contrario de lo que podría pensarse de una ciudad tan asociada al buen comer, los donostiarras no mimaron sus mercados tanto como sus hermosas playas, montes y puentes y los tres fueron víctimas de desafortunadas decisiones.

Nos ocupamos de La Bretxa en un post anterior y ahora es el momento del Mercado de San Martín. Obra del donostiarra José Goicoa Barkaiztegi fue inaugurado en 1884. Este arquitecto municipal fue autor además de las Escuelas Zuloaga, el Palacio de la Diputación, el Palacio de Miramar o el Cementerio Polloe y para su realización se inspiró en el Mercado Les Halles de Bayona combinando hierro con cristal como era costumbre entonces y sin cobrar comisión del tres por ciento como es costumbre ahora.

El edificio original fue derribado por el Ayuntamiento en 2003 y su lugar lo ocupa hoy una consrucción de aspecto aséptico que bien podría haber firmado Moneo, un discípulo suyo o cualquier otro arquitecto con aversión a la línea curva. Este nuevo edificio resulta tanto insustancial en su continente como en su contenido pues su selección de tiendas (Super Amara, Zara o FNAC)  lo convierten más en una centro comercial del montón que en un digno sucesor del viejo mercado de San Martín, que si hubiera sido rehabilitado con un criterio menos complaciente con los intereses de las grandes superficies podría haberse convertido en ese mercado de referencia que merece una ciudad con la posición gastronómica de Donostia y que tanto echamos hoy en falta.

Aún así el mercado merece una visita porque repartidos entre sus dos plantas sobreviven cual irreductibles galos una selección de puestos con excelentes productos. Destacan en las islas centrales los pequeños puestos de frutas, verduras, hortalizas y legumbres procedentes de los caseríos. Acelgas, tomates, alubias, zanahorias, kiwis, puerros y calabazas de Urnieta, Astigarraga o Hernani, algunos de cultivo ecológico. Así que si te vas de rebajas al Zara y aún te quedan manos entre tanta bolsa puedes llegar a casa con tres camisetas made in China y leche de oveja, requesón o cuajada casera made in País Vasco. Globalización y comercio de cercanía en un mismo edificio. 

 Puesto de verduras y hortalizas
 
Interior del Mercado de San Martín
 
Mercado de San Martín en San Sebastián
 
Urbieta Kalea, 9
20006 San Sebastián/Donostia

viernes, 8 de julio de 2016

Heladería La Ibense (Guadalajara)


Un buen amigo mío (que por razones obvias mantendré en el anonimato) asegura que entre los 8114 municipios de España tiene la mala suerte de poseer casa familiar en el único al que no le importaría no haber ido jamás. De hecho, podría crearse una asociación del tipo: “damnificados por veranear en el pueblo de tus padres”. Mientras una minoría con potra pasaba los veranos en casa de los abuelos en Luarca, Sóller o Cadaqués la mayoría repetían todos los años destino en áridos pueblos del interior sin playa, montaña o cualquier otro accidente geográfico donde guarecerse de la canícula o escapar del hastío.

En nuestra memoria esos niños, extranjeros en su propio pueblo, obligados por sus padres a salir con los atroces hijos de sus vecinos que solo por estar en la casa de al lado se tenían que convertir en los mejores amigos del mundo. Esos niños, hoy padres, preferirían enviar a sus hijos a un campamento de verano en Pionyang antes que a ese mismo pueblo donde ellos sufrieron los maratones familiares del Gran Prix como la mayor diversión del verano. En este triste grupo demográfico no se encuentran, en absoluto, los afortunados niños que pasan sus vacaciones en el municipio de Ibi.

Esta localidad alicantina representa al helado lo que Alboraya a la horchata o Jijona al turrón. Para cualquier niño sano veranear en un pueblo lleno de heladeros debe ser como tener barra libre en la Fábrica de chocolate de Willy Wonka sin los desafortunados efectos secundarios. Pueblo tradicionalmente emigrante, los heladeros ibenses están repartidos por todo el mundo. Si en cualquiera de tus viajes encuentras un rótulo comercial que ponga La Ibense puedes estar seguro que se trata de una heladería.

Uno de estos heladeros de Ibi fue Esteban Moltó que en 1910 llegó por primera vez cargado con su heladera a Guadalajara. Esteban,  que fue el primer heladero de la ciudad, tenía que desplazarse para conseguir hielo a un pozo de nieve hasta que en 1927 se abriera la primera fábrica de hielo en la ciudad. La heladera con el tiempo fue reemplazada por el carrito y el nombre de Los Valencianos, por el que eran conocidos, sustituido por La Flor de Valencia, en honor a sus queridas hijas.

Esta dulce historia tiene un trágico punto y aparte cuando Esteban cae en el frente de Teruel por “fuego amigo” durante la Guerra Civil. Su viuda se hace cargo del negocio, pero la difícil situación en la ciudad y la escasez hace que se traslade a Ibi de nuevo al calor de la nueva industria juguetera que despega con fuerza en la región alicantina, y abandona la venta de helados en 1945. Después de  un primer intento sin suerte en los ochenta habrá que esperar a julio de 1990 para el regreso de esta familia y de sus helados a Guadalajara, esta vez bajo el nombre de La Ibense con el que actualmente es conocida.

Hoy La Ibense es la única heladería artesana de Guadalajara. Sus helados, elaborados en el obrador situado en la misma tienda con productos naturales y sin insuflar aire (todo lo que comes es helado al 100 %) son los favoritos de los guadalajareños, en especial los de chocolate, que aquí se elabora con el cacao de la marca belga Valrhona. Su recién remozado establecimiento próximo al parque de la Concordia y a las piscinas municipales es parada obligatoria para todos aquellos aficionados al helado.

Pero, por supuesto, si nos ocupamos de esta heladería en esta sección es porque también elaboran horchata natural. La bebida, que por razones inexplicables que denotan cierta falta de criterio, cuenta con poca aceptación en la ciudad por lo que se elabora en pequeñas cantidades, durante el verano y generalmente solo los fines de semana de primavera, para priorizar la frescura y calidad del producto. Una excelente opción para soportar la exigente canícula de la capital alcarreña.

Esperemos la heladería pueda permanecer en la ciudad al menos otras tres generaciones.

Horchata de La Ibense
 
 Elaborando horchata en el obrador

El fundador de la heladería
 
Calle de San Roque, 26 
19002 Guadalajara 

Localización en mapa de las horchaterías y otros establecimientos que elaboran horchata natural incluidas en la sección ESPECIAL HORCHATA: Me chifla la chufa
 

lunes, 4 de julio de 2016

Mercado de Abastos (Guadalajara)

Este edificio de estilo historicista fue inaugurado en 1887 y es obra de Mariano Medarde de la Fuente, autor también de otro mercado tradicional, el gijonés Mercado del Sur del que nos ocuparemos próximamente. En todo este tiempo el mercado alcarreño se ha renovado en varias ocasiones, la última y muy polémica vez en 1998 cuando entre otras modificaciones se añadió la rampa acristalada exterior que comunica las tres plantas entre las que se distribuye unas dos docenas de comercios. En las dos primeras que cuentan acceso directo desde la calle se encuentran diferentes puestos y la última acoge el conocido como “mercado de hortelanos”.

Este  “mercado de hortelanos” es, quizás lo más interesante de este mercado. En él, agricultores de la provincia venden sus frutas, verduras y hortalizas además de una extraordinaria variedad de plantas para poder plantarlos en tu propia huerta (en el caso de que dispongas de una, o como mínimo de un pedazo de terraza donde te quepa algo más que un tiesto): pimientos, puerros, berenjenas, tomates, sandías o melón, entre otros. Su mayor actividad se concentra entre el puente de San José y mediados de junio. A estas alturas del verano todavía podrás encontrar coliflor, repollo y brócoli. Esta actividad esta en vías de desaparición ya que han pasado de los treinta puestos que llegó a tener a sólo tres. Apresúrate a visitarlo porque a menos que los adolescentes sustituyan la plantación de “maría” por cebolletas es muy probable que desaparezca en un futuro próximo.

La verdad es que lo primero que sorprende al entrar en el mercado es su estado de abandono. Solo ocho puestos sobreviven diseminados en las dos primeras plantas. Alguna frutería, carnicerías, variantes y poco más. De hecho, carece de pescadería. Bien es cierto que Guadalajara no es puerto de mar pero en un mercado de abastos municipal cabría pensar que podría encontrarse al menos un local donde el ciudadano medio que paga sus impuestos pudiera surtirse de su ración semanal de fósforo, omega 3 y mercurio pero no, la última pescadería que resistía se trasladó a un local cercano al mercado.

Interrogando a un comerciante que resiste inasequible al desaliento, éste me asegura que los políticos no tienen un plan para el mercado. Parece que el objetivo es invertir en unas buenas dosis de inmovilismo institucional y desidia municipal para dejarlo morir lentamente y que los tenderos de toda la vida desaparezcan progresivamente. De estas cenizas puede que renazca un impersonal súper de comida empaquetada en bandejas de poliespan y donde un sin fin de multinacionales puedan vender sus productos; o bien un gastromercado pijotero donde cubrir la necesidad de todo hijo de vecino de comer ostras con champán al medio día  o una buena hamburguesa de Kobe con cebolla confitada sobre mollete ecológico. Es decir, globalización o gentrificación; el susto o muerte del mercado tradicional español en este nuevo siglo. 

 Mercadillo popular frente al mercado

 Interior del Mercado de Abastos de Guadalajara
  
Puesto del mercado de los hortelanos
 
Mercado de Abastos
Plaza Virgen de la Antigua, s/n
19001 Guadalajara