lunes, 31 de agosto de 2015

Los helados de Diego Verdú (Oviedo)

La confitería Diego Verdú Monerris es toda una institución en Oviedo. Sus turrones y dulces navideños pueblan las mesas de media ciudad y las fantasías hiperglucémicas de varias generaciones. Pero en verano, como otros turroneros insignes que pueblan nuestra geografía, se visten de heladería y nos deleitan con un surtido de deliciosos sabores para refrescar la llevadera canícula de la capital asturiana. En comparación con otras heladerías no cuentan con un número muy elevado de opciones y sus sabores pueden definirse como tradicionales, pero en su favor está una centenaria tradición de buen hacer y la absoluta fidelidad de su clientela. Además de su tienda de la calle Cimadevilla cuentan también con un quiosco en el Parque de San Francisco. Cualquiera de ellas es visita obligada para todo el que pase en verano por la preciosa Oviedo.

El helado más tradicional de Verdú es el de nata aunque el de tuti-fruti es realmente delicioso y refrescante. Pero por encima de todos los helados hay que destacar el de turrón de Jijona. He catado muchos helados de turrón, debilidad confesa de esta irredenta adicta al dulce, pero sin duda el de de Diego Verdú Monerris no es solo el mejor helado de turrón es EL HELADO DE TURRÓN. Su perfecta textura cremosa solo se ve interrumpida por unos generosos trozos de auténtico turrón de Jijona igualito que el que despachan al peso en el mostrador de al lado. La mejor forma de aunar en un cucurucho lo mejor del verano y lo único bueno de las Navidades.

Más adelante le dedicaremos otra entrada a sus especialidades navideñas.

 Quiosco de helados de Diego Verdú en calle Uria

 Tienda de Diego Verdú en calle Cimadevilla

 Su delicioso helado de turrón

Dos establecimientos: 

Tienda
Calle Cimadevilla, 7
33003 Oviedo

Quiosco de helados
Calle Uria, a la altura del Campo de San Francisco
33003 Oviedo

jueves, 27 de agosto de 2015

Casa Enriqueta (Madrid)

Dicen que un partido del Atleti pone a prueba hasta al corazón más resistente. Por lo sufridores que son sus aficionados no parecen muy preocupados por su salud cardiovascular. Entre todos ellos destaca el atrevido grupo que en la previa del partido visita esta freiduría cercana al Calderón. Este establecimiento ofrece las castizas gallinejas, entresijos, chicharrones, zarajos, botones, mollejas y chorrillos que puedes acompañar con una ensalada si acudes escoltado por tu dietista. Si sobreviviste al descenso del equipo a Segunda acompaña la asadurilla con las patatas de la casa fritas en su propio sebo… créeme, tú corazón podrá con eso y mucho más.

Esta freiduría de entresijos y gallinejas lleva abierta en la calle General Ricardos desde 1953 cuando la abuela Enriqueta (de la que se conserva un retrato en el interior) decidió fijar allí el negocio familiar. La historia de esta saga de “gallinejeros” (término que empleaba Benito Pérez Galdós para referirse a los vendedores de estas especialidades) comienza incluso antes de esa fecha con un puesto de freidurías en la vecina Pirámides en 1909. Con la actual son ya cinco generaciones embutiendo vísceras de exquisito meollo de cordero. Su agradable terraza es un pequeño oasis en la obstruida (en horas punta y días de partido) arteria “carabanchelera”.

Deseamos que esta freiduría esté entre nosotros al menos otras cinco generaciones (el equivalente para el Atlético a dos finales de la Champions League).

 Terraza de Casa Enriqueta

 Dorados y crujientes chicharrones (recortes de entresijo)

 Tarjeta de Casa Enriqueta

Casa Enriqueta
Calle del General Ricardos, 19
28019 Madrid

viernes, 14 de agosto de 2015

"Making of" de un vaso de horchata


La moderna pedagogía hace que a los niños hoy en día se les lleve a excursiones a granjas escuela o a visitar campamentos urbanos que los acerquen a los valores del reciclaje, la interculturalidad y el buen rollito. En mi época las cosas eran distintas. Las excursiones escolares solían ser a cementeras, salas de despiece y plantas de reciclaje industrial que hacían que en esas jornadas sin clases añorase incluso al implacable profesor de gimnasia que había llegado al colegio desde la RDA acusado de mala praxis por los padres de los alumnos. Obviamente, no guardo buen recuerdo de aquellas actividades. Las visitas a las plantas industriales se organizaban con la mejor intención para mostrarnos qué le esperaba a un niño de Villaverde si no continuaba con los estudios y ¡ya creo que surtía efecto! Al menos conmigo. Las inhalaciones de metales pesados por el humo de soldaduras, las altas temperaturas frente a hornos de vagoneta y la nunca aclarada desaparición de ese compañero de cuarto curso en la planta trituradora de madera fueron decisivas para descubrir que mi verdadera vocación era ser funcionario. Así que cuando Heladería Los Alpes se puso en contacto conmigo para invitarme a conocer el proceso de elaboración de la horchata en su obrador pensé que era una buena oportunidad para quitarme ese mal sabor de boca y que lo más peligroso que me podía pasar era caer por mi propia imprudencia en la cuba de la horchata cual Obélix talludito en la marmita de poción mágica.

El obrador de Heladería Los Alpes se encuentra desde hace una década en un local de cien metros cuadrados en el barrio madrileño de Alto Extremadura. Con anterioridad la producción se realizaba en el obrador de la heladería en el distrito de Moncloa, primero en su sótano y más tarde en planta calle a la vista de los clientes y de la que ya hablamos recientemente en este artículo. Guillermo hijo, tercera generación de una familia de heladeros me recibe en el obrador de la heladería a las once de la mañana. Me invita a entrar a la zona de trabajo pero antes hay que ponerse una mascarilla por higiene (pude comprobar que el obrador a pesar del trasiego del trabajo está limpio y ordenado). Lo primero que me muestra es la cámara de frío con una capacidad de 5000 litros de helado y con una temperatura constante de -33º. A continuación pasamos a la sala de producción donde se encuentra la maquinaria y el personal que elaboran los helados y la horchata.

Me muestra primero las máquinas donde se elaboran 800 litros de helado diarios. En ese momento preparan uno de crema catalana. Para este helado en concreto emplea huevos ecológicos extremeños (pequeños porque son los mejores). Todos los productos que usan para sus cremas son de primerísima calidad: nata irlandesa, yogurt artesano catalán, pistacho siciliano, avellanas del Piamonte, limón murciano, naranjas valencianas, aceite de oliva de la Sierra de Cazorla, etc. Por ejemplo, para el helado de fresa que en ese momento está en el proceso final de elaboración han usado fresas ecológicas y como colorante natural remolacha porque no usan ningún producto químico y todo es totalmente natural. Las frutas más perecederas las compra en fruterías del barrio, hoy ha encontrado buen plátano canario (con bananas no salen buenos helados). A los buenos productos que utilizan hay que añadir que no inyectan aire al helado, así si una tarrina de litro de helado industrial tiene un peso de neto de 475 gr. aproximadamente, aquí no baja de 750. Me da a probar ricos helados de varios sabores hechos en el obrador durante esa misma mañana: mantecado (una de las especialidades de la casa), el ya comentado de fresa y el de… ¡horchata!

Ya superado mi trauma infantil con las fábricas y los obradores y con el excitante sabor de la horchata en mis papilas gustativas llega el momento más esperado (y la causa de tantos sueños frescos y húmedos las noches previas a la cita) Guillermo me muestra el proceso por el que se convierte el néctar de chufa en auténtica horchata:

-Comenzamos, como no podía ser de otra manera, por la materia prima: la chufa. Heladería Los Alpes compra sacos de chufa con el sello de la D.O. Chufa de Valencia de la casa Panach (mítica horchatería de Alboraya y también cosecheros). Trabajar con chufa valenciana marca la diferencia. La chufa del sur de África muy introducida en el mercado español es más barata pero menos dulce que la valenciana por lo que precisa incorporar más azúcar durante el proceso de elaboración transformando el resultado final. Se puede apreciar la diferencia entre una chufa valenciana de otra africana con un simple corte longitudinal. Mientras la nuestra tiene en el interior un color tostado y un corazón más claro en el centro; la africana es pálida, uniforme y sin ninguna marca. No nos debería extrañar esta intromisión cuando las baldas de nuestros supermercados están inundadas de réplicas que tienen siempre como denominador común que son más baratas y no saben a nada: pimientos del Padrón que no son gallegos (Almería, Marruecos…), pimientos del piquillo de Lodosa que no son navarros (Extremadura, Perú…) y un largo etcétera.

Saco de chufas con D.O. Panach
 
-El siguiente paso es lavar y desinfectar las chufas. Primero se lavan con agua en arrastre para eliminar tierra y otras impurezas que acompañan a las chufas secas. A continuación pasan a un depósito con agua al que se le añade sal gorda (4,5 litros por cada 40 litros de agua) para eliminar las chufas deficientes (huecas o malas) que al resultar menos densas que el resto se delatarán al aparecer flotando en la superficie. Una vez eliminadas las chufas defectuosas se retira el agua y se aclara abundantemente con agua para eliminar los restos de salmuera. A continuación se pasa al desinfectado de la chufa añadiendo lejía alimentaria (6,5 litros por cada 40 litros de agua) durante una hora (el tiempo mínimo recomendable es de cuarenta minutos) para eliminar gérmenes y bacterias. Para terminar esta etapa se realizan continuos cambios de agua hasta que se eliminan los restos del germicida. Al finalizar este proceso de lavado y desinfectado se habrán gastado nada menos que 500 litros de agua para sólo 25 kilos de horchata. Como curiosidad subrayar que Guillermo me comenta que el secreto para que la horchata no se corte durante las tormentas de verano (no es una leyenda rural) es un buen lavado.

 Obrador donde se elabora la horchata
 
-A continuación hay que triturar y batir el producto. Las chufas ya lavadas y desinfectadas desfilan por el molino y de ahí directamente a la batidora. Durante todo el proceso se añade agua con manguera en el molino y en forma de ducha en el depósito de batido. En el caso de Madrid no es necesario que ésta sea destilada ni embotellada por la reconocida calidad del agua del Canal de Isabel II (en su día ya me comentaron el Horchatería Cullera la buena horchata que salía en Madrid gracias a su agua). Es importante que el añadido de agua sea poco a poco para que la chufa no quede aguada y saque perfectamente el sabor que contiene además del almidón (sustancia muy beneficiosa para nuestra salud). El resultado es una horchata con sabor y con todas sus propiedades.
 
Triturado de la chufa en el molino

La batidora en acción
 
-El jugo resultante del proceso de triturado y batido anterior que se encuentra en el depósito pasa por un grifo hasta un cubo al que se le incorpora en su parte superior un colador metálico con el objeto de filtrar los restos del tubérculo.

Filtrado con un simple colador
 
-Cuando se ha completado el batido se pasa a prensar el contenido del depósito de manera manual para aprovechar el jugo restante.

Restos de chufa para prensado manual
 
-Todo el jugo recogido en el cubo se pasa a una granizadora para enfriar el jugo resultante. Está maquina bate el producto a una temperatura entre 2 y 3 grados. En este momento es cuando se debe añadir azúcar. Es el fin del proceso de elaboración de la horchata en el que los iniciales 15 kg. de chufa se convierten 3 cubos (80 litros) de horchata natural lista para consumir. 

Granizadora trabajando a pleno rendimiento
 
Las dos tandas diarias de horchata que se producen de lunes a sábado entre marzo-abril (dependiendo del tiempo) y octubre son distribuidas a dos establecimientos de Heladería Los Alpes, uno en Madrid y otro en Torrelodones. Allí se conservan a una temperatura constante de 2º (entre -2º/-4º cuando es granizada) lista para consumir.

El resultado final tras un largo proceso
 
Mi agradecimiento a Guillermo por enseñarme su obrador, por sus magníficas explicaciones y por su generosidad. Que un adicto a la chufa como yo haya podido presenciar este proceso en directo no ha sido sólo un sueño ¡ha sido la rechufa!


También puede interesarte:


Localización en mapa de las horchaterías y otros establecimientos que elaboran horchata natural incluidas en la sección ESPECIAL HORCHATA: Me chifla la chufa 


jueves, 13 de agosto de 2015

Bocadillo de Bárcenas


Durante las recientes fiestas de San Cayetano un bar de El Rastro, popular por sus navajas a la plancha, rebautizó el bocadillo de chorizo con el nombre de Bárcenas. En "Bar Cruz-La Casa de las Navajas" todavía se cantan los pedidos a pleno pulmón por lo que esos “bárcenas” debieron provocar no pocas sonrisas entre la ya de por si animada clientela de los domingos de mercadillo.

El uso del sustantivo chorizo para referirse a “los amigos de lo ajeno” parece que tiene su origen en el caló donde ladrón se dice “chori” y es probable que los payos por asimilación lo convirtieran en “chorizo”. Hoy esta acepción es tan popular que frases como “no hay pan para tanto chorizo” están, para nuestra desgracia, completamente vacías de su original contenido gastronómico.

El diccionario de la RAE reconoce esta acepción vulgar sólo para “rateros, ladronzuelos y descuideros”, en pocas palabras, ladrones de poca monta. A la vista del estatus al que pertenecen en la actualidad los chorizos de los que hoy todo el mundo habla no estaría de más que la Academia ampliara la definición a Altezas Reales, Excelencias, Ilustrísimas y Señorías.

Cartel en Bar Cruz durante las fiestas del barrio
 
 ¿Será ésta la forma de pedir un bocadillo de Bárcenas?
 
 ¡Viva El Rastro!
 
Bar Cruz-La Casa de las Navajas
Calle de las Maldonadas, 1
28005 Madrid

viernes, 7 de agosto de 2015

Churrería Bonilla a la vista (A Coruña)

La familia Bonilla lleva desde 1949 haciendo churros en A Coruña (y con lo de churros no me refiero a la política urbanística de la ciudad) pero la historia comienza más de una década antes con un puesto ambulante en la vecina Ferrol. Hoy Bonilla a la Vista es toda una institución con varias churrerías en A Coruña y una fábrica en Arteixo donde se elaboran churros, patatas fritas y snacks. El secreto de su éxito es la cuidada elaboración de sus churros con harina de calidad y usando solo aceite de oliva.

Para acompañar a sus churros nada mejor que un espeso chocolate a la taza con sabor a bombón. Detrás de este chocolate descubrimos otra mítica empresa coruñesa fundada esta vez por Camilo Blanco en 1930, Chocolates Express. Su tableta de chocolate a la taza puedes adquirirlo en muchas tiendas y supermercados gallegos y es de aprovisionamiento obligado cada vez que visito Galicia de cara a esas tardes de invierno en las que lo que más apetece es un buen chocolate caliente.

Otro producto estrella de Bonilla a la Vista son sus patatas fritas elaboradas con patatas seleccionadas, aceite de oliva y sal marina. Están buenas y aparecen repetidamente en listas de Internet entre las mejores del país pero yo solo las compro en Galicia. En Madrid puedes encontrarlas en establecimientos gourmet pero su precio se multiplica dos y hasta tres veces, sobre 3 euros la bolsa de 150 gr. (¿Quién las distribuye? ¿empresas vinculadas a la trama Púnica?) Menudo abuso. Donde se venden bastante más baratas es La Tita Rivera por 3,50 euros (pero al menos es la bolsa de 300 gr.)

Como curiosidad: en 2012 se abrió un Bonilla a la Vista en Madrid pero cerró al año siguiente. Fue toda una osadía vender churros rectos en la patria del churro con forma de lazo... aunque para ser justos los de la centenaria San Ginés tienen esa forma, no están tan buenos y aún así está siempre llena. Pero más temerario aún fue instalarla en una ciudad donde los Granier se multiplican como las setas y menos aún en el barrio de Quintana (de alquileres altos y sueldos bajos). Una auténtica pena.
 
Chocolate con churros en Bonilla a la vista
 
Extraído de folleto Cash Ifa Galicia (2014)

 Lo que queda del Bonilla a la vista de Madrid

Calle Galera, 52
15003 A Coruña

jueves, 6 de agosto de 2015

Babe 3, la rebelión del horno de leña


Acaba de finalizar el rodaje en la ciudad de Salamanca de la tercera parte de Babe, el cerdito valiente, el esperado regreso del simpático cochino que primero fue pastor y más tarde emigró a la ciudad de Metrópolis, cerrando así la trilogía porcina. La nueva película dirigida por Tarantino y que está ya en fase de montaje se estrenará la próxima Semana Santa. Las Aventuras del Capitán Triglicérido tiene en exclusiva su argumento que pasamos a compartir con el compromiso con la productora y con nuestros lectores de no “destripar” el final...

El cerdito Babe da conferencias en granjas de todo el mundo de “management”, motivación y liderazgo preparando a los cuadros que en el futuro traerán la liberación animal. Su agenda le trae a Salamanca, la provincia del jamón de Guijuelo, el farinato (embutido de manteca de cerdo), la jeta (hocico de cerdo) y del tostón (cochinillo asado). Los chacineros charros envían desde el futuro a T-XL, un moderno horno de tostones de fusión de plasma que entusiasma por su increíble cocción hasta a un miembro del Estado Islámico y que encabeza una persecución sin tregua de nuestro protagonista con imprevisibles consecuencias.

Imagino que estarás salivando pensando en las primeras imágenes, pero por desgracia todavía no tenemos el trailer. Si quieres ver los primeros fotogramas de la película puedes darte un paseo por Salamanca donde el cerdito amenaza la hasta ahora preponderante posición de la rana en las tiendas de “pongos” (esos recuerdos que te traen tus tíos de sus vacaciones y dices: “¡ésto ahora dónde lo pongo!”). La que muestro en esta entrada corresponde a un restaurante del centro en la que se puede ver el muy probablemente último trabajo de este cerdito que antes de llegar a nuestro estómago se hizo un hueco en nuestros corazones.

 Esta crucifixión es "carnaza" para el veganismo