Madrid, Madrid, MadRIP... (VII)
No
corren buenos tiempos para El Rastro. Los domingos no son lo mismo sin la vida
del tradicional mercado. Algunos comerciantes temen maniobras del Ayuntamiento
para sustituir el actual por otro más sofisticado, mucho más atractivo para el
turista y que podría dejar atrás el castizo ambiente del actual, como sucedió
con el Mercado de San Miguel y con tantos otros mercados en esta ciudad. El
pretexto para el cambio es tan tramposo como confundir deliberadamente castizo
con cutre, tradición con privilegios y carácter con obstinación. El día que
especuladores y modernitos consigan esta transformación no sólo perderemos a
chamarileros, ropavejeros, cacharreros y vendedores de cintas de los grandes
éxitos del Tijeritas sino una parte irremplazable de la identidad de Madrid.
Hoy me fijo en un local que
durante tantos años acompañó la vida de este mercado. Se trata del comercio
la “Gran Lechería” en
la tortuosa calle Carlos Arniches. Este local destaca por una bella fachada
de Eduardo Casabellas, ceramista
de la escuela sevillana que trabajó en un taller de Puente de Vallecas y del
que había otra magnífica obra sita en el número treinta de la calle Ponzano, la
“Huevería y Frutería Casa Moreno”, desaparecida en 1992 por culpa de una obra
ilegal y con la anuencia del Ayuntamiento, tantas veces negligente a la hora de
proteger nuestro patrimonio comercial. La composición de la “Gran Lechería”
que, aunque mal conservada aún podemos disfrutar, representa escenas pastoriles
acompañadas del rotundo rotulo “leche
pura para niños y enfermos”, una afirmación nutricional
incuestionable en aquella época. Los azulejos fueron restaurados hace cuatro
años por un artesano de Oropesa pero su estado sigue siendo delicado.
Sabemos que la lechería estaba abierta en los años treinta por la posible datación de los azulejos pintados. El primer recuerdo fechado es de los años cincuenta cuando al frente había una robusta señora que vivía en la calle Carnero. Posteriormente, una pareja procedente de un pueblo se hizo cargo del local, aunque quien llevaba la lechería era ella porque el marido tenía otro oficio. Finalmente, en los sesenta llegó desde un pueblo de Ávila la familia que la regentó durante décadas. Compraban la leche en una vaquería de la calle Carnero con Carlos Arniches (hoy Restaurante AlliOlli). Vendían además huevos y conservas. A partir del mediodía el local se trasformaba en bar. Los hijos repartían leche (de vaca, claro está), vino, gaseosas y refrescos a domicilio en un carro cuadrado. Los domingos de mercado delante del local colocaban una tabla sobre cajas de bebidas y empapelaban la fachada cerámica con carteles que anunciaban litronas y bocatas que se podían consumir en el interior. En lo que coinciden todos los consultados es que los inquilinos nunca mostraron interés en proteger los azulejos. Con la jubilación del último miembro de la familia se cerró la historia de esta lechería, pero no la de su decoración a la que deseamos larga vida como reflejo de una época y de una forma de vida que forma parte de este barrio y de esta ciudad.
Las fuentes son los testimonios orales de vecinos del barrio. Un conglomerado de recuerdos, vivencias y rumores. Mi agradecimiento a todos ellos y en especial a Rosa y su madre, sin las cuales este artículo hubiera sido imposible.
Gran Lechería - Casa Lucas
Calle de Carlos Arniches, 25
Barrio de Embajadores (Madrid)
28005 Madrid
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