Déjame entrar (IV)
No soy amigo de
las ferias populares pero menos aún de comer en ellas. Un trauma no resuelto de
cuando siendo joven colaboraba todos los veranos en una caseta de comidas en un
distrito madrileño. Lo hacía en el turno diurno porque yo era uno de los pocos
valientes que se ofrecían para trabajar a pleno sol. Una vez montada la caseta
la noche anterior, la primera mañana había que recibir el material y el género.
El orden de entrega era el contrario que establece cualquier norma de seguridad
alimentaria: a primerísima hora los alimentos frescos, hacia el mediodía las
neveras y al final de la tarde el Ayuntamiento enganchaba la luz. Para cuando
comenzaban a enfriar las neveras, en su interior las salchichas habían tenido
tiempo para elegir portavoz. El resultado de estas atrocidades es que en
aquellas casetas de comidas había más posibilidades de premio que en la del
“perrito piloto”. Para nuestra fortuna los síntomas de gastroenteritis agudas
eran encubiertos por los excesos con el alcohol y la creencia popular de que en
estos eventos se sirve garrafón (un mito urbano, por supuesto).
Recientemente
una amiga me informó de que en ferias, verbenas y otras celebraciones de
Galicia se venden unas rosquillas típicas llamadas Cristaleiro y que ahora
podía adquirirlas online. Para salvar mi recelo a los artículos que se ofrecen
en este tipo de celebraciones me aseguró que, a diferencia de las que sirven en
la mayor parte de la capital por San Isidro, las gallegas son artesanas,
especiales y únicas. Unas grandes desconocidas fuera de Galicia ya que hasta
ahora sólo era posible comprarlas en fiestas, en el obrador donde las elaboran
o en un puesto del mercado de Travesas. Ha tenido que llegar la nueva
normalidad para que por pura supervivencia este dulce centenario, que los más
viejos del lugar recuerdan en tenderetes asidos en alambres, haya dado el salto
online. Desde este anómalo verano se pueden comprar en toda España y por lo que
me cuentan estudian incluso la posibilidad de saltar a Europa. Aprovecho la
coyuntura para hacer un pedido de un producto que en condiciones normales nunca
hubiera llegado a mis manos.
El paquete me
llegó por Correos y sin gastos de envío por superar el pedido la cantidad de
nueve euros. En el interior encontré los tres productos que en estos momento
ofertan para este servicio: las rosquillas blancas (las de siempre, también
conocidas por las del “desayuno” o “para mojar en vino tinto”) están cubiertas
por un baño de azúcar, anís y agua, son secas y poco dulces, muy del gusto
castellano, con ese puntito a anís que me recuerda a los dulces que de pequeño
compraban mis padres en nuestras salidas domingueras a Chinchón; las rosquillas
de hojaldre (con un baño de azúcar, miel y agua) son extremadamente jugosas y
las favoritas de los paladares más golosos, muy parecidas a los hojaldres de
Astorga que compraba de niño cuando hacíamos parada en la maragatería camino al
pueblo y finalmente, los trocitos de hojaldre, que vienen a ser como los
recortes de masa de las anteriores, perfectas para añadir al tazón del café.
Cualquiera de
las tres opciones permite saborear las fiestas gallegas sin salir de casa. La
próxima vez buscaré a ver si consigo acompañarlo de una buena queimada.
Rosquillas y trocitos de hojaldre
Una de las blancas
Mi pedido de rosquillas
Pedidos Rosquillas Cristaleiro
Rúa Párroco Carlos Fernández, 2
36380 Gondomar (Pontevedra)
2 comentarios:
Gracias por el blog, muy sugerente algunos productos. Por ejemplo las rosquillas, han cambiado las condiciones y han impuesto nuevas normas "Se necesita una compra mínima total de 12,72 € (impuestos exc.) para validar su pedido." sin contar con que doy por hecho que se paga el envío.
Gracias por tus palabras. Si realizas un pedido de cuatro paquetes (3,50€ cada uno) el envío es gratis a todo el territorio nacional. Creo que está muy bien.
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