Cracovia es la segunda ciudad más importante y más poblada
de Polonia. Un hermoso centro histórico, las minas de sal, la difícil pero
obligada visita al corazón del horror que es Austwich, son buenas razones para acercarse a esta zona de Europa. Puedes hacerlo en verano cuando el tiempo
te acompaña a ti y a las hordas de turistas con las que compartirás la ciudad o
en invierno donde conocerás el “calor local” bajo varias capas de ropa y de
nieve. ¿Adivinas cuándo fuimos nosotros? Efectivamente, a Capitán Triglicérido
le van las emociones fuertes.
Si buscas información turística en la web sobre Cracovia
habrás descubierto páginas que por su diseño pueden llevarte a pensar que son
oficiales pero que en realidad están ligadas a una empresa privada que organiza
rutas por la ciudad. No están exentas de esta práctica reseñas en blogs
firmadas por supuestos viajeros que tras unos iniciales consejos gratuitos
acaban por recomendarte avanzado el artículo que la mejor manera de conocer
Cracovia es contratar los servicios con alguna de esas empresas. Pues nosotros
no somos una de esas páginas. Si por casualidad has llegado hasta aquí debes
saber que “Las aventuras del Capitán Triglicérido” es un blog donde no nos
mueve el afán de lucro (no tenemos publicidad) y donde lo único que nos motiva
es compartir nuestras experiencias gastronómicas y nuestra humilde opinión
sobre las mismas. Si nuestro precio es tener menos visitas que un blog sobre la
cría del carpincho en cautividad lo pagaremos con gusto. ¡Estamos
acostumbrados!
Después de estas consideraciones previas iniciamos nuestra
ruta por Cracovia.
“Bares de leche” o “bar mleczny”
Tras este peculiar nombre se esconde mi recomendación para
comer en Polonia. Aunque fueron creadas con anterioridad estas tascas vivieron
su época dorada durante la presidencia del comunista Gomulka. Durante su
mandato el Estado fomentó su apertura para dar servicio de comidas a aquellos
trabajadores, funcionarios y estudiantes que no disponían de comedores en sus
centros para que funcionaran a modo de cantina colectiva para el proletariado.
(Ya se sabe: trabajador alimentado, camarada feliz.) Como su nombre indica en
ellos se servían productos lácteos pero también frutas y verduras. En cambio no
había lugar en su carta para la carne, debido a su escasez, ni para el alcohol
al tratarse de centros subvencionados. (Ya se sabe: camarada sobrio, trabajador
productivo.) El resultado de esta intervención fueron tascas con precios para
todos los bolsillos con una oferta que hoy pasaría por saludable. Tras la
instauración democrática en 1989 muchos predijeron que los “bares de leche” no
tardarían en desaparecer del mismo modo que lo harían las estaturas de Lenin,
las calles con nomenclatura de líderes del régimen y ese “one-hit-wonder” del
comunismo que fue “La Internacional”.
Tres décadas después del fin de la dictadura existen todavía
una treintena de “bares de leche” en Polonia. Cracovia con una veintena de
ellos es un lugar perfecto para descubrirlos. Son una institución querida y
valorada por los vecinos que reclaman el aumento de las subvenciones destinados
a ellos. Su éxito radica en ofrecer comida barata y casera sin productos
precocinados ni, como antaño, alcohol. Los únicos cambios reseñables son la
introducción de la carne y, ante mi incomprensión, los refrescos comerciales
nada saludables. Entre los valores que conservan: la estética modesta sin
concesiones decorativas y lo más fascinante, un interclasismo radical reflejado
en las mesas compartidas por trabajadores, estudiantes, funcionarios o
vagabundos que siguen acudiendo a estos locales. Son un lugar magnífico para
observar todo el crisol de la sociedad local y descubrir al mismo tiempo esos
platos de abuela polaca para aquellos que quieren prescindir de los
restaurantes modernillos para turistas.
Instrucciones, información y consideraciones para triunfar
en un “bar de leche”:
- Consulta el letrero de la pared con todos los platos. Los “bares de leche” más auténticos tienen esa información sólo en polaco. Un traductor en el móvil puede facilitar la tarea. En algunos locales disponen en el mostrador de carta resumida en inglés aunque lo desaconsejo porque limita la elección. También dispones de menú del día que resulta aún más barato que elegir platos sueltos.
- Entre las especialidades culinarias que podrás encontrar hay una gran variedad de sopas (zupy), platos de pasta similares a raviolis (pierogi) y gnocchi (kopytka), carne de cerdo en chuletas (kotlet schabowy) o estofado (gulasz), la típica bebida de manzana especiada (kompot) y de postre tartas de queso (sernik krakowski) y manzana (szarlotka).
- Recuerda a la hora de tomar nota que no sirven alcohol. Las cogorzas no están subvencionadas.
- Una vez elegidos tus platos y a no ser que sepas polaco apunta el pedido en una libreta. Si los pides de viva voz pueden servirte algo muy diferente a tu elección. (Nota filológica: en polaco las palabras no se leen como se escriben así que por mucha intención que le pongas a tu comanda puedes acabar tomando de postre un pollo.)
- Dirígete al mostrador, coge una bandeja, respeta la cola (nota para españoles: cola es cuando hay una fila ordenada de personas delante de ti y solo puedes avanzar a medida que la gente del principio de la misma sea atendida). Cuando llegue tu turno muestra la libreta con tu pedido al personal del mostrador. El servicio es muy rápido. Prepara la cartera porque se cobra en el momento.
- Una vez recibido el pedido siéntate en una mesa. Si no la hay libre no es infrecuente compartirla con otros comensales. Las mesas solo se ocupan el tiempo que tarda uno en comer así que no suele haber problema para encontrar sitio. Abstenerse de sobremesas largas comentando la jornada y viendo las quinientas fotos tomadas con tu nueva cámara digital para no obstruir el flujo de comensales.
- Te sorprenderá el silencio de los comedores aun completos. Los polacos son increíblemente respetuosos con el silencio de los demás y aún no han tenido que implantar “vagones en silencio” ni “hoteles sin niños”. Deja tu ADN en la puerta e intenta no dar la nota.
- Tras la comida deja tu bandeja en el lugar destinado para ello.
A continuación sugiero algunos “bares de leche” que me
gustan. El orden es aleatorio.
Nuestra ruta de "bares de leche"
Desayuno. Bar Mleczny Targowy
El primer “bar de leche” de la ruta es el “Targowy”, que en
castellano significa mercado. Está cercano a la plaza del mismo nombre donde se
ubica un mercadillo muy humilde al aire libre especializado en productos
agrícolas. Una vez en el “bar de leche” consulta los desayunos del cartel situado
a la izquierda de la ventana donde se recogen las bandejas. Si tu primer
encuentro con el polaco es demasiado impactante como mal menor pide a su amable
servicio una carta resumida en inglés.
En el cartel hay tres grandes apartados: sándwiches (kanapki),
platos con huevo (potrawy z jajez) y bebidas (napoje). Los sándwiches son
ligeros, naturales, sanos y suelen estar a la vista por lo que puedes hacerte
entender con un socorrido dedo políglota. Si eres más de huevos puedes optar
por ejemplo por los revueltos con mantequilla (jajecznica na masle). Entre las
bebidas los clásicos cacao, café o té, entre otros. Si prefieres desayunos más
contundentes elige comenzar el día con una sopa (zupy) como observarás que
hacen muchos de sus clientes habituales antes de entrar al curro.
Sencillo interior
Jajecznica na masle
Ignacego Daszyńskiego 19
31-538 Cracovia
Almuerzo. Bar Mleczny Krakus
En el barrio de Podgorze, que fuera gueto durante la época
nazi, recomiendo el “Krakus”, nombre que homenajea a este príncipe ligado al
origen de Cracovia y que quería establecer una ciudad en la colina donde hoy se
encuentra el castillo. Pero para ello antes tenía que expropiar al dragón que
moraba en ella. Como enviarle notificaciones no era provechoso Krakus ideó
dejarle a la entrada de su cueva un cordero relleno de sustancias ponzoñosas.
La historia seguro que te suena y es que con diferentes nombres y pequeñas
variaciones existen relatos similares en otras ciudades, algunas españolas,
como es el caso de Jaén. (Si es que en el fondo o no somos tan diferentes o
tenemos poca imaginación)
Una vez discurrida la estratagema para acabar con el dragón
el príncipe, que los tenía muy bien puestos, decidió ir él mismo a entregar el
pedido en vez de mandar a un repartidor de Deliveroo, que podía hacerlo más
deprisa y sin contrato, porque en aquellos tiempos dominados por la barbarie
era el líder el que tenía que ocupar la primera línea de batalla. Todo acaba
con Krakus triunfante entronizado como héroe nacional, el dragón en el exilio
con reflujo gastroesofágico crónico y el enclave liberado preparado para levantar
la actual Cracovia.
En el “Krakus” tú podrás coronar tu estupendo almuerzo con
una “nalésniki”. Este plato polaco similar a la crepe lo descubrí en este local
cuando me lo sirvieron en vez de lo que yo creía que había pedido. Pero en este
caso el error supuso un acierto. Puedes encontrar la “nalésniki” dulce o salada
dependiendo del acompañamiento, espectacular si es con requesón (nalésniki z
serem). Puedes elegirla con manzana, espinaca o brócoli, entre otras opciones.
Vuelve a la barra, pide una y como tarda un poco en prepararse aprovecha la
espera a un lado para ver los platos que salen y la muy heterogénea clientela
que los recibe. Tras unos minutos disfrutarás de un postre digno de reyes.
Exterior
Nalésniki z serem
Cena. Bar Mleczny Pod Temida
Elijo este restaurante para terminar al ser el más céntrico
entre los propuestos y el que cierra más tarde. Cenar antes de las ocho nos
puede parecer temprano en un país donde “La Voz Kids” coincide con la franja
horaria del porno en el resto de Europa. No hay de qué preocuparse, si tienes
en cuenta que en Polonia anochece antes, que probablemente hayas estado
pateando todo el santo día Cracovia y que, si es invierno, hayas además
soportando temperaturas bajo cero, creo muy probable que tengas apetitito a
esta temprana hora para una “merienda-cena”. En este local, al encontrarse en
una zona mucho más céntrica y turística podrás encontrar también la carta en
inglés. Por lo demás tiente las mismas características que los demás bares de
leche mencionados.
En el “Pod Temida” preparan varios platos con setas, un
producto típico de Polonia y muy presente en su gastronomía. Puedes optar por
pedir primero algo tan polaco como una sopa, en este caso de champiñones (zupy
grzybowa z lazankami) y opta como segundo plato una especie de tortitas de patata
y cebolla fritos llamadas “placki” acompañadas también con champiñones (placki
ziemniaczane z pieczarkami) y tan adictivas que repetí en cada visita a este
“bar de leche” durante mi estancia en Cracovia.
Fachada
Placki ziemniaczane z pieczarkami
Espero que si emprendes algún día un viaje a Cracovia además
de la ciudad puedas también disfrutar de su gastronomía. Smacznego!
PD. Consciente de la dificultad de encontrar en Internet
información turística fiable y confiable dejo a continuación dos enlaces de
organismos públicos oficiales con todo lo que hay que saber antes de
desplazarse a Cracovia:
Oficina de Turismo del Ayuntamiento de Cracovia (disponible
en español)
Oficina de Turismo de la Embajada de Polonia en España (en
español)
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