En la salida este de la Plaza Mayor encontramos uno de los
edificios más singulares de Salamanca: el del Mercado Central. Se inaugura en
1909 y es obra del arquitecto gaditano Joaquín de Vargas y Aguirre, autor
también de la modernista y espectacular Casa Lis, con la que comparte
materiales como el hierro, el cristal y el ladrillo aunque no estilo. Un
ejercicio de funcionalidad y racionalidad que contrasta con la factura más
clásica presente en la mayoría de los monumentos de la ciudad.
El mercado dispone de 54 puestos en los que la carne es la
protagonista. Destacan por su crudeza los mostradores de lechazo, tostones y
lechones pero mi mirada se dirige hacia los puestos de despojos. Cuatro
casquerías en un pequeño mercado acreditan la gran afición de los salmantinos
por los callos, lengua, mollejas, manos, pies, sesada y jetas. Productos
presentes en la gastronomía local y que puedes disfrutar en la ciudad en forma
de tapas y raciones.
Antes de que se prepare un escuadrón suicida de
paracaidistas integrado por nutricionistas y/o veganos irredentos para
convertir a los salmantinos a la dieta mediterránea a base de alfalfa
orgánica ofrezco un dato que dará al traste con la operación: Salamanca es la
provincia con mayor esperanza de vida de España. Alguna virtud tendrá su estilo
de vida si viven más que los japoneses (ausencia de terremotos aparte). Así que
parafraseando no recuerdo muy bien si a Oscar Wilde, Mahatma Gandhi o Mr.
Wonderful: si algo funciona, no lo cambies.
Mercado Central de Salamanca
Uno de los accesos del mercado charro
¡Soplaré y soplaré y el mostrador derribaré!
Plaza del Mercado, s/n
37001 Salamanca
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