En este local de una muy céntrica calle del viejo Madrid
encontramos esta fotografía de un pulpo a la gallega que, se supone, tendrá
como objetivo atraer clientes para que entren en el local. Nunca imaginó este
pobre cefalópodo que lo menos malo que le iba a pasar era que le atizaran
contra las rocas una vez pescado. Poco hubiera pensado el pobre bicho que iba a
convertirse en un revoltijo irreconocible más parecido a las entrañas de un ñu
recién cazado, a un extra tras rodar "Holocausto Canibal" o al contenido de la compresa de la novia cadáver.
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