El anuncio de un nuevo Mesón Ezequiel en la Calle Colón de Madrid estimula mi necesidad de visitar el restaurante original en Villamanín de la Tercia. No conozco a nadie en León que no hable maravillas de la calidad, precio y tamaño de las raciones de este local. Este mítico establecimiento situado en el paso que une León y Asturias por Pajares no solo es refugio de usuarios de la N-630 sino también de moteros y montañeros además de numerosos clientes del resto de la provincia que se desplazan hasta Villamanín solo para comer en "Mesón Ezequiel II". La afluencia es tan grande que su localización se considera un “punto negro”, no de esos que obstruyen tus poros sino de los que obstruyen las carreteras. En mi caso llego en transporte público, una elección extravagante tratándose de un restaurante de carretera, pero comprensible teniendo en cuenta que mi destino es ir de excursión a la montaña y soy de los que cala el coche hasta en la rampa de un garaje.
Para abrir apetito primero doy un paseo por Villamanín. Este pueblo fue arrasado durante la Guerra Civil al encontrarse en el centro del Frente Norte. Fue reconstruido por la Dirección General de Regiones Devastadas siendo el único pueblo reconstruido por este motivo en la Provincia de León. A diferencia de Belchite en Villamanín no quedan restos del antiguo pueblo así que si quieres ver ruinas hay que desplazarse un kilómetro y medio hasta La Fabricona. Este es un enorme complejo de tratamiento de mineral que durante la Guerra Civil fue usado por el destacamento republicano del capitán Luis Vaquero. El lugar fue totalmente arrasado por la Legión Cóndor al mando de Wolfram von Richtofen, primo del “Barón Rojo”, empleando el “bombardeo de alfombra”, repitiendo fórmula días después sobre la población de Guernica.
El primer "Mesón Ezequiel II" estuvo en la Calle Estación; el actual abierto en 1992, es el típico restaurante de carretera con bar, comedor y tienda, en este caso con embutidos Ezequiel y otros productos típicos. Ofrece un menú económico, pero prefiero comer de carta y pido fabada y caldereta de cordero, un plato siempre presente en las Jornadas Gastronómicas de la Tercia y Arbas y en el que "Mesón Ezequiel II" es uno de los participantes. La comida es exquisita, pero en cantidades inabarcables para el comensal medio que por cada plato retirado suma un nuevo táper sobre la mesa. Todos menos unos jubilados que a pesar de sus exclamaciones de sorpresa por el tamaño de cada plato los devolvían limpios como la patena y remataron la comida con un pijama (un postre digno de Crónicas Carnívoras y que consta de frutas, tartas, helados, sorbete, nueces, nata y siropes) que devoraron sin contemplaciones. Como dijo un comensal de una mesa cercana “que disfruten, para lo que les queda…”. Y de alguna manera, tenía razón, porque el condumio de "Mesón Ezequiel II" está de muerte. Yo mismo me retiro rodando y al borde de la extenuación, pero prometiendo regresar allí en coche, autostop, burro o como sea.
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