Ed Wood tiene su hueco en la historia del séptimo arte por
ser precursor del cine de serie Z. Sus películas de ciencia-ficción de ínfimo
presupuesto plagadas de historias rocambolescas, decorados de función escolar,
monstruos de pacotilla, personajes estrafalarios y roñosos efectos especiales
causaban más vergüenza ajena que terror y le valieron la mención honorífica de
peor director de la historia. Una de sus señas de identidad fueron sus
platillos volantes de quincalla balanceándose al final de unos más que
evidentes hilos manejados al albur del un más que vergonzante guión.
En un bar coruñés próximo a la madrileña Plaza Mayor encuentro varias escenas
que bien podrían haber salido de la imaginación y recursos técnicos de tan
recordado director, siempre y cuando este hubiera conocido la queimada y que
bajo los efectos de la misma hubiera dado un curso elemental de PhotoShop.
OVNIS comandados por medallones de merluza, naves alienígenas cargadas de
letales patatas o el ataque de un monstruo mutante cruce de Godzilla y el
cangrejo Sebastián amenazan desde los aires A Coruña dispuestos a hacer cumplir
la Ley de Costas en una ciudad que goza de muchas virtudes pero entre las
cuales no se encuentra el respeto del desarrollo urbanístico con el entorno
natural (acoge seis de los ochos edificios más altos de Galicia). Seguramente
el encargado de la publicidad de este céntrico local o es un digno descendiente
del mismísimo Ed Wood o se ha criado en Vigo.
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