lunes, 30 de diciembre de 2024

Las caravanas de turrón de Fregenal

Como en años anteriores y tras las buenas experiencias de Xixona y La Alberca visito por Navidad un municipio turronero. Este año acudo a la pacense Fregenal de la Sierra, en la Sierra Suroeste de Extremadura, muy cerca de la frontera andaluza, tierra de dehesas y pueblos blancos. Esta bonita localidad mantiene la tradición del turrón artesanal desde al menos, según testimonios orales, el siglo XVIII. Un producto que se elabora en casa manteniendo las recetas, las técnicas y la distribución de siempre en una manera de entender el oficio que contra toda lógica de mercado subsiste avanzado el siglo XXI.

Además de turrón Fregenal es un precioso pueblo que merece ser visitado. Cabe destacar su castillo templario del s.  XIII del que solo queda su estructura exterior y en cuyo interior en el s. XVIII se construyó la plaza de toros y ya en el siglo XX el mercado. Vale la pena perderse por la barriada de Santa Ana, acercarse al mirador de la Cruz Roja, visitar su Museo de Arte Contemporáneo o su Caserón de Miniaturas.

 Tripas del castillo

Turrón (de Xixona) en el Caserón de Miniaturas

Recomiendo realizar una visita guiada que puede concertarse poniéndose en contacto con antelación en la Oficina de Turismo. Durante la misma, María, una joven muy profesional, me llevó por los principales monumentos de Fregenal.  La visita incluye un recorrido por el exterior de las casas solariegas. Estas viviendas que competían entre sí a base de a ver quién ponía más mampostería, contaban con planta baja o noble para la vivienda, y otra alta o “doblao”, que funcionaba como aislante térmico. Algunas son realmentes espléndidas como el Palacio del Marqués de Riocabado, el de los Condes de Torrepilares o de la Marquesa de Ferrera. En estas casas trabajaron muchos frexneneses a las órdenes de los entonces “señoritos” hasta que a estos se les acabó el dinero y se vieron obligados a vender sus casas y sus tierras; algunas de estas últimas fueron compradas por aquellos que en su día trabajaron a las órdenes de aquellos terratenientes que acabaron yéndose del pueblo a buscar sustento entre las clases medias metropolitanas. Como anécdota en una de estas casas se grabaron escenas de la película “Jarrapellejos”, ambientada en la Extremadura del caciquismo y en la que muchos frexnenses participaron como extras.

A la derecha el Palacio de los Marqueses de Riocabado

Casas solariegas enfrentadas

La visita incluyó también el interior de varias iglesias. Dos desacralizadas, la de los Jesuitas y la del Convento de San Francisco, sobrecogen por su desnudez y son empleadas para bodas civiles, exposiciones y otras actividades. La de Santa Catalina guarda la venerada imagen de la Virgen de la Salud. En la de Santa Ana además del mausoleo de Bravo Murillo puedes dedicar un ratito a buscar al gaitero del retablo del Nacimiento que pudo ser un capricho de un artista gallego que quiso dejar su impronta en tierras extremeñas. Sé que puede ser un pasatiempo un tanto friki pero viniendo de una persona que casi se pinzó las cervicales buscando el escudo del Athletic de Bilbao en las torres de las iglesias de Trujillo no es algo que resulte extraño.

 Iglesia de los Jesuitas
 
Iglesia del Convento de San Francisco

Gastronomía tradicional: la mandanga

Fregenal de la Sierra dispone de una rica gastronomía con platos reconocibles como el guarrito frito, las castañuelas a la brasa, el revuelto de gurumelos, el bacalao dorado o las perrunillas, estás últimas fáciles de encontrar en las panaderías y que en el pasado dieron nombre a su actual Plaza de la Constitución debido a su forma. Mucho más difícil de localizar una receta exclusiva de la cocina frexnense, la mandanga. En este guiso el protagonismo es para vísceras, callos, patas de cordero y morcilla lustre. Es muy popular en fiestas y en los fogones de las familias, pero cada vez más inusual en las cartas de sus restaurantes debido, según algunas fuentes consultas, a la dificultad de encontrar la materia prima, el elevado precio de la misma y lo laborioso de su realización. 

En el Barrio Sur
  
  Mandanga de la buena
 

Yo la pruebo en "La Bodeguilla", en el Barrio Sur. Me la sirve una cocinera orgullosa tanto de la mandanga como de la caldereta de cordero, dos platos cada vez menos habituales. Su madre trabajaba en el "Quiosco de Andrés López", donde la mandanga era la tapa reina y ella se encarga todavía de mantener viva la receta. Si eres aficionado a los guisitos, a la casquería y a mojar pan no te lo debes perder. Andrés Galván, administrador de "Te quiero Fregenal", me apuntó además una segunda dirección, el "Hogar del Pensionista", lugar al que se puede acceder sin necesidad de saber jugar a la petanca, de que te guste mirar obras o de que aún utilices una cuenta en Facebook. Para terminar, recomiendo el capítulo dedicado a este plato del programa gastronómico “La Prueba”, similar a la prueba de exteriores de “MasterChef” pero sin comentarios tóxicos del jurado.


Los puestos de turrón del Mercado Navideño

Quiero destacar en este apartado el libro “Turroneros Extremeños” escrito por Carlos M. Calderón e Ismael Sánchez. Esta Biblia del turrón extremeño ha sido fundamental para la preparación de este viaje (y del que vendrá cuando visite Castuera). Esta obra será el documento que en el futuro se consultará cuando los turroneros de Fregenal de la Sierra acaben desapareciendo como hicieron los albarderos, pañeros, herreros y otros oficios que forman ya parte del pasado. Este libro imprescindible se puede consultar en Dialnet aunque en mi caso tuve la fortuna de recibir un ejemplar por gentileza de Editora Regional de Extremadura detalle por el que estoy sumamente agradecido.

Familia Marín en los años 30
 
Remedios Marín, José Rodríguez y Ciriaco Rodríguez hacia 1975
 
Ciriaco Rodríguez Marín en los años 80

(Fotos cedidas por Andrés Galván)

Mi primera impresión al conocer el turrón de Fregenal de la Sierra son las similitudes con los elaborados en La Alberca a pesar de los 300 kilómetros que separan ambas localidades. El turrón se elabora en casa, a mano, sin procedimientos mecánicos, por miembros de la misma familia con varias generaciones a sus espalda en el oficio y los mismos que lo elaboran lo venden al por menor distribuyéndolo en el mismo municipio o por ferias en localidades próximas, aunque la variedad de turrones allí es mayor y frente al papel mayoritario de las mujeres en la localidad salmantina, aquí la elaboración recae sobre toda la familia.

En el Mercado Navideño de Fregenal de la Sierra en la Plaza de la Constitución  encuentro tres puestos de turroneros: el de Juanjo y Toñi, el de Ana y José Luis, y el de Ignacio y Cesárea. Me comenta Andrés Galván que hay otros dos sin presencia en el mercado, Manolo “el barbero” y Antonio. Si en La Alberca se hablaba de los Mancebo aquí es la familia Marín sobre la que descansa la tradición turronera; un apellido que algunos mantienen y otros han perdido con el paso del tiempo, pero todos unidos por vínculos familiares. Toñi se refiere a los otros turroneros del mercado como “primos-hermanos de su suegro”. José Luis, por su parte, recuerda que eran turroneros ya su abuelo, todos los hermanos de este y su madre. Un oficio, por tanto, que pasa de padres a hijos.

El turrón se vende fundamentalmente en ferias entre primavera y otoño. Los turroneros de Fregenal de la Sierra son feriantes y recorren durante la temporada con sus caravanas las ferias del entorno, principalmente en el Sur de la provincia de Badajoz, el Norte de Huelva y algo menos en Sevilla como me apunta Juanjo. Entre los municipios visitados se encuentran, entre otros, Jerez de los Caballeros, Cumbres Mayores, Calañas, La Zarza, El Repilado, Jabugo, Calera de León o Niebla. El más lejano, Gibraleón, muy cerca de Huelva capital, y el más grande, Zafra, donde José Luis apunta que a pesar del tamaño no es la feria más rentable porque hay competencia y se paga mucho.

Flora y sus padres en el paseo La Palma hacia 1945

Manolo trabajando con las técnicas y utillajes actuales en los años 90
 
Manolo y Flora vendiendo turrón en el paseo El Pilarito
 
(Fotos cedidas por Pedro Cardenal)

La tradicional venta ambulante del turrón de Fregenal de la Sierra ha cambiado mucho con el tiempo y para mejor. Cuenta Juanjo que su padre acudía todos los fines de semana a Valencia del Ventoso con un carro tirado por un burro y que el pobre animal a veces no podía con la carga de turrón por lo que “era mi padre quien acababa tirando del burro para que no se le hiciera de noche”. Obviamente, los animales de carga han sido sustituidos por vehículos a motor lo que facilita y acelera la labor. Me cuentan también que a las ferias a las que van procuran no acudir más de una familia para que su presencia sea rentable y así se ponen de acuerdo para cubrir las distintas festejos ya que además de turroneros llevan otras actividades como el bingo o el tiro de pichón siendo la de feriante su única actividad laboral y fuente de ingresos.

Si quieres adquirir el turrón en Fregenal de la Sierra tienes la opción de encargarlo directamente a los turroneros como hacen los paisanos y también los que viven fuera del pueblo. Como aquí todo el mundo se conoce se los encargan al cruzárselos por la calle o bien haciéndoles el encargo por teléfono pues no existe tienda física. La otra opción es buscarlos durante las Fiesta de Patronales de Nuestra Señora de Santa María de los Remedios en las casetas ubicadas a ambos lados de la carretera frente a la basílica y también en la Feria y Fiestas de San Mateo en la calle de Los Turroneros en el Recinto Ferial. Y, por supuesto, en el Mercado Navideño.

En los puestos del Mercado Navideño se vende turrón de almendra del duro. Juanjo y Toñi además ofrecen de avellana aunque conviene advertir que en realidad es de cacahuete (pues como pude averiguar en algunas zonas del Sur se llama avellana a este fruto seco). También ofrecen un producto muy típico de Fregenal de la Sierra: el calabazate. El más genuino se  elabora con cidra que Juanjo cultiva en su huerta y José Luis adquiere en otro municipio. No pueden faltar las populares garrapiñadas de almendra, pipa, pistacho, nuez o anacardo según el puesto. El resto de turrones y dulces navideños ofrecidos son fundamentalmente de Castuera y en algún caso de Xixona. La otra mitad de la caseta está ocupada por juguetes, un elemento que acompaña en las ferias al turrón. 

 El turrón de almendra es más oscuro al elaborarse con piel

 El turrón y los juguetes son compañeros en las ferias
 
El calabazate es un clásico de Fregenal

Los ingredientes en la elaboración del turrón son la almendra, “que se compra tostada desde que se prohibió hacerlo en las panaderías”, como afirma José Luis;  la miel, que se adquiere en otros municipios cercanos como La Siberia o Aracena y el huevo, el tercer ingrediente clave, que procede de tiendas de alimentación (por seguridad alimentaria, a pesar de que algún turronero tiene gallinas propias). Si en otras localidades turroneras la yema se utilizada para dulces en el caso de Juanjo las usa para “hacer bizcochos y tortillas de patatas” para consumo propio. En este caso el azúcar se emplea nada o muy poco, por ejemplo para aclarar el color turrón si el lote de miel es demasiado oscura.

En cuanto a la técnica de elaboración y el utillaje empleado son casi ancestrales. La única diferencia es la sustitución del carbón por el gas butano y en algún caso la batidora manual por una eléctrica. Los turroneros son poco partidarios de hacer modificaciones para no alterar el producto y conservar la tradición heredada. Juanjo me explica que en la olla al fuego se incorporan los ingredientes en el siguiente orden: miel (25 kg.), claras (40) y almendra (25 kg.). El resto brazo, paleta y venga a remover en turnos con la ayuda de hermano e hijo. Si antaño el tiempo estimado de elaboración era de seis horas la presencia del gas butano la ha reducido a cuatro. Una vez mezclado se reparte en cajas, unas diez para la cantidad arriba mencionada.

Tratándose de una actividad legada de padres a hijos es inevitable que la última pregunta a los turroneros sea sobre la continuidad del negocio. Parece que solo un hijo de José Luis tiene intención de seguir la tradición. El motivo es que el oficio de feriante vinculado al turrón es muy duro y los hijos aspiran a “trabajos de lunes a viernes con vacaciones en verano”. En el futuro es muy probable que desaparezca el oficio al igual que sucedió en otras localidades como apunta José Luis: "en Bancarrota, donde hacían turrón de cacahuete; Oliva de la frontera, Valverde del Camino y por la parte de Barranco". En Castuera, por su parte, el turrón no desapareció pero el productor artesanal fue sustituido y reemplazado por las fábricas industriales.

Turrón recién elaborado en casa de Juanjo
 

José Luis cortando turrón de almendra
 
Sigo contando diez dedos

Pasteles Risco

Si llegué a tiempo de probar los turrones de los puestos del Mercado Navideño no puedo decir lo mismo de este establecimiento. Lamentablemente Pasteles Risco cerró el pasado 31 de diciembre por falta de relevo generacional después de más de un siglo de existencia y con el título de Proveedor de la Real Casa en 1879. Los vecinos hablan maravillas de sus pasteles ingleses, piononos y dalias. También elaboraban dulces navideños y, por supuesto, turrones. Solo hay que ver las fotos de su Facebook para hacerse idea de su calidad.

El primer obrador estuvo ubicado en el edificio que luego fue el Teatro Sebastián, pasando luego a la Calle Cárcel y finalmente en la Carretera de Sevilla, en cuyo escaparate aún puede apreciarse vestigios de su antiguo esplendor. La tienda situada en la Calle Nuevas fue totalmente desmontada y en la actualidad es otra pastelería muy diferente. Las recetas, que hace años intentó recopilar sin éxito Luis Moreno Gamito siguen bajo llave, y se rumorea que rechazan ofertas por ellas por lo que si nada cambia en un futuro se acabarán perdiendo y con ellas una parte importante del patrimonio gastronómico y de la memoria de esta localidad.

  Envase de la pastelería

Ubicación del último obrador

No puedo terminar este artículo sin agradecer a todas las personas que me han ayudado para la elaboración de estas líneas.  Así que gracias a Tina Rodríguez por ponerme en contacto con los protagonistas, gestionar una visita en la Oficina de Turismo y estar pendiente de mis necesidades; a Andrés Galván, un hombre culto, amable y memoria viva de Fregenal de la Sierra; a Pedro Cardenal, que compartió conmigo sus fotos de turroneros que con tanto cariño conserva y difunde; y, por supuesto, a todos los turroneros del Mercado Navideño de Fregenal de la Sierra, por su amabilidad, disposición y generosidad. Personas como ellos son las que sostienen la memoria, la tradición y la identidad de un pueblo.

Termino este humilde artículo animando al lector a apoyar este oficio y producto únicos, no solo con “me gustas” sino comprando turrón de  Fregenal de la Sierra directamente a los artesanos. También quiero emplazarte a visitar este rincón de casas blancas, fuentes ornamentales y calles empedradas bajo el canto de sus gorriones, seguro que repites.

 Que esta placa no sea en el futuro solo un recuerdo

 Mi botín

miércoles, 25 de septiembre de 2024

Límite 24 horas en Oporto

Hacía quince años que no pisaba Oporto. La ciudad seguía preciosa a pesar de sus Airbnb ́s, freetour ́s y tuktuk ́s. Como conozco los monumentos, no han cambiado y están atiborrados de hordas de turistas haciéndose “selfies” me centré esta vez en sus detalles urbanos: los patrones decorativos de las calzadas, los azulejos de las fachadas, el patrimonio gráfico del viejo comercio y los quioscos centenarios de la ciudad. Esos elementos a veces ignorados que conforman el mapa visual de una ciudad y que poco a poco van desapareciendo en aras de una nueva geografía más novedosa que borra de forma inexorable la personalidad de las ciudades que un día conocimos.

Recomiendo en este ejercicio de nostalgia urbana una visita al “Banco de Materiais” del Museo Municipal, donde pude disfrutar de muchos de estos elementos rescatados de la piqueta y conservados en este lugar hasta encontrarles un nuevo espacio.

El resto del tiempo lo empleé en lo más importante: la comida. Primero, pasé lista a los establecimientos tradicionales que recordaba para verificar cuales habían sobrevivido al paso del tiempo. Segundo, elegir entre los que aún seguían abiertos aquellos que en mi opinión parecían no haber cambiado en lo fundamental. Tercero, pedir en estos locales platos genuinos de la región y la ciudad de Oporto con el objetivo de hacer una selección para este artículo porque yo, ante todo, me debo a mi público. Debo advertir que entre estas especialidades no está la famosa “francesinha”, demandada por el común de los turistas y presente en casi todos los restaurantes, en muchos de los buenos y en todos los malos.





Desayunando “jesuitas”.

Comenzamos con el “jesuita”. La presencia de este dulce en el distrito de Oporto está vinculada a un enigmático pastelero español que entró a trabajar en Confeitaria Moura, un horno centenario en Santo Tirso, a 28 kilómetros de la capital. Los propietarios, que son la cuarta generación, creen que era de Bilbao y relacionado de alguna forma que no he sabido averiguar, con la orden jesuita. Fuentes bilbaínas consultadas por este medio ni confirman ni desmienten esta información, pero aseguran que desde antiguo Oporto aparece en el mapamundi de Bilbao (chiste para vascos). Hoy este hojaldre es una institución en Oporto, su región y el norte de Portugal.

Conozco el jesuita del norte de España, pero no había probado el portugués. Así que acudí a la sucursal que abrió en Oporto la confitería original de Santo Tirso. Una vez servido en mi mesa abrí el hojaldre con sumo cuidado por la mitad para a continuación girar la parte superior hacia dentro como marca la tradición. Cada bocado de esta delicia era una explosión de mantequilla en la boca. Debes acompañarlo del afamado café portugués. Si deseas repetir esta experiencia en otras pastelerías de la ciudad recuerda la regla del hojaldre: cuanto más grande es su tamaño menor su proporción de mantequilla.

Confeitaria Moura
  
“Jesuita”

Almorzando “tripas à moda do Porto”.

Al portuense se le conoce coloquialmente como “tripeiro” y el término no tiene tanto que ver con el perímetro abdominal de sus habitantes como por su relación con las vísceras que se encuentra reflejada en numerosas leyendas. La más antigua es del siglo XII cuando cuentan que se organizó una expedición desde Oporto para liberar Lisboa, otra más reciente se sitúa el sitio de Oporto (1832-3); pero la más conocida es la que cuenta que durante los preparativos de la conquista de Ceuta por Enrique el Navegante, los vecinos entregaron toda la carne disponible para fortalecer a las aguerridas huestes enriqueñas recibiendo en su lugar como reconocimiento las tripas sobrantes de los animales y el distinguido apodo de “tripeiros”. En cualquier caso, todas las historias de guerras y privaciones, son terreno en el que la casquería es siempre protagonista y fiel aliado.

Me presento en el Restaurante "O Escondidinho" para degustar sus “tripas à moda do Porto”. Es un guiso de tripas portuense similar a la “dobrada” del norte del país y a la “dobradinha” brasileña. Este establecimiento de 1931 es una institución. Su carta, ambiente y clientela me recordaron al barcelonés “Can Culleretes”. El camarero las sirve con exquisitez y bien calientes, como exigía Pessoa en su poesía sobre este plato. Sorprende lo delicadas y ligeras que son. Así que me vengo arriba y de postre elijo “toucinho do céu”, similar al español pero con almendra. Con esta munición en el cuerpo sobrevivo a cualquier guerra.

El mejor mirador de Oporto
   
“Tripas à moda do Porto”
    
Cenando “cachorrinhos”.

Los “cachorrinhos” son un perrito caliente creación de “Cervejaria Gazela”. Esta tasca de los años sesenta era ideal para trabajadores que pedían en su descanso un bocado rápido y económico.

Todo cambió en 2017 cuando el chef Anthony Bourdain mostró este plato en su programa. A partir de ese día los turistas abarrotaron el local aumentando las esperas hasta pervertir el concepto de comida rápida. En 2018 abrieron un nuevo local con la esperanza de no dejar a nadie sin su “cachorrinho”. Hoy la fórmula es copiada por muchos locales de Oporto y por oportunistas franquicias que quieren trasladarlo al resto de Portugal.

Visité el local nuevo, grande y moderno, pero que mantiene el espíritu original porque a diferencia de otros negocios de éxito en Oporto aún no ha sido devorado por socios capitalistas y fondos de inversión. La carta, también más amplia, incluye alguna concesión a la nueva clientela como la “francesinha”, pero el campeón es el “cachorrinho”, preparado con los ingredientes de siempre: pan baguette, salchicha fresca, “linguiça”, queso y una salsa ligeramente picante. Plato sencillo no carente de técnica como demuestra que sus competidores no hayan logrado sobrepasar la fama del original.

Regreso esperando que de esta lista no tenga que tachar ningún local en mi próxima visita a Oporto.

Esperando por su “cachorrinho”en el nuevo local
     
“Cachorrinho”
   
Direcciones: 

Confeitaria Moura
R. de Rodrigues Sampaio, 115
4000-065 Oporto

R. de Passos Manuel, 144
40000-382 Oporto


Tv. Cimo de Vila, 4 (antigua)
R. de Entreparedes, 8-10 (moderna)

4000-434 Oporto

viernes, 9 de agosto de 2024

Casa Miranda (Betanzos)

En los años treinta Angélica Rivera y su marido se hacen cargo del restaurante La Casilla en Betanzos. La especialidad de Angélica era la tortilla de patata, un plato cuya fama traspasó fronteras y que recibió clientes de todas partes solo para probarla. Cuando ella se retiró y el  negocio cambió de dueño en 1990 la tortilla de patatas como la hacía Angélica era a Betanzos como el pulpo a Carballiño, el cocido a Lalín o Cañita Brava a La Coruña. Hoy en Madrid a cualquier  tortilla con mucho huevo y poca patata, finísima por fuera y líquida por dentro se la conoce y publicita como “de Betanzos”.

Lo primero que debes saber es que los principales templos de la tortilla de Betanzos solo la sirven entera y se recomienda reservar. Si tu idea es pedir pinchos en varios bares como el que va de tapas o raciones te equivocas de lugar. En 2024 probé tres tortillas excelentes, la  de Casa Miranda, O Pote y O Progreso, todos en la Travesía del Progreso, la Milla de Oro de la tortilla, la Quinta Avenida de Betanzos. Mi favorita, la de Casa Miranda, una tasca tradicional en la que Pepa hace la tortilla más premiada de esta localidad, digna continuadora de las míticas tortillas de Angélica.

Recuerdos en Casa Miranda
 
Tortilla de Betanzos
 
La foto que debería aparecer en Google si buscas tortilla de Betanzos

Casa Miranda
Travesía del Progreso, 5
15300 Betanzos (A Coruña)

martes, 11 de junio de 2024

Forn Alandete (Gandía)

Mis guías gastronómicas más fiables son mi pierna izquierda y mi derecha. Pierdo la cuenta del número de confiterías, bares y colmados descubiertos paseando sin rumbo fijo fuera de los planos marcados, asaltando con preguntas a un lugareño o dejándome arrastrar por un aroma. Sistema empleado, sin ir más lejos, por nuestros padres para descubrir esa casa de comidas que aún tenemos grabada con cariño en nuestra frágil memoria y que nunca obtendrá una certificación de Tripadvisor. Un viejo método, de prueba y error, que no tiene cabida en una sociedad con la imperante necesidad de “elegir siempre bien” aunque sea a costa de limitarnos a la exigua oferta seleccionada por robots que condenan a la invisibilidad a todo el que carece de un buen posicionamiento en Internet.

Al arcaico método le debo el descubrimiento del local que nos ocupa. Para ello es necesario un plus de curiosidad. Para empezar no dispone de cartelería. Entro en el local sin identificar, pregunto al dependiente, vacila, “nos conocen por la Panadería de Alandete o Santi”. “Santi” es una señora de más de noventa años que estuvo hasta hace poco al frente del negocio. “La próxima semana ella recogerá un premio del Ayuntamiento por los cien años del negocio”, afirman con orgullo, a la vez que resaltan que ya son la cuarta generación. No hace falta más para ganarme. Pido entre otros artículos un bizcocho, empanadillas (tomate, espinacas y guisantes) y unos bollos rellenos con tableta de chocolate que me devuelven a mi infancia, todo ello con sabor a obrador de siempre. Cargado de bolsas regreso a Gandía Playa con la satisfacción del que sale a por nada y regresa con todo. Una parada obligada desde entonces. 


Bizcocho clásico
 
Empanadillas variadas

Fachada de incógnito

Forn Alandete (Gandía)
Plaça de la Duquessa María Enríquez,2
46701 Gandía

martes, 28 de mayo de 2024

Helados La Ibense Gisbert (Sant Joan d'Alacant)

ESPECIAL HORCHATA: Me chifla la chufa (LX)

Visito San Juan de Alicante. Un municipio vecino de Alicante que tiene el reto de no convertirse en otro barrio dormitorio de la capital indistinguible del resto. No hace tanto tiempo fue una población agrícola como aún hoy se puede apreciar en las inmediaciones de su centro urbano en forma de bonitas fincas y villas de labranza que bien merece una ruta. Wikipedia destaca la presencia en la ciudad de buen helado y refrescos veraniegos motivo más que suficiente para hacer una parada.

La Ibense Gisbert es una heladería fundada en 1910 en la que trabaja actualmente la cuarta generación. Tiene el obrador en el Polígono Industrial Pla de la Vallonga y una segunda tienda en Alicante. Esta empresa emplea dos de mis productos favoritos: el turrón de Jijona y la chufa, ambas con sus respectivas D.O., que transforma en helado y horchata, respectivamente con los que esta heladería ha obtenido varios reconocimientos por no hablar además de mi más sincera felicitación. Horchata y turrón son, a mi entender, los mejores motivos por los que una localidad debe ser puesta en el mapa.

Su horchata
 
Detalle
 
Terraza
 

Helados La Ibense Gisbert

Avinguda de la Diagonal, 13
03550 Sant Joan d'Alacant (Alicante)

Localización en mapa de las horchaterías y otros establecimientos que elaboran horchata natural incluidas en la sección ESPECIAL HORCHATA: Me chifla la chufa

viernes, 24 de mayo de 2024

De Grado al cielo: Ruta no cardiosaludable por sus obradores de tocinillo de cielo

El estudio publicado sobre "Epidemiología de la obesidad en España" sitúa a Asturias como la comunidad autónoma con más obesos de país. Enseguida salieron los “mente triste” de siempre manejado datos que señalaban como principal culpable el empobrecimiento de las familias asturianas tras la crisis en una región que aún no ha recuperado el PIB de 2008. En ningún momento estos analistas valoraron la incidencia del auge de los concursos de cachopos... Yo prefiero pensar que los asturianos están más lustrosos que la media sencillamente porque pueden permitírselo.

Mi fuente para esta afirmación no son los fríos datos del INI sino el cruel veredicto de la báscula de mi baño repuntando de lo lindo cada vez que regreso de Asturias. Resulta difícil no “fartucar” pudiendo elegir entre tanta buena vianda, en raciones tan generosas y a precios impensables en Madrid. Un menú clásico asturiano de 13 euros compuesto de fabada, escalopines al cabrales y arroz con leche, aporta felicidad y unas tres mil calorías, que viene a representar las necesidades calóricas diarias de un opositor a Putin picando piedra en gulag.

Uno de los imprescindibles hipercalóricos de la gastronomía asturiana que nunca falta en mis visitas al Principado es el tocinillo de cielo. Hay que precisar que este postre elaborado con yema y azúcar no es de origen asturiano. Las monjas del Convento del Espíritu Santo de Jerez de la Frontera crearon la fórmula hace casi setecientos años aprovechando las yemas de los huevos que se desechaban ya que para clarificar el vino solo se necesitaban las claras. El tocinillo de cielo se hizo muy popular en Asturias durante el siglo XX. Hoy se encuentra en confiterías de toda la región, pero ninguno tan famoso como el del municipio de Grado.

Así que allí me dirijo para rendir un homenaje a su tocinillo y darme otro a mí mismo. La idea es visitar todos los obradores que elaboran esta delicia. No aparece el de Palper porque aunque desde 2013 tiene fábrica en el polígono El Fabar-La Tejera no dispone de venta directa al público pero si no quieres irte de Grado sin probarlo puedes pedirlo en la Confitería Pastur y disfrutarlo en su salón. También disponen de mesas para tomar su propio tocinillo de cielo las confiterías Jonuar y Josmay. La Confitería Tejeiro por su parte lo vende sólo para llevar. Apuntar que tanto Palper como Tejeiro distribuyen fuera de Grado sus productos.


Confitería Jonuar

Grado es el final de la primera etapa del Camino de Santiago Primitivo que parte de Oviedo. Fue precisamente la necesidad de contar con esta parada la causa de su fundación por Alfonso X El Sabio en el siglo XIII. Hoy muchos de los visitantes de la villa son peregrinos que llegan a la villa tras veinticinco kilómetros de continuo sube y baja. Confitería Jonuar ofrece a la entrada del pueblo combustible sin pretensiones a estos exhaustos caminantes: platos combinados, repostería y panadería.

En mi visita coincido en la terraza con unos peregrinos norteamericanos que acompañan un plato de arroz con leche con Coca-Cola. Ni en año jubilar la indulgencia plenaria debería perdonar semejante pecado. Mientras me invade un sentimiento tan cristiano como desear que la ira de Dios caiga sus cabezas pido el primer tocinillo de cielo de la jornada. El resultado de esta primera cata es positivo. La suavidad de su textura atempera mi ánimo. Un buen inicio que anima a continuar con la ruta. 

De primero
 
Terraza de Jonuar

Confitería Jonuar
Calle Flórez Estrada, 11
33820 Grado (Asturias)

Confitería Josmay

Muy frecuentada por los “moscones”. Que nadie imagine un ejército de molestos dípteros rezumbando en su interior. “Moscón” es el gentilicio de los naturales de la villa. Su origen es incierto: algunos dicen que se refiere a una antigua familia bien del lugar, los Mosca; para otros al pitido provocado por los disparos en una refriega contra los “franchutes”. Sea como fuere los de Grado están orgullosos del gentilicio y no les supone ofensa alguna, como tampoco a uno de León llamarle “cazurro”, a excepción, en este caso, que salga de boca de un pucelano.

Josmay es una confitería con muy buena aspecto. Abierta en 1963 además del tocinillo de cielo una de sus especialidades son los “carajitos”. Unas pastas de avellana muy famosas en el municipio de Salas, que puedes encontrar en todo el Principado y que bordan con el nombre de “avellanitos” en la Confitería Raysa de Cudillero, a la que ya le dedicamos en este blog un artículo en su momento. Las mantecadas que compré le encantaron a mi madre que es toda una experta. Su contundente tocinillo es sencillamente perfecto.

De segundo
 
Terraza de Josmay

Calle la Magdalena, 16
33820 Grado (Asturias)

Confitería Tejeiro

Aquí comenzó todo. Parece que la receta del tocinillo de cielo llegó a Grado a finales del siglo XIX de manos del indiano Toribio Tejeiro. La historia tiene sentido si tenemos en cuenta que este dulce, como ya hemos dicho, es un dulce conventual, que desembarcó posiblemente de mano de las monjas en Hispanoamérica y es un postre aún hoy muy popular en Cuba. Fue su hijo Pepe Tejeiro quien lo dio a conocer y su elaboración no tardó en extenderse por toda la región hasta convertirse en uno de los postres favoritos de los asturianos.

Para visitar esta confitería mítica acudo a su tienda en la llamada Casa de Tejeiro, un estupendo inmueble de 1798 situado en la plaza principal de la villa. Si te gustan estas casonas asturianas Grado tiene una buena colección de ellas, algunas de origen indiano, que estaba dispuesto a descubrir. Antes entro en Confitería Tejeiro donde encuentro sus tocinillos envasados para llevar en multitud de tamaños. Los mismos formatos que puedes adquirir en El Corte Inglés. Compro uno para asegurarme de no desfallecer en mi ruta de casas de indianos aunque para quemar sus calorías tendría que ir y volver a América a nado.


  De postre
   
Terraza de Tejeiro

Plaza General Ponte, 4
Calle El Bolado, 10
33820 Grado (Asturias)

Con un “Danacol” en la mano doy por finalizada la ruta por la ciudad de los tocinillos de cielo.