Madrid, Madrid, MadRIP... (VIII)
Recuerdo una calle Arenal con
personalidad comercial propia, cuando te trasladabas hasta ella desde la otra
punta de Madrid para ir de compras. Quién no conserva un transistor de sus
decomisos, un diccionario escolar de
Con el reciente cierre de Ferpal la calle pierde mi principal motivo de atracción: sus sándwiches. Esos triángulos de pan blanco inglés con rellenos batidos. Hace muchos años había un debate en Madrid de si eran mejores los sándwiches de Ferpal o los de Rodilla. Yo no había tomado posición por ningún negocio porque dependiendo del relleno elegido acudía a uno u otro. Esta dicotomía desapareció para mí el fatídico día en el que Rodilla dejó de ser un negocio familiar y se convirtió en una franquicia que desplegó sucursales como setas, casi tantas como variantes de sus rellenos, algunos difícilmente comprensibles, servidos por pipiolos con uniforme de hamburguesería. Mientras Rodilla se autoproclamaba como “el sándwich más famoso del mundo” siempre agradeceré a Ferpal que conservara su sobriedad, la calidad del producto, la atención profesional, su concepto de negocio y su decoración entre art decó y setentera.
Pero no echaré sólo de menos sus sándwiches. Ferpal era también una tienda con un amplio surtido de charcutería, quesería y conservas con precios para todos los bolsillos. Su deslumbrante mostrador de quesos exponía desde un García Baquero, pasando por un zamorano de Arribes a un rarísimo ejemplar de importación. Una oferta gastronómica extraordinaria en estos tiempos en los que los mercados locales son expulsados del centro convirtiéndose así Ferpal en una buena opción donde poder surtirse de estos productos básicos. También añoraré la cafetería donde podías pedir un café en vaso de caña mientras tomabas el pulso al barrio en esa barra que era un club social para vecinos y todos aquellos forasteros que allí se sentían como en casa. Un cierre que dejará un hueco en mi estómago solo comparable a esta nueva mutilación que en su ADN ha sufrido la ciudad de Madrid.
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