viernes, 7 de febrero de 2025

Comer sin perder el Norte: en FEVE de Ferrol a Bilbao

Siempre he deseado hacer una ruta larga de FEVE. Mi primer recuerdo sobre este proyecto es de hace treinta años cuando en una oficina de FEVE en el barrio de Huertas me obsequiaron con un plano con funda incluida que aún conservo. Desde entonces he realizado rutas parciales, viajes cortos donde me pegaba a la ventanilla disfrutando de las montañas, ríos y pueblos, piezas de un puzle que me hice la promesa de completar algún día. En 2024 cumplí mi propósito con esta primera gran ruta del FEVE entre Ferrol y Bilbao.


Panel cerámico en la estación de Ferrol


¿Qué es el FEVE?


Ferrocarriles Españoles de Vía Estrecha (FEVE) se constituye como empresa pública en 1965 para fusionar todas las líneas con este ancho de vía existentes hasta esa fecha. Las primeras líneas de este tipo surgieron a finales del XIX vinculadas fundamentalmente a la industria ya que la vía estrecha era más barata y se adaptaba mejor que la vía ancha a la orografía montañosa predominante en las zonas mineras. Aunque FEVE no abandonó su perfil industrial el negocio de viajeros fue desde entonces predominante. A pesar de la extinción de la marca FEVE en 2012 (hoy Cercanías AM) sus usuarios aún se refieren a ella como "La Feve".


Tren en la estación de Nava


Plan de viaje


La ruta completa entre Ferrol y Bilbao en "La Feve" se puede hacer en tres días haciendo solo parada en Oviedo y Santander, pero la idea era realizar trayectos más cortos y descansar en pequeños municipios donde poder disfrutar de su atractivo sin agobios: viajar por la mañana, hacer turismo por la tarde y pasar la noche en un hotel. También estaba previsto asegurar una comida y cena en cada lugar de destino para así degustar la gastronomía local y sus especialidades, cosa que se cumplió salvo en Nava donde solo pude cenar porque el tren llega a la villa después de la hora de comer.


Apeadero de Vegadeo


En mi caso fueron siete días de ruta con paradas en Viveiro, Luarca, Nava, Unquera y Colindres que se traducen en más de 500 kilómetros, 16 horas de viaje y 165 paradas. Elegí los destinos tanto por su interés como por la distancia entre ellos buscando el equilibrio en la duración de los trayectos. Este plan puedes modificarlo, cambiando una parada por otra, por ejemplo, Viveiro por O Barqueiro o Burela, todo depende de tus gustos. Si quieres puedes añadir tantos días extras como quieras, ampliando y enriqueciendo tu experiencia o incluso puedes hacerla al revés, de Bilbao a Ferrol.


Tren rico, tren pobre


Si me permites un consejo, ten paciencia al elaborar tu plan de viaje. Si tu estación no aparece en el buscador de la Web de Renfe llama a su teléfono y si tampoco disponen de información contacta directamente con la estación de cabecera. Consultando el horario de paso por Nava coincidí con un condescendiente operador telefónico que me espetó, “señor, querrá decir Navia, Nava no existe”. Pensé que me encontraría dificultades organizando mi viaje, pero nunca pensé que me toparía con un negacionista de Nava. No sé qué tendrán que decir los navetos de esto. A pesar de mis demandas esta estación sigue sin existir en el buscador.


Este fue mi plan de viaje:


Día 1: Ferrol 08:20 – Viveiro 10:17

Día 2: Viveiro 10:17 – Luarca 12:55

Día 3: Luarca 12:55 – Oviedo 15:42, Oviedo 16:23 – Nava 17:21

Día 4: Nava 08:54 – Unquera 11:33

Día 5: Unquera 11:33 – Santander 13:34, Santander 13:53 – Treto 15:03

Día 6: Treto 09:10 – Bilbao 11:10


Primera parada. Ferrol (A Coruña)


Mi primera jornada es en Ferrol. Decido pasar un día entero en la ciudad portuaria antes de iniciar la ruta. Dispone de un centro cuyo urbanismo parece dibujado a escuadra y cartabón en época de la Ilustración y del cual brotan una treintena de fachadas modernistas. Recorro este trazado conocido por los ferrolanos como la “tableta de chocolate”, una dulce denominación que abre mi apetito y conduce mis pasos a la “Pastelería Stollen” (Rúa Magdalena, 119) para pedir una porción de picadero. Se trata de un postre local que en tiempos de carestía se elaboraba con sobras de bollería y que hoy se produce con una masa específica. Bocado contundente no apto para paladares finolis con similitudes a los “inglesitos”, postre protagonista en el artículo dedicado en este blog a las pastelerías de San Sebastián y sus especialidades.


Paseando entre onzas de chocolate

Restos del Cine Renacimiento (1919)

Picadero en "Pastelería Stollen"

La receta más famosa de la ría de Ferrol se localiza en Mugardos. Realizo una excursión desde Ferrol a esta bonita población donde el segundo fin de semana de julio se celebra una feria del pulpo. Este ingrediente es la base de una receta local, el pulpo a la mugardesa, un guiso de pulpo con pimientos y patatas. Plato de origen marinero muy apreciado en el municipio y en especial en la capital, desde donde se desplazan el fin de semana para comerlo. Elijo la “Pulpería La Isla” (Avenida do Mar, 40), local con cuatro décadas a sus espaldas donde me doy un gran festín de pulpo en todas las versiones: a la mugardesa, a la feria, crujiente a la gallega, a la plancha con grelos y en buñuelos con emulsión de salsa mugardesa. Después de aquello temí acabar convertido en Cthulhu para terror y espanto de los parroquianos de Ferrol, algo que, gracias a Dios, no sucedió.


Puerto de Mugardos

Ría de Ferrol

Pulpo a la mugardesa en "Pulpería la Isla"

Segunda parada. Viveiro (Lugo)


Comienza la aventura. En la Estación de Ferrol un trabajador informa de una avería en "La Feve”: desconoce la causa, cuántos días se prolongará y la parte del recorrido afectado; el protocolo básico de Renfe para no dar lugar a la esperanza. Un minibús nos recoge a mí, a otro viajero nada sorprendido y al inspector del tren que se convierte en mi héroe sin capa. Como si fuera Keanu Reeves en Speed señala al conductor cómo llegar a las estaciones, recoge a los viajeros al galope y los introduce en el autobús como si la estación estuviera a punto de explotar. En nuestro trepidante recorrido rescata a seis viajeros abandonados a su suerte en pequeñas estaciones sin personal ni medios para informarles de la suspensión. Aprovecho el accidentado recorrido y la tranquilidad de saber que no hay una bomba en el autobús para observar los bonitos paisajes que habría tenido que observar por la ventanilla de un tren como la ría de Ortigueira, el río Baleo o el pueblo de O Barqueiro. Llego a la estación de Viveiro con solo media hora de retraso.


La cosa comienza regular

Río Baleo

O Barqueiro

Accedo a Viveiro por una de sus tres puertas monumentales para callejear por la vieja zona intramuros. Una de estas calles, el Callejón del Muro, en origen parte del pasadizo del adarve de la muralla, es considerada la calle más estrecha de España. (Alguien debería publicar un libro resolviendo hitos como qué municipio alberga el edificio más estrecho, la plaza más grande o la calle más corta y a falta de consenso que resuelvan sus diferencias en el Grand Prix.) Lo que es bastante seguro es que Viveiro tiene la mejor merluza de pincho procedente de su puerto de Celeiro. Este fue el primer pescado fresco con marca de garantía en España y cuenta con su propia fiesta el fin de semana anterior al 25 de julio. Degusté la merluza de pincho elaborada a la gallega en el “Restaurante O´Asador” (Rúa Melitón Cortiñas, 15), que cuenta con una carta, producto y servicio magnífico.


Viveiro intramuros

Playa de Covas

Merluza de Celeiro a la gallega

Tercera parada. Luarca (Asturias)


Acudo a la estación de Viveiro sin saber si pasaría el tren, pero no importa, me gustan las emociones fuertes. El único movimiento es el de varios operarios que cruzan el andén con caras de inquietud. Había perdido la fe cuando aparece el primer viajero, escudriño su rostro y parece tan relajado como una vaca en una convención vegana y me contagio de su serenidad y esperanza. Poco después llega el tren con puntualidad británica. Ya en el vagón pillo ventanilla y disfruto, ahora sí, de los “paisajes de La Feve”. La línea transcurre paralela a la costa con hermosas vistas a la playa de Covas, la desembocadura de San Cibrao o el puerto de Burela hasta llegar a la ría de Ribadeo donde se aparta del litoral. En la parte asturiana atraviesa, entre otras, las verdes comarcas de Vegadeo, Castropol o Navia. Me bajo en la estación de Luarca, atalaya desde la que atisbo nuevamente el mar.


Playa de Covas

Ría de Ribadeo

Próxima estación: Lantoria

En el puerto acudo al Restaurante El Barómetro (Paseo del Muelle, 5) para probar los calamares en su tinta. Me atiende Marino, un propietario con mucho carisma que repite de memoria todo el pescado del día y al que encuentro esa misma tarde comprando en persona el género para su restaurante en La Rula (el mercado de la cofradía de pescadores) una visita imprescindible. Cierro la tarde en el Museo del Calamar Gigante donde puedes acercarte al mítico kraken sin miedo a ser despedazado, y desde el cambio del museo a una nueva ubicación más elevada, sin riesgo a ser tragado por una ola como sucedió en 2011. Al día siguiente aprovecho que el tren sale más tarde para descubrir las diferentes vistas que de Luarca otorgan cada uno de sus espectaculares miradores.


Mirador del Chano

Museo del Calamar Gigante

Calamar en su tinta en "El Barómetro"

Cuarta parada. Nava (Asturias)


Como en los días previos llego con antelación a la estación en la que no hay empleados ni viajeros. El edificio cuenta con un gran recibidor cerrado sin señal de actividad alguna. Entre tanto vacío y desolación lo único que falta por allí es que aparezca Clint Eastwood con poncho. A la hora establecida el tren asoma lentamente por el túnel creando un ambiente aún más fantasmagórico. Mi cabeza solo reengancha con la realidad durante el viaje que recorre la costa hasta Muros, lugar donde elige como compañero al río Nalón hasta Trubia y desde ahí dirección a Oviedo. En la capital del Principado hago trasbordo a otro tren que atraviesa las comarcas de Siero y Noreña antes de llegar a Nava. Porque a pesar de lo que digan algunos, Nava existe.


Próxima estación: Novellana

Río Nalón

Próxima estación: La Carrera

Nava es la Villa de la Sidra. El segundo fin de semana de julio su Festival de la Sidra recibe visitantes de toda Asturias que acuden por sus propios medios o en “sidrotren”, servicio especial de Renfe para la ocasión, algo así como el “tren de la fresa” de Aranjuez pero con más chispa. El resto del año puedes disfrutar de sus llagares, sidrerías y el Museo de la Sidra de Asturias, un enorme espacio con magníficos artilugios originales que hace las delicias por igual de amantes de la sidra y de la maquinaria industrial. Cierro mi jornada en Nava en la tradicional Sidrería Prida (Calle la Colegiata, 12) local que participó el pasado mayo en las Jornadas Gastronómicas de Platos a la Sidra. Pruebo un chorizo a la sidra y una tortilla de queso ovín y cecina a la sidra que me devuelven la fe en la humanidad.


Para no existir tiene una bonita plaza

Museo de la Sidra de Asturias

Tortilla de queso ovín a la sidra en "Sidrería Prida"


Quinta parada. Unquera (Cantabria)


Me informan en la estación de Nava que el tren llegará con retraso. A estas alturas la noticia no me hace ni pestañear. No había acomodado mis posaderas en un banco cuando apareció puntual, para mi sorpresa y del resto de los presentes, en esta ocasión más numerosos que de costumbre al incorporarse un grupo de estudiantes cuyo número superaba el aforo del diminuto tren. Al subir el responsable del grupo recibe una amonestación por parte del revisor por no avisar con antelación y haber convertido su amable convoy en el Metro de Madrid en hora punta. El trayecto atraviesa el centro-oriente asturiano, primero acompañando al río Piloña hasta su desembocadura en el Sella y hasta su salida al mar en Ribadesella y, por último, desde ese punto paralelo a la costa hasta mi destino.


Próxima estación: Ozanes

Puente Torañu: canoas del Sella

Próxima estación: Colombres

Unquera es un municipio fronterizo en el lado cántabro del río Deva. Su postal más característica es el puente donde un viejo hito marca la frontera entre las dos provincias. La gastronomía de Unquera es una mezcla de la asturiana y cántabra, integración a la que ha ayudado ser punto de paso, parada y fonda muy popular para los que atraviesan la frontera en coche, donde es tradición comprar cajas de su dulce típico, las corbatas, un dulce de hojaldre. Puedes adquirir corbatas de Unquera en varios puntos, pero solo uno mantiene el obrador en el pueblo, Casa Canal (Calle Carretera General, 7). Este local, que en 2026 cumple 75 años elaborando corbatas, es un buen punto de partida para iniciar una ruta por los alrededores, en mi caso a la cueva de El Pindal donde sustituyo una triste barrita energética por una empanada y unos sobaos pasiegos porque considero que en todo viaje hay que asumir las costumbres locales.


Puente de Unquera

Hito divisorio tipo Peña

Corbatas en "Casa Canal"

Sexta parada. Colindres (Cantabria)


Me subo al quinto tren de la ruta en la estación de Unquera. Durante el trayecto el tren se dirige a Cabezón de la Sal, desde allí sigue el cauce del río Saja hasta cerca de su desembocadura, encaminándose a continuación hasta Santander donde hago un trasbordo. El nuevo tren atraviesa Trasmiera hasta llegar a la estación de Treto, parada pero no destino, porque aún debo atravesar a pie el puente sobre la ría para entrar en Colindres. Este municipio además de un atractivo puerto, arenal y marisma cuenta con un pequeño entramado urbano salpicado por casas solariegas, edificios indianos y construcciones con influencias modernistas.


Próxima estación: Cabezón de la Sal

Río Saja

Astilleros de Santander

Una de estas obras es “El Rascacielos”, un singular edificio de estilo racionalista construido en 1928 en la zona del puerto. En la actualidad está ocupado por un hotel, una tienda de conservas de pescado y un restaurante que pertenecen a la misma empresa. No te compliques la vida: alójate en el hotel, compra conservas en su tienda y realiza todas las comidas en el restaurante. Entre las opciones más destacables del Restaurante El Puerto (Calle la Mar, 29) está el bonito del norte y los bocartes, las dos capturas más importantes en Colindres que es el tercer puerto de Cantabria. Al bonito, que cuenta con una cofradía en el municipio, llego tarde porque han vendido la última pieza del día, pero tengo más suerte con los bocartes, que pruebo en todas sus posibles elaboraciones: fritos, en salazón y en vinagre.


Arquitectura en Colindres

Puerto

Boquerones en vinagre y anchoas en "Restaurante El Puerto"

Séptima parada. Bilbao (Vizcaya)


Me subo al último tren con una mezcla de cansancio, emoción y tristeza. Otra vez sin incidencias. Y yo que empezaba a acostumbrarme a vivir al límite y al final ¡ni tan mal! Este trayecto cruza la última frontera del viaje, la de Vizcaya, no una vez sino dos veces porque las vías atraviesan el enclave cántabro del Valle de Villaverde. Si no sabes que es un enclave se trata de una porción menor del territorio de una circunscripción completamente rodeado por el territorio de otra. En España hay 26 y la más famosa es el Condado de Treviño. Además de esta curiosidad geográfica el camino está plagado de caseríos, viñedos y fábricas hasta llegar al Nervión y el majestuoso Estadio de San Mamés, último hito del viaje antes de entrar en el túnel que oculta mi destino en la estación de La Concordia de Bilbao.


Sorbiendo los últimos paisajes

Mimetiz

Aranguren

Mi último paseo es por esta ciudad que puedes visitar mil veces y nunca deja de sorprenderte. Hago hambre en la Plaza Nueva donde celebran un concurso de queso Idiazábal antes de acudir al Bar Río Oja (Txakur Kalea, 4), una taberna de 1959 donde conservan la tradición bilbaína de las cazuelas. Una oportunidad de probar estupendos guisitos que están siendo desplazados por el más turístico pintxo. En este auténtico bar de “txikiteros” pruebo sus legendarias cazuelas de asadurilla, champiñón en salsa y, por supuesto, el rey de la gastronomía bilbaína por antonomasia: el bacalao al pilpil. Aprovecho mis últimos coletazos en la ciudad para comprar turrón y beberme una horchata porque un viaje sin turrón o sin horchata no es un viaje para Capitán Triglicérido.


Estación de La Concordia: fin de viaje

Recorriendo una vieja amiga

Bacalao al pilpil en "Bar Río Oja"

Regreso a casa con el objetivo cumplido de haber realizado mi primera gran ruta en “La Feve”. Una manera muy diferente de disfrutar del Norte, a fuego lento, entre paisajes de ensueño, disfrutando de una gastronomía deliciosa y un inabarcable acervo cultural. Una vivencia imposible de igualar en ningún otro medio de transporte, viajando sin prisa, dejándote llevar, con tu atención solo pendiente del paisaje. Una experiencia única pero no irrepetible porque ya estoy pensando en la siguiente, la no menos ambiciosa entre León y Bilbao u otra más breve entre Cartagena y Los Nietos. Aún queda mucha vía estrecha por recorrer. Ya os iré contando.




lunes, 30 de diciembre de 2024

Las caravanas de turrón de Fregenal

Como en años anteriores y tras las buenas experiencias de Xixona y La Alberca visito por Navidad un municipio turronero. Este año acudo a la pacense Fregenal de la Sierra, en la Sierra Suroeste de Extremadura, muy cerca de la frontera andaluza, tierra de dehesas y pueblos blancos. Esta bonita localidad mantiene la tradición del turrón artesanal desde al menos, según testimonios orales, el siglo XVIII. Un producto que se elabora en casa manteniendo las recetas, las técnicas y la distribución de siempre en una manera de entender el oficio que contra toda lógica de mercado subsiste avanzado el siglo XXI.

Además de turrón Fregenal es un precioso pueblo que merece ser visitado. Cabe destacar su castillo templario del s.  XIII del que solo queda su estructura exterior y en cuyo interior en el s. XVIII se construyó la plaza de toros y ya en el siglo XX el mercado. Vale la pena perderse por la barriada de Santa Ana, acercarse al mirador de la Cruz Roja, visitar su Museo de Arte Contemporáneo o su Caserón de Miniaturas.

 Tripas del castillo

Turrón (de Xixona) en el Caserón de Miniaturas

Recomiendo realizar una visita guiada que puede concertarse poniéndose en contacto con antelación en la Oficina de Turismo. Durante la misma, María, una joven muy profesional, me llevó por los principales monumentos de Fregenal.  La visita incluye un recorrido por el exterior de las casas solariegas. Estas viviendas que competían entre sí a base de a ver quién ponía más mampostería, contaban con planta baja o noble para la vivienda, y otra alta o “doblao”, que funcionaba como aislante térmico. Algunas son realmentes espléndidas como el Palacio del Marqués de Riocabado, el de los Condes de Torrepilares o de la Marquesa de Ferrera. En estas casas trabajaron muchos frexneneses a las órdenes de los entonces “señoritos” hasta que a estos se les acabó el dinero y se vieron obligados a vender sus casas y sus tierras; algunas de estas últimas fueron compradas por aquellos que en su día trabajaron a las órdenes de aquellos terratenientes que acabaron yéndose del pueblo a buscar sustento entre las clases medias metropolitanas. Como anécdota en una de estas casas se grabaron escenas de la película “Jarrapellejos”, ambientada en la Extremadura del caciquismo y en la que muchos frexnenses participaron como extras.

A la derecha el Palacio de los Marqueses de Riocabado

Casas solariegas enfrentadas

La visita incluyó también el interior de varias iglesias. Dos desacralizadas, la de los Jesuitas y la del Convento de San Francisco, sobrecogen por su desnudez y son empleadas para bodas civiles, exposiciones y otras actividades. La de Santa Catalina guarda la venerada imagen de la Virgen de la Salud. En la de Santa Ana además del mausoleo de Bravo Murillo puedes dedicar un ratito a buscar al gaitero del retablo del Nacimiento que pudo ser un capricho de un artista gallego que quiso dejar su impronta en tierras extremeñas. Sé que puede ser un pasatiempo un tanto friki pero viniendo de una persona que casi se pinzó las cervicales buscando el escudo del Athletic de Bilbao en las torres de las iglesias de Trujillo no es algo que resulte extraño.

 Iglesia de los Jesuitas
 
Iglesia del Convento de San Francisco

Gastronomía tradicional: la mandanga

Fregenal de la Sierra dispone de una rica gastronomía con platos reconocibles como el guarrito frito, las castañuelas a la brasa, el revuelto de gurumelos, el bacalao dorado o las perrunillas, estás últimas fáciles de encontrar en las panaderías y que en el pasado dieron nombre a su actual Plaza de la Constitución debido a su forma. Mucho más difícil de localizar una receta exclusiva de la cocina frexnense, la mandanga. En este guiso el protagonismo es para vísceras, callos, patas de cordero y morcilla lustre. Es muy popular en fiestas y en los fogones de las familias, pero cada vez más inusual en las cartas de sus restaurantes debido, según algunas fuentes consultas, a la dificultad de encontrar la materia prima, el elevado precio de la misma y lo laborioso de su realización. 

En el Barrio Sur
  
  Mandanga de la buena
 

Yo la pruebo en "La Bodeguilla", en el Barrio Sur. Me la sirve una cocinera orgullosa tanto de la mandanga como de la caldereta de cordero, dos platos cada vez menos habituales. Su madre trabajaba en el "Quiosco de Andrés López", donde la mandanga era la tapa reina y ella se encarga todavía de mantener viva la receta. Si eres aficionado a los guisitos, a la casquería y a mojar pan no te lo debes perder. Andrés Galván, administrador de "Te quiero Fregenal", me apuntó además una segunda dirección, el "Hogar del Pensionista", lugar al que se puede acceder sin necesidad de saber jugar a la petanca, de que te guste mirar obras o de que aún utilices una cuenta en Facebook. Para terminar, recomiendo el capítulo dedicado a este plato del programa gastronómico “La Prueba”, similar a la prueba de exteriores de “MasterChef” pero sin comentarios tóxicos del jurado.


Los puestos de turrón del Mercado Navideño

Quiero destacar en este apartado el libro “Turroneros Extremeños” escrito por Carlos M. Calderón e Ismael Sánchez. Esta Biblia del turrón extremeño ha sido fundamental para la preparación de este viaje (y del que vendrá cuando visite Castuera). Esta obra será el documento que en el futuro se consultará cuando los turroneros de Fregenal de la Sierra acaben desapareciendo como hicieron los albarderos, pañeros, herreros y otros oficios que forman ya parte del pasado. Este libro imprescindible se puede consultar en Dialnet aunque en mi caso tuve la fortuna de recibir un ejemplar por gentileza de Editora Regional de Extremadura detalle por el que estoy sumamente agradecido.

Familia Marín en los años 30
 
Remedios Marín, José Rodríguez y Ciriaco Rodríguez hacia 1975
 
Ciriaco Rodríguez Marín en los años 80

(Fotos cedidas por Andrés Galván)

Mi primera impresión al conocer el turrón de Fregenal de la Sierra son las similitudes con los elaborados en La Alberca a pesar de los 300 kilómetros que separan ambas localidades. El turrón se elabora en casa, a mano, sin procedimientos mecánicos, por miembros de la misma familia con varias generaciones a sus espalda en el oficio y los mismos que lo elaboran lo venden al por menor distribuyéndolo en el mismo municipio o por ferias en localidades próximas, aunque la variedad de turrones allí es mayor y frente al papel mayoritario de las mujeres en la localidad salmantina, aquí la elaboración recae sobre toda la familia.

En el Mercado Navideño de Fregenal de la Sierra en la Plaza de la Constitución  encuentro tres puestos de turroneros: el de Juanjo y Toñi, el de Ana y José Luis, y el de Ignacio y Cesárea. Me comenta Andrés Galván que hay otros dos sin presencia en el mercado, Manolo “el barbero” y Antonio. Si en La Alberca se hablaba de los Mancebo aquí es la familia Marín sobre la que descansa la tradición turronera; un apellido que algunos mantienen y otros han perdido con el paso del tiempo, pero todos unidos por vínculos familiares. Toñi se refiere a los otros turroneros del mercado como “primos-hermanos de su suegro”. José Luis, por su parte, recuerda que eran turroneros ya su abuelo, todos los hermanos de este y su madre. Un oficio, por tanto, que pasa de padres a hijos.

El turrón se vende fundamentalmente en ferias entre primavera y otoño. Los turroneros de Fregenal de la Sierra son feriantes y recorren durante la temporada con sus caravanas las ferias del entorno, principalmente en el Sur de la provincia de Badajoz, el Norte de Huelva y algo menos en Sevilla como me apunta Juanjo. Entre los municipios visitados se encuentran, entre otros, Jerez de los Caballeros, Cumbres Mayores, Calañas, La Zarza, El Repilado, Jabugo, Calera de León o Niebla. El más lejano, Gibraleón, muy cerca de Huelva capital, y el más grande, Zafra, donde José Luis apunta que a pesar del tamaño no es la feria más rentable porque hay competencia y se paga mucho.

Flora y sus padres en el paseo La Palma hacia 1945

Manolo trabajando con las técnicas y utillajes actuales en los años 90
 
Manolo y Flora vendiendo turrón en el paseo El Pilarito
 
(Fotos cedidas por Pedro Cardenal)

La tradicional venta ambulante del turrón de Fregenal de la Sierra ha cambiado mucho con el tiempo y para mejor. Cuenta Juanjo que su padre acudía todos los fines de semana a Valencia del Ventoso con un carro tirado por un burro y que el pobre animal a veces no podía con la carga de turrón por lo que “era mi padre quien acababa tirando del burro para que no se le hiciera de noche”. Obviamente, los animales de carga han sido sustituidos por vehículos a motor lo que facilita y acelera la labor. Me cuentan también que a las ferias a las que van procuran no acudir más de una familia para que su presencia sea rentable y así se ponen de acuerdo para cubrir las distintas festejos ya que además de turroneros llevan otras actividades como el bingo o el tiro de pichón siendo la de feriante su única actividad laboral y fuente de ingresos.

Si quieres adquirir el turrón en Fregenal de la Sierra tienes la opción de encargarlo directamente a los turroneros como hacen los paisanos y también los que viven fuera del pueblo. Como aquí todo el mundo se conoce se los encargan al cruzárselos por la calle o bien haciéndoles el encargo por teléfono pues no existe tienda física. La otra opción es buscarlos durante las Fiesta de Patronales de Nuestra Señora de Santa María de los Remedios en las casetas ubicadas a ambos lados de la carretera frente a la basílica y también en la Feria y Fiestas de San Mateo en la calle de Los Turroneros en el Recinto Ferial. Y, por supuesto, en el Mercado Navideño.

En los puestos del Mercado Navideño se vende turrón de almendra del duro. Juanjo y Toñi además ofrecen de avellana aunque conviene advertir que en realidad es de cacahuete (pues como pude averiguar en algunas zonas del Sur se llama avellana a este fruto seco). También ofrecen un producto muy típico de Fregenal de la Sierra: el calabazate. El más genuino se  elabora con cidra que Juanjo cultiva en su huerta y José Luis adquiere en otro municipio. No pueden faltar las populares garrapiñadas de almendra, pipa, pistacho, nuez o anacardo según el puesto. El resto de turrones y dulces navideños ofrecidos son fundamentalmente de Castuera y en algún caso de Xixona. La otra mitad de la caseta está ocupada por juguetes, un elemento que acompaña en las ferias al turrón. 

 El turrón de almendra es más oscuro al elaborarse con piel

 El turrón y los juguetes son compañeros en las ferias
 
El calabazate es un clásico de Fregenal

Los ingredientes en la elaboración del turrón son la almendra, “que se compra tostada desde que se prohibió hacerlo en las panaderías”, como afirma José Luis;  la miel, que se adquiere en otros municipios cercanos como La Siberia o Aracena y el huevo, el tercer ingrediente clave, que procede de tiendas de alimentación (por seguridad alimentaria, a pesar de que algún turronero tiene gallinas propias). Si en otras localidades turroneras la yema se utilizada para dulces en el caso de Juanjo las usa para “hacer bizcochos y tortillas de patatas” para consumo propio. En este caso el azúcar se emplea nada o muy poco, por ejemplo para aclarar el color turrón si el lote de miel es demasiado oscura.

En cuanto a la técnica de elaboración y el utillaje empleado son casi ancestrales. La única diferencia es la sustitución del carbón por el gas butano y en algún caso la batidora manual por una eléctrica. Los turroneros son poco partidarios de hacer modificaciones para no alterar el producto y conservar la tradición heredada. Juanjo me explica que en la olla al fuego se incorporan los ingredientes en el siguiente orden: miel (25 kg.), claras (40) y almendra (25 kg.). El resto brazo, paleta y venga a remover en turnos con la ayuda de hermano e hijo. Si antaño el tiempo estimado de elaboración era de seis horas la presencia del gas butano la ha reducido a cuatro. Una vez mezclado se reparte en cajas, unas diez para la cantidad arriba mencionada.

Tratándose de una actividad legada de padres a hijos es inevitable que la última pregunta a los turroneros sea sobre la continuidad del negocio. Parece que solo un hijo de José Luis tiene intención de seguir la tradición. El motivo es que el oficio de feriante vinculado al turrón es muy duro y los hijos aspiran a “trabajos de lunes a viernes con vacaciones en verano”. En el futuro es muy probable que desaparezca el oficio al igual que sucedió en otras localidades como apunta José Luis: "en Bancarrota, donde hacían turrón de cacahuete; Oliva de la frontera, Valverde del Camino y por la parte de Barranco". En Castuera, por su parte, el turrón no desapareció pero el productor artesanal fue sustituido y reemplazado por las fábricas industriales.

Turrón recién elaborado en casa de Juanjo
 

José Luis cortando turrón de almendra
 
Sigo contando diez dedos

Pasteles Risco

Si llegué a tiempo de probar los turrones de los puestos del Mercado Navideño no puedo decir lo mismo de este establecimiento. Lamentablemente Pasteles Risco cerró el pasado 31 de diciembre por falta de relevo generacional después de más de un siglo de existencia y con el título de Proveedor de la Real Casa en 1879. Los vecinos hablan maravillas de sus pasteles ingleses, piononos y dalias. También elaboraban dulces navideños y, por supuesto, turrones. Solo hay que ver las fotos de su Facebook para hacerse idea de su calidad.

El primer obrador estuvo ubicado en el edificio que luego fue el Teatro Sebastián, pasando luego a la Calle Cárcel y finalmente en la Carretera de Sevilla, en cuyo escaparate aún puede apreciarse vestigios de su antiguo esplendor. La tienda situada en la Calle Nuevas fue totalmente desmontada y en la actualidad es otra pastelería muy diferente. Las recetas, que hace años intentó recopilar sin éxito Luis Moreno Gamito siguen bajo llave, y se rumorea que rechazan ofertas por ellas por lo que si nada cambia en un futuro se acabarán perdiendo y con ellas una parte importante del patrimonio gastronómico y de la memoria de esta localidad.

  Envase de la pastelería

Ubicación del último obrador

No puedo terminar este artículo sin agradecer a todas las personas que me han ayudado para la elaboración de estas líneas.  Así que gracias a Tina Rodríguez por ponerme en contacto con los protagonistas, gestionar una visita en la Oficina de Turismo y estar pendiente de mis necesidades; a Andrés Galván, un hombre culto, amable y memoria viva de Fregenal de la Sierra; a Pedro Cardenal, que compartió conmigo sus fotos de turroneros que con tanto cariño conserva y difunde; y, por supuesto, a todos los turroneros del Mercado Navideño de Fregenal de la Sierra, por su amabilidad, disposición y generosidad. Personas como ellos son las que sostienen la memoria, la tradición y la identidad de un pueblo.

Termino este humilde artículo animando al lector a apoyar este oficio y producto únicos, no solo con “me gustas” sino comprando turrón de  Fregenal de la Sierra directamente a los artesanos. También quiero emplazarte a visitar este rincón de casas blancas, fuentes ornamentales y calles empedradas bajo el canto de sus gorriones, seguro que repites.

 Que esta placa no sea en el futuro solo un recuerdo

 Mi botín

miércoles, 25 de septiembre de 2024

Límite 24 horas en Oporto

Hacía quince años que no pisaba Oporto. La ciudad seguía preciosa a pesar de sus Airbnb ́s, freetour ́s y tuktuk ́s. Como conozco los monumentos, no han cambiado y están atiborrados de hordas de turistas haciéndose “selfies” me centré esta vez en sus detalles urbanos: los patrones decorativos de las calzadas, los azulejos de las fachadas, el patrimonio gráfico del viejo comercio y los quioscos centenarios de la ciudad. Esos elementos a veces ignorados que conforman el mapa visual de una ciudad y que poco a poco van desapareciendo en aras de una nueva geografía más novedosa que borra de forma inexorable la personalidad de las ciudades que un día conocimos.

Recomiendo en este ejercicio de nostalgia urbana una visita al “Banco de Materiais” del Museo Municipal, donde pude disfrutar de muchos de estos elementos rescatados de la piqueta y conservados en este lugar hasta encontrarles un nuevo espacio.

El resto del tiempo lo empleé en lo más importante: la comida. Primero, pasé lista a los establecimientos tradicionales que recordaba para verificar cuales habían sobrevivido al paso del tiempo. Segundo, elegir entre los que aún seguían abiertos aquellos que en mi opinión parecían no haber cambiado en lo fundamental. Tercero, pedir en estos locales platos genuinos de la región y la ciudad de Oporto con el objetivo de hacer una selección para este artículo porque yo, ante todo, me debo a mi público. Debo advertir que entre estas especialidades no está la famosa “francesinha”, demandada por el común de los turistas y presente en casi todos los restaurantes, en muchos de los buenos y en todos los malos.





Desayunando “jesuitas”.

Comenzamos con el “jesuita”. La presencia de este dulce en el distrito de Oporto está vinculada a un enigmático pastelero español que entró a trabajar en Confeitaria Moura, un horno centenario en Santo Tirso, a 28 kilómetros de la capital. Los propietarios, que son la cuarta generación, creen que era de Bilbao y relacionado de alguna forma que no he sabido averiguar, con la orden jesuita. Fuentes bilbaínas consultadas por este medio ni confirman ni desmienten esta información, pero aseguran que desde antiguo Oporto aparece en el mapamundi de Bilbao (chiste para vascos). Hoy este hojaldre es una institución en Oporto, su región y el norte de Portugal.

Conozco el jesuita del norte de España, pero no había probado el portugués. Así que acudí a la sucursal que abrió en Oporto la confitería original de Santo Tirso. Una vez servido en mi mesa abrí el hojaldre con sumo cuidado por la mitad para a continuación girar la parte superior hacia dentro como marca la tradición. Cada bocado de esta delicia era una explosión de mantequilla en la boca. Debes acompañarlo del afamado café portugués. Si deseas repetir esta experiencia en otras pastelerías de la ciudad recuerda la regla del hojaldre: cuanto más grande es su tamaño menor su proporción de mantequilla.

Confeitaria Moura
  
“Jesuita”

Almorzando “tripas à moda do Porto”.

Al portuense se le conoce coloquialmente como “tripeiro” y el término no tiene tanto que ver con el perímetro abdominal de sus habitantes como por su relación con las vísceras que se encuentra reflejada en numerosas leyendas. La más antigua es del siglo XII cuando cuentan que se organizó una expedición desde Oporto para liberar Lisboa, otra más reciente se sitúa el sitio de Oporto (1832-3); pero la más conocida es la que cuenta que durante los preparativos de la conquista de Ceuta por Enrique el Navegante, los vecinos entregaron toda la carne disponible para fortalecer a las aguerridas huestes enriqueñas recibiendo en su lugar como reconocimiento las tripas sobrantes de los animales y el distinguido apodo de “tripeiros”. En cualquier caso, todas las historias de guerras y privaciones, son terreno en el que la casquería es siempre protagonista y fiel aliado.

Me presento en el Restaurante "O Escondidinho" para degustar sus “tripas à moda do Porto”. Es un guiso de tripas portuense similar a la “dobrada” del norte del país y a la “dobradinha” brasileña. Este establecimiento de 1931 es una institución. Su carta, ambiente y clientela me recordaron al barcelonés “Can Culleretes”. El camarero las sirve con exquisitez y bien calientes, como exigía Pessoa en su poesía sobre este plato. Sorprende lo delicadas y ligeras que son. Así que me vengo arriba y de postre elijo “toucinho do céu”, similar al español pero con almendra. Con esta munición en el cuerpo sobrevivo a cualquier guerra.

El mejor mirador de Oporto
   
“Tripas à moda do Porto”
    
Cenando “cachorrinhos”.

Los “cachorrinhos” son un perrito caliente creación de “Cervejaria Gazela”. Esta tasca de los años sesenta era ideal para trabajadores que pedían en su descanso un bocado rápido y económico.

Todo cambió en 2017 cuando el chef Anthony Bourdain mostró este plato en su programa. A partir de ese día los turistas abarrotaron el local aumentando las esperas hasta pervertir el concepto de comida rápida. En 2018 abrieron un nuevo local con la esperanza de no dejar a nadie sin su “cachorrinho”. Hoy la fórmula es copiada por muchos locales de Oporto y por oportunistas franquicias que quieren trasladarlo al resto de Portugal.

Visité el local nuevo, grande y moderno, pero que mantiene el espíritu original porque a diferencia de otros negocios de éxito en Oporto aún no ha sido devorado por socios capitalistas y fondos de inversión. La carta, también más amplia, incluye alguna concesión a la nueva clientela como la “francesinha”, pero el campeón es el “cachorrinho”, preparado con los ingredientes de siempre: pan baguette, salchicha fresca, “linguiça”, queso y una salsa ligeramente picante. Plato sencillo no carente de técnica como demuestra que sus competidores no hayan logrado sobrepasar la fama del original.

Regreso esperando que de esta lista no tenga que tachar ningún local en mi próxima visita a Oporto.

Esperando por su “cachorrinho”en el nuevo local
     
“Cachorrinho”
   
Direcciones: 

Confeitaria Moura
R. de Rodrigues Sampaio, 115
4000-065 Oporto

R. de Passos Manuel, 144
40000-382 Oporto


Tv. Cimo de Vila, 4 (antigua)
R. de Entreparedes, 8-10 (moderna)

4000-434 Oporto