Sobre los terrenos de las atarazanas o talleres navales
árabes se encuentra el principal mercado de Málaga. Inaugurado en 1879 es obra
del arquitecto cántabro Joaquín Rucoba, autor también de la Plaza de Toros de
La Malagueta y el Parque de Málaga. El majestuoso edificio en el que se empleó
hierro, cristal, piedra y mampostería integró la original portada nazarí del
siglo XIV (de haberse construido hoy su piedra hubiera servido para otro “cubo”
de Moneo). Gracias al buen saber de Rucoba hoy Málaga no sólo tiene un mercado
sino también un monumento.
Este mercado es uno de mis favoritos no sólo de Andalucía
sino de todo el país en dura pugna emocional con el bilbaíno Mercado de La
Ribera y el valenciano Mercado Central. Si algún lector sevillano sospecha que
sitúo tan arriba el mercado de los vecinos y rivales malagueños para conseguir
de éstos más “Me gusta” en Facebook lo niego tajantemente (pero dejo aquí un
enlace por si alguno se anima). Amigos sevillanos, para agradar a un malagueño
me hubiera valido con afirmar simplemente que el de las Atarazanas es mejor que
cualquier mercado sevillano… (cuánto juego dan en este país los piques vecinales)
Las tres naves de éste mercado tiene todo lo que uno pueda
desear: carnes, pescados, fiambre, frutas, hortalizas… Pero hay dos productos
que hacen de éste un lugar especial: los puestos de la almendra frita y de
aceitunas aloreñas, típicos de estas tierras. Recomiendo antes de iniciar el
recorrido por el mercado acudir a cualquiera de ellos y hacerse con un pequeño
surtido para que le acompañen en su ruta por este espléndido mercado que no
deben perderse si visitan la ciudad. Los puestos de frutos secos y de aceitunas
y encurtidos son de los más interesantes para el visitante foráneo por su
amplia variedad y su sugerente aspecto.
La almendra es
un producto por el que Málaga siente devoción. Está presente en sus
fogones desde tiempos inmemoriales. Los árabes impulsaron su consumo y en el
siglo XIX la plaga de filoxera que arrasó las viñas de la zona inclinó a muchos
agricultores a orientar sus explotaciones a este cultivo, lo que afianzó su
presencia en los fogones malagueños. Platos como el ajo blanco, el bienmesabe,
la sopa de almendra, la salsa malagueña o la chanfaina tienen entre sus
ingredientes el preciado fruto del que dependen aún hoy muchas familias. De
hecho, en el pueblo de Almogía se celebra cada año a principios de octubre una
fiesta en su honor.
Además de en la cocina la almendra también está presente en
la calle. No conoces Málaga si no pruebas un cartucho de almendra frita en un
puesto ambulante. Además de una sana alternativa a las “chuches” el almendrero
es una tradición y oficio que forma parte desde antiguo del paisaje urbano y
que la crisis a impulsado al incorporarse jóvenes en paro. Una receta sencilla
pero que aquí le tienen pillado el punto. La almendra malagueña así, frita y
salada, es cada vez más popular y ya se exporta fuera de nuestras fronteras y
entre sus clientes EEUU, que es el primer productor mundial de almendra.
En cuanto a las aceitunas en
Málaga hay mucha y buena pero entre todas las variedades disponibles no
deberías perderte la aloreña. Se cultiva en el sureste de la provincia y
dispone de “Denominación de Origen Protegida”. Se trata de una aceituna de mesa
obtenida del fruto del olivo de esa variedad. Su producción es totalmente
artesanal: recolectadas a mano por su fragilidad las aceitunas son partidas,
maceradas en salmuera mediante fermentación natural (no se emplea sosa
cáustica) y aliñadas con hinojo, ajo, tomillo y pimiento. Existen tres tipos:
verde fresca, tradicional y curada.
Ahora, con aceitunas en una mano y almendras en la otra, ya
puede iniciar tu visita por el mercado, disfrutar de sus productos, sus bien
cuidados puestos y el encanto de sus gentes.
Interior del Mercado Central de Atarazanas
Aceitunas para parar un AVE
Fachada del mercado
Mercado Central de Atarazanas
Calle Atarazanas, 10
29005 Málaga
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